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Recreo veraniego

Hay exceso de opciones sin estructura ni objetivos, advierte ex directora del Cenart

Falta control en la oferta de cursos de verano: antropóloga

Cualquiera organiza uno, sin reunir siquiera lo mínimo en cuanto a infraestructura y calidad, dice Lucina Jiménez

Lo principal al elegir una actividad es no imponer nada a los chicos, aconseja

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En 1997, el Cenart comenzó a ofrecer cursos de verano para niños a partir de la idea de que requieren acercarse a los lenguajes artísticos. Este año, dedicará las actividades al Año Internacional de la AstronomíaFoto Alfredo Domínguez
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Uno de los programas más esperados es el que coordina el Munal; aunque no se trata de cursos y talleres, ofrece la opción de disfrutar las vacaciones en familia. La imagen, espectáculo infantil en la plaza Manuel Tolsá, en el verano de 2008Foto Notimex
 
Periódico La Jornada
Lunes 13 de julio de 2009, p. 7

Nadar, jugar futbol, construir un robot, cocinar, ir de campamento, bailar, pintar, escuchar o inventar historias increíbles, filmar una película, tomar fotografías, hacer teatro o una obra musical, circo, descubrir el universo o divertirse con los papás recorriendo museos son algunas de las actividades que en estas vacaciones ofrecen los cada vez más populares cursos de verano.

Pero no todos tienen la calidad, pertinencia y seguridad recomendadas por expertos. Aquí presentamos un panorama para que los padres tomen la mejor decisión en beneficio de los pequeños.

De entrada, hay que tener presente que en ciertos lugares se ha incurrido en un abuso de la comercialización de opciones que no tienen mucha estructura, contenidos u objetivos específicos, advierte la antropóloga Lucina Jiménez.

Como ex directora del Centro Nacional de las Artes (Cenart), fue pionera, hace más de una década, en la organización de cursos de verano, no sólo de bajo costo o incluso gratuitos, sino de alto contenido cultural y artístico, enseñanza de la que todavía carecen muchas escuelas públicas durante el ciclo regular.

Ahora, luego de que las opciones de entretenimiento veraniego han dejado de ser opción exclusiva para las familias con recursos económicos, Jiménez considera en entrevista con La Jornada que “el mercado ha descubierto un nicho comercialmente explotable en los cursos de verano y no ha dudado en aprovecharlo, lo cual se favorece por falta de control.

De pronto, cualquiera organiza un curso de verano hasta en una casa o en cualquier lugar, sin que reunir los requisitos mínimos indispensables ni de infraestructura ni de calidad o pertinencia de lo que se ofrece, amén de los riesgos de protección civil que pueden correr los pequeños cuando se trata de actividades que requieren de otras condiciones para desarrollarse, ya que trabajar con niños es una de las responsabilidades más grandes que se pueden tener.

Pionera en crear opciones

El Cenart fue una de las instituciones públicas pioneras en la organización de cursos de verano. En 1997 comenzó a ofrecerlos a partir de la idea de que niños y niñas requieren opciones de acercamiento a los lenguajes artísticos y al desarrollo de su creatividad durante las vacaciones de verano, las más largas del año.

En aquel entonces, recuerda la maestra Jiménez, la falta de opciones en la ciudad nos hizo convencernos de la importancia de crearlas, siempre pensando en que tuvieran sentido y calidad en su estructura y contenido.

A partir de entonces, muchos cursos de verano del Cenart hicieron historia por divertidos, pero en particular, “por el vínculo de niños y niñas con artistas destacados, quienes generaron muchas propuestas. El Cenart llegó a atender a miles de pequeños. Recuerdo que el mismo día que se abrían las inscripciones se agotaba el cupo. Pero era imposible atender la demanda.

En ese caso, no se trataba de relacionarlo con los contenidos de la escuela, sino de familiarizar a los niños con el arte, uno de los déficits que todavía existen en el sistema educativo.

