Sociedad y Justicia
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Todos los arribos y despegues son suspendidos antes y después de la operación de la nave

El avión presidencial paraliza casi media hora al AICM en cada vuelo

Los constantes viajes del Ejecutivo agravan la saturación en las pistas y en el espacio aéreo

La Terminal 2 no fue solución; se necesitan zonas de aterrizaje, no un edificio, señalan

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Felipe Calderón y su esposa, Margarita Zavala, al iniciar su viaje a Brasil. El Ejecutivo realiza a la semana hasta cuatro o cinco giras por México o el extranjero en el avión TP-01, que despega y aterriza en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de MéxicoFoto Alfredo Guerrero
 
Periódico La Jornada
Martes 18 de agosto de 2009, p. 37

Los continuos vuelos sin itinerario del avión presidencial, que suman hasta cuatro o cinco por semana según las giras de trabajo del jefe del Ejecutivo por la República y al extranjero, provocan en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) el retraso de decenas de vuelos comerciales y la afectación a miles de pasajeros, debido a que la terminal aérea es cerrada en promedio 10 minutos antes y 10 después de cada operación del TP-01, como medida de seguridad nacional.

La situación se agrava por la saturación de vuelos que registra el AICM, sobre todo en las horas pico, pese a la puesta en marcha de la nueva Terminal 2, en noviembre de 2007.

Estas situaciones son aprovechadas con mucha frecuencia por aerolíneas comerciales como excusa para justificar sus deficiencias y continuos retrasos.

Soluciones a medias

Con el propósito de ampliar el número de operaciones del aeropuerto, que actualmente es de 900 diarias en promedio, se restructuró el espacio aéreo en el valle de México, con lo cual las aeronaves ya no pueden ingresar por las cuatro vías de acceso existentes, sino sólo por el norte de la ciudad, a fin de poder encauzar el movimiento de tránsito mediante una larga fila de aviones. En ocasiones las naves dan hasta dos vueltas sobre la ciudad de México para incorporarse a la fila y recibir pista desde la torre de control, con el costo de tiempo y combustible que ello implica.

En las pantallas del aeropuerto, sobre todo en las horas pico (que cada vez son más), se observa todos los días hasta una veintena de vuelos de salida y llegada en un mismo horario. Oficialmente, a las 7 horas despega una decena de vuelos y arriba otro tanto.

Tan sólo ayer lunes, en las pantallas aeroportuarias se observaron 19 vuelos de salida, todos a las 7 horas, y nueve de arribo a esa misma hora, para un total de 28 operaciones. Este caso se repite en varios horarios a lo largo de la mañana y en la tarde-noche.

La situación se complica cuando el aeropuerto es cerrado, aunque sólo sea por unos minutos, debido a lluvia, neblina, alguna otra situación meteorológica o la operación del avión Boeing 737-300 de la Fuerza Aérea Mexicana, matrícula XC-UJB, con número económico TP-01, fabricado en 1989.

El cierre temporal de las pistas provoca un efecto dominó entre los vuelos programados antes o después, al causar largas filas en el espacio aéreo en espera de autorización o en las calles de rodaje de la terminal mientras reciben luz verde para levantar el vuelo. A la afectación directa de los vuelos debe sumarse el hecho de que la operación no se restablece en su totalidad sino varios minutos después.

El cierre de pistas para la operación del avión presidencial está previsto en el protocolo de seguridad operacional de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), que México suscribió como Estado miembro. Las mismas acciones se siguen en la mayoría de las naciones contratantes del organismo.

El secretario del Trabajo del Sindicato Nacional de Controladores de Tránsito Aéreo, Ángel Iturbe Estrop, explica que hay una serie de procedimientos y medidas de seguridad aplicadas a las aeronaves de presidentes y jefes de gobierno, ordenadas por la Dirección General de Aeronáutica Civil y el Estado Mayor Presidencial (EMP). Por ejemplo, dar obligadamente al avión presidencial el doble de la distancia entre naves que regularmente se da al resto de los aparatos.

Así ocurre también con las visitas de los mandatarios extranjeros. En abril pasado, con la llegada del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a la ciudad de México, el AICM cerró sus operaciones durante 47 minutos, lo que afectó a decenas de vuelos, algunos de los cuales debieron reprogramarse y otros ser desviados hacia terminales alternas.

Ángel Iturbe, piloto aviador y controlador con más de 20 años de experiencia, reconoce que durante los gobiernos recientes, sobre todo desde la administración del ex presidente Ernesto Zedillo, el tiempo de cierre del aeropuerto se ha reducido de manera importante e incluso la suspensión no llega siquiera a 10 minutos.

“Desde Salinas y aun antes, era un desorden, se hacía todo un show: se cerraba el aeropuerto media hora antes y media hora después”, recuerda el controlador aéreo, quien reconoce que esta suspensión temporal de las operaciones también es aprovechada por algunas aerolíneas como pretexto para ocultar sus retrasos y demoras, responsabilizando de ellas a las operaciones presidenciales.

Saturación de vuelos

Ángel Iturbe advierte que el AICM registra una saturación de vuelos que no se alivió con la puesta en marcha de la Terminal 2. Lo que se necesitaba era una pista y no tanto un nuevo edificio. Aun cuando el aeropuerto tiene dos pistas, no pueden usarse de manera simultánea, debido a que apenas tienen 305 metros de separación entre una y otra, cuando los requerimientos internacionales marcan 760 como mínimo. Lo que se hace es usar ambas pistas de manera alterna.

Para el dirigente sindical, la nueva terminal es un bonito edificio, semejante a un mall, con tiendas lujosas, restaurantes y hasta un hotel próximo a inaugurarse. Hagamos de cuenta que el aeropuerto es un estacionamiento que ya no tiene espacio para más autos, pero se le construyen varios pisos; ya tenemos cajones para guardar más autos, pero seguimos teniendo una sola entrada, que es al mismo tiempo salida. Es obvio que en las horas pico se van a formar largas filas para poder entrar o salir. Eso no resolvió el problema.

En 2008 el AICM registró 366 mil operaciones, cuando el estudio Análisis de las alternativas aeroportuarias para la zona metropolitana del valle de México, elaborado por varios especialistas, aconsejó un tope de 300 mil aterrizajes y despegues, es decir, cada año se realizan 66 mil operaciones más de lo recomendado. En 2008, el aeropuerto movilizó 26.2 millones de pasajeros y se colocó como la ter- minal aérea más importante de América Latina por el número de viajeros.