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Estará presente Carlos Zárate, a quien arrebató el cetro gallo

Homenaje a Lupe Pintor a 30 años de consagrarse en el boxeo
Foto
Carlos Zárate y Lupe Pintor, en la polémica contiendaFoto cortesía CMB
 
Periódico La Jornada
Sábado 27 de junio de 2009, p. a14

Hace 30 años el boxeador Lupe Pintor se miró al espejo tras la pelea en la que arrebató el título gallo al monarca Carlos Zárate, en un intenso y polémico combate realizado en Las Vegas. El rostro lo tenía deshecho y sangrante, las cejas abiertas por el violento intercambio y el cuerpo era una terminal de dolores agudos; pensó que ese era el precio de la consagración en los cuadriláteros, y se prometió que nadie le arrebataría el campeonato y lo defendería con la vida si fuera necesario.

Así evoca aquella noche de junio de 1979 el ex púgil de Cuajimalpa, quien este sábado recibirá un reconocimiento del Consejo Mundial de Boxeo para rememorar la hazaña.

El combate fue demoledor para ambos peleadores, considerados los noqueadores más temibles del momento, y que se prolongó durante 15 asaltos para definirse en una decisión dividida, ante el reclamo de diversos sectores que consideraron que el monarca había sido robado.

La contienda fue polémica, pero yo hice los méritos suficientes para que me dieran el campeonato. Zárate nunca lo aceptó, pero así es este deporte y yo hice una pelea honesta, recuerda Pintor.

Además, para eso están los jueces, para calificar el combate, ¿no?; Zárate siempre fue hacia atrás, y yo siempre adelante, agrega sobre aquella contienda, cuya historia tuvo tintes de drama, pues los dos fueron compañeros de gimnasio y pupilos de Arturo Cuyo Hernández.

En ese entonces Zárate era un arrogante campeón consagrado, recuerdan algunas crónicas del momento, mientras Pintor era el joven aspirante, impulsado por los sueños de éxito y por un breve pero impresionante récord de 32 nocauts, de las 38 victorias que acumulaba.

A partir de esa victoria, la existencia de Lupe Pintor se fue a las nubes, tuvo riqueza, fama internacional y pudo mejorar las condiciones de vida de su familia.

“Me fue bien desde entonces, de esa pelea gané una miseria, sólo 10 mil dólares, pero lo importante fue que mi vida cambió drásticamente. Sobre todo porque tuve una infancia muy pobre; trabajé vendiendo nieves desde chiquito y luego fui albañil, así que me gané el respeto de mi gente.

Eso me llena de orgullo hasta la fecha, pero no es un orgullo de presumido, sino de satisfacción, de que a pesar de mi origen tan humilde pude adquirir un modo para ganarme la vida y tener tanto reconocimiento como persona, expresa.

A pesar del paso de los años, Carlos Zárate sigue convencido de que esa pelea se la robaron. Regresa a las imágenes de aquella noche y recuerda cómo derribó de manera violenta al retador en el cuarto asalto, y considera que tuvo mejores argumentos que Pintor, por eso no merecía ser el perdedor.

Me dolió mucho esa derrota. Me deprimió tanto que abandoné decepcionado el boxeo. Al bajar del cuadrilátero lloré en los vestidores, porque no lo podía creer, recuerda.

Con el tiempo Zárate asimiló aquel tropiezo que lo mandó al retiro. Era rico, tenía lujos y fama, por lo que decidió disfrutar las ganancias por los años que dedicó al deporte.

Ya me había fastidiado el boxeo y me sentía millonario, además de que hubo muchas tentaciones, pero la vida dio una gran vuelta. El Cañas regresó del retiro y buscó una revancha, pero el azar y un accidente en moto del peleador de Cuajimalpa impidieron esa segunda oportunidad.

Este día los viejos rivales se verán nuevamente las caras, pero esta vez para rendir homenaje al vencedor de aquel combate, conversarán con respeto y se darán la mano, aunque las heridas nunca terminaron de cicatrizar, como aclara Pintor: Tengo que ser honesto: después de todo lo que pasó entre nosotros, lo que ocurrió en nuestras vidas, Zárate nunca será mi amigo.