Alejandro Román, actual coordinador del programa de talleres de verano en el recinto ubicado en calzada de Tlalpan y Río Churubusco, también recuerda que durante tres años consecutivos el aforo diario a estos cursos llegó a ser de más de mil 500 niños. Se instalaban carpas en todo el recinto, atendíamos también a los pequeños que estaban en los distintos talleres que organizan las delegaciones políticas de la ciudad, pero ahora la apuesta es por un grupo más compacto, a lo mucho 200 participantes.

La idea es tener menos público para dar más contenido, añade Román: no queremos que vengan, pinten y corran, sino que conozcan contenidos interesantes. Claro, siempre hay padres que lo único que buscan es una guardería, pero eso está cambiando, la gran mayoría están ávidos de estos cursos culturales y artísticos; ya hemos formado públicos.

El curso del Cenart, que cerró inscripciones hace dos semanas, se titula Un verano mas allá de las estrellas, acorde con 2009 Año Internacional de la Astronomía. Habrá teatro, títeres, artes visuales y música, todo con base en el conocimiento del universo, y será impartido por profesores de distintas disciplinas.

Aumenta la demanda

Tanto en el Cenart como en los diversos sitios que este año ofrecen cursos de verano se percibe un incremento de alumnos, debido en parte a la crisis económica que limita a muchos a salir de viaje, pero también, consideran los organizadores, a una suerte de resaca por el encierro que se vivió durante la pasada contingencia epidemiológica.

También sucede, apunta Lucina Jiménez, que “hemos perdido la calle como espacio de juego y de comunicación, en una sociedad que dificulta a los padres la convivencia. En ese contexto, donde no hay otras opciones, la nana hogareña, la tele, no es para nada una opción deseable para los niños y las niñas, quienes ya de por sí pasan más de cuatro horas frente al televisor, aun en tiempos de clases.

“Como no todos los papás y mamás tienen vacaciones en el verano, los cursos ofrecen opciones para que los chicos no se queden encerrados frente a la pantalla de la televisión. En ese sentido, sí cumplen una función social.

“Otro fenómeno también real, pero no dominante, es que algunos padres buscan el curso de verano para no tener que lidiar en el hogar con los niños y las niñas. Pero ahí están muchos museos, centros culturales y artísticos que tienen en los cursos de verano la posibilidad de trabajar con núcleos de población diferentes a los convencionales.

En términos de desarrollo de públicos y de formación artística los cursos de verano pueden ser significativos, siempre y cuando estén bien organizados, los talleristas sean profesionales con formación, capacidad de atención y cuidado en el trato con los niños. Pero hay que advertir también que no todos los creadores de arte tienen esas cualidades.

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Ante todo, siempre hay que dejar un espacio para buscar estar con los niños, recomienda JiménezFoto Alfredo Domínguez

Más que espectadores

El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), por medio de su programa Alas y Raíces, ofrece este verano el festival Puro Teatro. Bajo la premisa de que el reto de formar público para espectáculos culturales ya está echado a andar desde hace tiempo, ahora la intención es convertir a los niños (que son cada día espectadores más exigentes) en hacedores de la experiencia artística.

Así lo explica Miriam Martínez, coordinadora nacional de Desarrollo Cultural Infantil, quien propone que este verano los pequeños “experimenten el arte, pues deben estar más en contacto con lo simbólico, con la creatividad, ya que a la larga esto amplía sus maneras de mirar el mundo y de conocerse a sí mismos; ésa es nuestra misión: no sólo ofrecerles entretenimiento, sino también invitarlos a ser actores; éste es el plus que les daremos con nuestro programa de verano 2009”.

Del 27 de julio al primero de agosto en los teatros del Instituto Mexicano del Seguro Social se presentarán ocho compañías de teatro, a razón de tres funciones diarias gratuitas. Antes del inicio de cada obra se desarrollarán talleres o exposiciones en torno a las artes escénicas. Serán 56 espectáculos y 127 talleres, además de cuentacuentos, títeres y música en distintos foros, como el Bosque de Chapultepec, el Museo Nacional de Historia, el Palacio de Bellas Artes. (Informes en la página de Internet: www.conaculta.gob.mx)

“Este verano no hay pretexto para que los padres no acerquen a sus hijos a la cultura. Sabemos que existe gran demanda y la debemos cubrir. Si bien lo más inmediato para algunas familias es ir al cine, la ventaja de nuestro programa de verano es que las actividades son gratuitas, y la oferta diversa y con calidad.

