Opinión
Ver día anteriorLunes 24 de agosto de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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A las cosas, por su nombre
E

s increíble la cantidad de bestialidades que cometen nuestros gobiernos. Una de ellas –del gobierno de la ciudad de México– ha sido la de publicar anuncios cuyo encabezado dice: “Febrero 2010 –la Ciudad de México puede quedarse sin agua” y enseguida, y sin el puede se afirma con contundencia: Sólo queda agua para los próximos meses.

Es una bestialidad, porque es mentira –a las cosas por su nombre– y las autoridades de la ciudad de México lo saben.

Es una bestialidad, porque esta clase de advertencias catastrofistas conducen al pánico.

Es una bestialidad, porque el pánico puede producir exactamente el resultado contrario: la acumulación irracional de agua por parte del usuario –cómo y en donde se pueda– en cantidades tales que ayuden a precipitar exactamente lo que se desea evitar: el agotamiento del líquido.

Durante el gobierno de Fox se cometió, entre otras bestialidades, la de renunciar a la mayor parte del tiempo del que disponía el gobierno en los medios televisivos para sus campañas de educación civil.

Es el momento en que, por medio de un decreto presidencial –sí, así como se lee: un decreto presidencial– se recupere ese tiempo y, en la televisión, en la radio, en todos los medios posibles, se difunda una intensa campaña educativa nacional –sí, nacional– para solucionar esta emergencia.

Algo se ha hecho ya a este respecto, y bien. Pero no es suficiente. Falta mucho, muchísimo más. Hay que decirle a la gente que hay numerosas formas de ahorrar agua, muchas cosas qué hacer todavía, todos los días: hay que decirles, a los que tienen el privilegio de bañarse diario, que lo hagan –cuando menos por una temporada– cada tercer día. Hay que decirle a quienes riegan sus jardines y sus macetas que empleen el agua usada de la lavadora para hacerlo: no les hace daño a las plantas. Hay que pedirles que, mientras se calienta el agua de la regadera, la acumulen en una o varias cubetas que después les servirán para jalar el excusado. Hay que decirle a la gente –a las cosas por su nombre– que cuando orine en la noche, no jale el excusado sino hasta la mañana del día siguiente. Si lo hace así una familia de tan sólo tres miembros se ahorrará hasta 30 litros diarios. Si lo hacen mil familias, 30 mil. Si lo hacen mil familias durante cien días, 3 millones. Si lo hacen diez mil familias por mil días, 300 millones.