Opinión
Ver día anteriorSábado 8 de agosto de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Millet 72
D

urante la campaña a jefe delegacional de Benito Juárez, firmé, a invitación de Vecinos del Parque Hundido AC, un compromiso en favor del parque y en general de la ecología de la zona, de árboles y áreas verdes y en contra de las construcciones ilegales que demeritan la calidad de vida de los vecinos.

Mi compromiso fue congruente con la propuesta formulada en mi proyecto de gobierno; con ánimo por supuesto de cumplir en el caso de ocupar el cargo, hoy me mantengo en la misma convicción. Firmamos los candidatos de varios partidos por ser una propuesta justa que privilegia el bien de la colectividad sobre los intereses particulares. El candidato del PAN, como era de esperarse, eludió firmar y los candidatos de los partidos minoritarios, firmaron sin duda con la intención de cumplir, pero a sabiendas de que era muy remoto que algún día se encontrarán en esa tesitura.

Entonces y ahora, la preocupación central de los integrantes de Vecinos del Parque Hundido AC es la construcción invasiva, antiestética e ilegal de un edificio de 24 viviendas en Millet número 72, dentro del perímetro natural del parque. El predio en donde se pretende el atropello lo ocupó una casona prototipo de las mansiones de los años 40 del siglo XX, con frontón y porche de estilo más o menos californiano. Los vecinos dicen que la construcción se demolió estando protegida por su estilo y representatividad, sin embargo el INBA ahora lo niega; lo cierto es que desde que existía la casa, rompía la línea recta del lado sur del parque, invadiendo varios metros sobre lo que debiera ser un rectángulo, era sin embargo, tolerable por su estilo, por sus espacios abiertos y por ser una casa de algún valor arquitectónico.

De modo poco claro, sus dueños consiguieron demolerla, los gobiernos panistas de la delegación, proclives a los negocios inmobiliarios, lo toleraron y ahora permiten, sobre el parque y en una vía angosta, construir un edificio que es sin duda una afrenta para la ciudad y los vecinos.

Durante la campaña, la obra se detuvo, seguramente para no incomodar a los votantes, pero los astutos gobernantes delegacionales y sus amigos inversionistas, al día siguiente de terminado el proceso electoral levantaron la veda y reanudaron las obras.

Lo que no esperaban, ni unos ni otros, es que los vecinos organizados actuaran con rapidez; acudieron ante el jefe de Gobierno mediante una carta que hicieron pública, en la que piden que se expropie el predio que sin duda formó parte alguna vez del perímetro del parque, pero que algún influyente de antaño logró trasladar a su patrimonio.

El procedimiento propuesto por los vecinos, esto es, expropiar, puede ser muy bien la solución, se justifica la utilidad pública porque con el espacio que adquiriera la ciudad, se completará el perímetro regular del parque, se evitaría el congestionamiento urbano y el impacto al medio ambiente; la casa ya fue demolida por lo que únicamente tendría que pagarse el terreno, que no puede ser de precio muy alto y que en todo caso lo valdría en beneficio de la ciudad; se gasta más en otras expropiaciones de menor beneficio y la justificación es patente; a más de la utilidad pública, está la infracción a las disposiciones legales, al pretenderse construir más viviendas de las autorizadas en la zona.

Por lo pronto, los vecinos lograron mover al gobierno central y la Secretaría del Medio Ambiente, actuando con más sensibilidad que la delegación, ordenó detener la obra.

No se ha logrado aun el objetivo de los vecinos, pero van sin duda por buen camino, al señalar la posibilidad de aplicar la ley de expropiación en un caso en el que la utilidad pública es evidente y la infracción de los dueños también. Es alentador comprobar que hay aun personas organizadas, con amor a su barrio, que cuidan su jardín y su ciudad y demuestran decisión y valor civil tan escaso ahora. Felicidades a los vecinos, al dirigente Héctor Rojas y a las autoridades que han tenido el tino de escuchar a sus gobernados.