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En Argentina una empresa transmite los partidos, pero no maneja clubes, compara

Carlos Prigollini: influencia del duopolio televisivo deteriora el balompié mexicano

El autor de Futbol secuestrado advierte que el interés por el negocio absorbe las metas deportivas

 
Periódico La Jornada
Sábado 20 de junio de 2009, p. a17

La influencia del duopolio Televisa-Tv Azteca es al futbol mexicano lo que la violencia al balompié argentino, sostiene el antropólogo social Carlos Prigollini con base en sus investigaciones, y alerta que, lejos de las apariencias, aquí este deporte no se salva del todo del salvajismo que padecen en Sudamérica.

El tema de las dos empresas no sería tan grave si no se metieran en el balompié. No estoy en contra de las compañías y del negocio en el futbol, pero creo que el duopolio de alguna manera implica el deterioro del futbol mexicano, porque en otros lugares también existen monopolios, como es Torneos y Competencias (dueño de las transmisiones televisivas en Argentina), pero no tienen injerencia en la compra de equipos, no los manejan, aclara el autor de Futbol y sociedad y Futbol secuestrado, su obra más reciente que fue presentada este año en las ferias del Libro de Minería y de las Culturas Amigas de la ciudad de México.

Lo nocivo radica en la influencia que ejercen esas compañías, que promueven y sostienen la matriz actual deporte-negocio que absorbe cada vez más la parte del negocio y cada vez menos la parte del deporte, sintetiza Prigollini.

Se basan en la cultura de la inmediatez y lo que les interesa es el negocio rapidito: que traigan troncos del exterior y ganar buenas comisiones. Así el tipo entra en primera y se postergan las fuerzas básicas, además de que en sus múltiples transmisiones y publicaciones no hablan de esto, cuando debería ser un tema de debate, destaca.

Visores no son gente del deporte

Tras entrevistar a personajes del orden local e internacional, como el entrenador César Luis Meno-tti, el ex portero Félix Fernández, el preparador físico Ariel González; algunos intelectuales, como Javier García Galiano, Néstor Medina y José Miguel Candia, así como a un ex integrante de la barra brava de River Plate, Prigollini encontró un común denominador: que los visores no son gente de futbol (quienes reclutan jugadores), son más bien empresarios y promotores, salvo contadas excepciones, como la época de Marcelo Bielsa en Atlas. Hoy los clubes se rigen por declaraciones de ellos mismos, empresarios que les traen el café, o mediante el dinero, por influencia de los promotores o las comisiones.

Las consecuencias de la aplicación de esta lógica son preocupantes, explica, porque la búsqueda de resultados inmediatos y la inexistencia de proyectos a largo plazo quitan toda posibilidad de desarrollo a jóvenes jugadores, quienes no pueden llegar de los llanos a los equipos, y en el caso de los que ya debutaron en primera división, no tienen tiempo ni apoyo suficiente para consolidarse. Así se suceden los fracasos y desempeños poco destacados de mexicanos en ligas extranjeras y resulta necesario recurrir a la naturalización de los nacidos fuera para ocupar sitios vacantes.

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En México la violencia es como un huevo de la serpiente, una cosa incubada que en cualquier momento puede explotar. La imagen de archivo corresponde a un clásico Pumas-AméricaFoto Francisco Olvera

El entrenador argentino Ángel Cappa, timonel de Huracán, sublíder del torneo Clausura 2009 en Argentina, ahonda al respecto en el prólogo de Futbol secuestrado: Todo tiene que ser ya. No hay tiempo para construir nada, y menos para disfrutar algo. El toque es perder tiempo, la pausa se confunde con lentitud y la paciencia es un insulto. Se pierden por el camino los fundamentos esenciales del juego y la ética se convierte en broma de idealistas. Nos quitan el placer de jugar y lo remplazan por la obligación de ganar de cualquier manera, aunque esta frase no tenga contenido alguno.

Volver al origen

La solución posible, replica Prigollini, es volver a los orígenes del futbol, a superar el dominio del dinero y, a nivel de clubes, retomar el formato de asociaciones civiles con instalaciones y actividades para el bienestar de sus miembros. En Argentina quedan algunos clubes con ese objetivo, como Lanús, Estudiantes de La Plata y Vélez Sarsfield. Aquí es el caso del Atlas, Puebla y de alguna manera lo está planteando también Indios de Ciudad Juárez.

Más allá del idealismo, ese concepto de balompié cumplía una función de contención social, remarca el antropólogo, y permitiría combatir al otro gran mal que lo acecha: la violencia. En Argentina empezó a profundizarse después de la dictadura militar (1976-1983) y en caso México es como un huevo de la serpiente, una cosa incubada que en cualquier momento puede explotar; incluso, ya hubo alguna manifestación, indica.

Mientras el ex guardameta atlantista Félix Fernández, entre relatos de vivencias, opina: Si bien aún no enterramos a la primera víctima directa de un partido de futbol, no me cabe la menor duda de que su féretro está ya listo. Las peleas dentro y fuera de los estadios son muy comunes, a pesar de las medidas de seguridad que no están respaldadas en leyes que realmente penalicen el vandalismo.

Tras su paso por la porra de River, Juan Pablo Sánchez Carballo relata algunas de sus vivencias sobre crímenes, pugnas, favores económicos, dispendio ilegal de boletos, viajes y regalías alrededor del futbol.

–¿Crees que haya solución a este problema? –pregunta el autor al ahora profesor en la filial Morelos de Pumas.

–La verdad no veo por dónde, mientras haya connivencia entre barras bravas y dirigentes. Por otro lado, es una lástima que se pierda el efecto visual de las barras, el verdadero folclore del futbol, que se pierda la esencia que es el aliento desinteresado, el amor por los colores. Ojalá vuelva a cuando yo tenía 12 años.