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Desde hace 14 años ocupan un galerón de Conasupo en la estación El Rosario del Metro

Otra cara del hacinamiento: viven más de 400 familias en una bodega

Cuentan con ocho sanitarios de uso común que están repartidos por género, informan

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Algunas de las casas están hechas de tablaroca, láminas de cartón o tablasFoto Agustín Salgado
 
Periódico La Jornada
Jueves 30 de julio de 2009, p. 33

Es un asentamiento irregular diferente. Son más de 400 familias que desde hace 14 años viven confinadas en el interior de un galerón.

A simple vista pasan desapercibidos. El cobertizo, que sirvió de bodega de la extinta Comisión Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo), las vuelve imperceptibles.

La nave es amplia y está ubicada en el costado poniente de la estación El Rosario del Metro.

La pobreza extrema y la imposibilidad de acceder a un programa de vivienda las orilló a convertirse en antorchistas. Reconocen que están etiquetados como priístas.

En un principio fueron 150 las familias que se enclaustraron, pero los hijos crecieron y el número de éstas aumentó.

Cuentan con ocho sanitarios de uso común, los cuales están repartidos por género, de manera equitativa. Reciben agua potable que es almacenada en una cisterna y cinco tinacos prefabricados que se encuentran a la entrada del bodegón.

Distribuidas de forma simétrica, cada vivienda cuenta con su propia estructura. Algunas fueron edificadas con trozos de tablaroca, también hay de plástico y de lámina.

Ahora los residentes temen que el proyecto que el Gobierno del Distrito Federal anunció el pasado 3 de julio, y que consiste en la modernización del Centro de Transferencia Modal (Cetram) El Rosario signifique su desalojo.

Simplemente no nos ven

Se calcula que cada día transitan alrededor de 200 mil personas por la estación El Rosario del Metro. La mañana en que fue anunciado el proyecto de coinversión –pues en él participará la iniciativa privada– se dijo que ésta tiene 30 por ciento más movimiento que la Central Station de Nueva York.

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Originalmente eran 150 las familias que se enclaustraron en la bodega de la ConasupoFoto Agustín Salgado

Sin embargo pocos son los que saben qué hay en el cobertizo. “Nunca hemos tenido problemas con los microbuseros, ni con los vecinos de la Unidad El Rosario. Luego nos dicen ‘los de las casitas o los de las bodegas’, pero no podemos decir que nos vean bien o mal, porque simplemente no nos ven”, señala Pablo Márquez Peña.

Es época de vacaciones y los niños se ocupan en diversas actividades. Hay quienes acarrean agua, otros se divierten en unos juegos de video ubicados al sur de la bodega y también están los que realizan actividades en conjunto, pues hay un curso de verano donde se realizan trabajos lúdicos. Es un curso para pobres, ironiza una mujer.

Los vecinos de las casitas aseguran que existe un compromiso por parte del gobierno capitalino para incluirlos en un proyecto de vivienda, pero éste no se ha concretado.

Explican que antes ocupaban un galerón adyacente, pero acordaron con las autoridades liberarlo para que fuera derribado ya que en ese mismo terreno se pretende construir las nuevas viviendas.