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Fue el primero de varios homenajes por sus 60 años de sonero

Melón puso a bailar a sus seguidores en el Teatro Ocampo de Cuernavaca
Enviado
Periódico La Jornada
Miércoles 5 de agosto de 2009, p. 9

Cuernavaca, Mor., 4 de agosto. En concierto que devino baile que borró jerarquías y puso a moverse a todos por igual en el Teatro Ocampo, Luis Ángel Silva, Melón, comenzó sus celebraciones por las seis décadas que lleva ejecutando los ritmos afrocaribeños.

Ante nutrida asistencia, el veterano sonero, acompañado de su respaldo musical que ya es conocido como sus lobos, entretuvo por alrededor de dos horas a heterogéneo público, conformado por un abanico de edades que iban desde aquellos que hace unas cuantas semanas dejaron los brazos para valerse por sí mismos hasta lo que aún sabiendo andar ahora, a causa del Padre Cronos, requieren de un adminículo llamado bastón o, en ciertos casos, hasta de una silla de ruedas.

Del amplio repertorio que interpreta Melón surgieron los temas que desde hace ya una media centuria ha hecho populares, y que por 13 años –como ya se ha dicho– compartió con el desaparecido Lobo.

Así desfilaron Amalia Batista, La sitiera, Almendra, Linda paloma, por mencionar sólo a cuatro que hacen referencia a seres vivientes, sin contar con los temas que después abordaron asuntos más severos, como son Cosas del alma y las maneras de querer, aunque lamentablemente no salió a escena El reloj de Pastora, tonada pícara bastante solicitada por los seguidores del sonero.

A manera de preámbulo, así como para alistar las sensibilidades a lo próximo, se proyectó un video sobre la trayectoria del festejado, que para la ocasión lució elegante smoking.

Melón se alejó unos momentos del escenario, argumentando un buen de sopor, para de esa forma dar oportunidad a su grupo, formado por Liliana, en el teclado; Lizette, en los coros, junto con el fiel Arturo; Carlos, en los tambores; Pedro, en el bongó; Maradona, en las pailas; Mister Town, en la flauta; Uriel en el bajo, y otro hombre de experiencia, Fernando, en el piano, para que se aventaran dos temas en los que mostraron calidad y con los que rindieron homenaje al cantante.

Fue tal la descarga, que el gozo invadió al auditorio, y ya en el espacio que hay entre la butaquería y el escenario, o ya frente al asiento, los presentes le entraron duro al movimiento de brazos, piernas y cintura, con lo que se puso punto final al convivio.

El sonero, quien recibió felicitaciones de Alberto Segundo, octogenario contlapache, a quien no ve desde hace unos buenos 40 años, pero que por intermedio de su nuera estuvo al tanto de lo acontecido a través del teléfono celular... desde Cancún.