Hoy día hay otra mirada hacia los niños. Nuestra oferta va más allá de lo didáctico; los vemos de manera más respetuosa, consideramos el saber que tienen, su potencial, entonces la apuesta no es sólo a la formación y a la estimulación, sino a considerarlo como actor principal, como alguien de quién aprender, no sólo como persona pasiva. Los niños ya no necesitan sólo moralejas, afirma Martínez, quien calculó que este verano participarán en el programa de Alas y Raíces unos 15 mil pequeños.

Vacaciones en familia

Otro de los programas más esperados por las familias es el que coordina el Museo Nacional de Arte (Munal). Si bien no se trata de cursos y talleres de verano propiamente, ofrece la opción de disfrutar las vacaciones en familia.

En la Promoción Nacional Cultural de Verano Ambientarte 2009 (que este año está en su decimotercera edición) participan más de 450 museos de todo el país, coordinados por el Munal. El tema será el medio ambiente, y está dirigido a niños de entre seis y 12 años.

De manera gratuita se entrega a cada participante una guía de actividades con la que podrá entrar sin costo, junto con un adulto, a todos los recintos que integran el programa. En cada museo habrá actividades como recorridos animados, narraciones orales, espectáculos, visitas guiadas, pistas y talleres, entre otras.

El día de la clausura se entregarán diplomas y obsequios a los participantes que muestren su guía con un mínimo de siete sellos. Este año se espera que se registren 200 mil pequeños.

El único estado que no participa es Zacatecas, cuyas autoridades argumentaron que por problemas de salud en la entidad no podría atender a los visitantes con las características que requiere el programa, explicó Marcela Galvéz, coordinadora de Ambientarte (www.munal.com.mx)

La característica principal de esta propuesta es que es muy incluyente; participan muchos pequeños con capacidades diferentes, enfermos de cáncer o de distintos niveles sociales y económicos; es como una gran fiesta de la democracia. Nuestro tema de este año es convertir nuestros museos en recintos verdes, preocupados por el medio ambiente, agregó.

La inauguración será el próximo 18 de julio en el Munal. Lamentablemente, este año el Gobierno del Distrito Federal no otorgó permiso para que la fiesta de apertura se realizara en la Plaza Tolsá, como en años anteriores, pero se realizarán los tradicionales espectáculos y actividades especiales dentro del museo, informó Gálvez.

La recomendación principal al elegir qué hacer este verano es, en primer lugar, tomar en cuenta qué es lo que realmente le interesa hacer al niño y, sobre todo, al adolescente: lo ideal es no imponer a los chicos una actividad que no los atraiga, porque lo más seguro es que no lleguen con entusiasmo, explica Lucina Jiménez.

Agrega que “lo deseable es que sea una decisión compartida, aunque evidentemente quien tiene la última palabra es el papá o la mamá. Segundo: hagan un poquito de investigación. Tercero: monitoreen el curso, hablen con los maestros o talleristas, compartan con los niños y las niñas los trabajos que realizan, conversen con los chavos acerca de qué les pareció, si les gusta, si está divertido, si aprendieron algo.

“Hay que escuchar; los niños y los adolescentes son los más críticos de los críticos. Siempre dicen la verdad cuando algo no les gusta. Además, no los saturen con miles de cursos de todo tipo. Hay padres que meten a sus hijos en dos o tres cursos de verano y los niños terminan odiando todo.

Siempre hay que dejar un espacio para estar con los niños. Es cierto, a veces hay que inventar, sacar tiempo de donde no hay, pero los momentos con los hijos, aunque breves, o las cosas más pequeñas, siempre son las más significativas, concluye la antropóloga.