Opinión
Ver día anteriorLunes 15 de junio de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Millones de niños mexicanos obligados a trabajar

Circulan datos de presidentes de casilla nombrados por el IEDF

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Niño vende fruta en las calles del Distrito Federal. En México 3.6 millones de niños, niñas y adolescentes entre los 5 y 17 años de edad están trabajando, reporta la Organización Internacional del TrabajoFoto Notimex
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n estudio elaborado por la Cámara de Diputados casi 15 años atrás advertía sobre el preocupante incremento del trabajo infantil en México, aunque aducía razones de crisis y el consecuente impacto en el ingreso familiar para justificar tal alza, pues el terremoto económico-financiero de 1995-1996 elevó a 3.9 millones el número de menores de edad en esa condición. Una vez superada la crisis (versión oficial) de aquellos años, la situación regresó a la normalidad, aunque con la economía de nueva cuenta funcionando el número de niños explotados apenas se redujo a 3.5 millones.

Tres lustros después, ya con una nueva crisis a cuestas, la Organización Internacional del Trabajo reporta que en México, 3.6 millones de niños, niñas y adolescentes entre los 5 y 17 años de edad están trabajando de acuerdo al Módulo sobre Trabajo Infantil de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2007, lo que equivale al 12.5 por ciento de la población infantil nacional de este mismo rango de edad. De ellos, 1.1 millones son menores de 14 años; es decir, no han cumplido la edad mínima para laborar marcada por la Ley Federal del Trabajo, lo que da cuenta de que en el país, con crisis oficialmente reconocida o sin ella, la realidad social va de mal en peor, por muchas sonrisas y discursos floridos que divulgue la propaganda gubernamental.

En el detalle, la OIT señala que en el país los niños trabajadores entre 5 y 17 años superan por casi el doble en número a las niñas que trabajan: 67 por ciento son niños (2 millones 441 mil), 33 por ciento niñas (un millón 206 mil). “Sin embargo, este no es el mismo caso para los quehaceres domésticos –los cuales no son considerados como parte de las actividades económicas, de acuerdo con el marco conceptual de la citada encuesta– y donde la incidencia de la participación es notoriamente diferente entre niños y niñas en este mismo rango de edad: casi 60 por ciento de todos los niños participa en este tipo de actividades (8 millones 812 mil), frente a más de 72 por ciento de las niñas (10 millones 496 mil; las cifras corresponden a 2007, un año oficialmente sin crisis).

A millones de niños que deberían estudiar y desarrollarse con un mínimo de garantía y estabilidad les imponen pesadas cargas laborales y les cancelan cualquier posibilidad de gozar su edad biológica. Obvio es que más allá del discurso y los logros virtuales, la labor gubernamental en este contexto ha sido un rotundo fracaso, y el problema se agudiza cuando los organismos internacionales se limitan a exhortos y llamadas de atención que en la práctica no sirven de mucho.

Por ejemplo, en este caso concreto “la OIT y Unicef hacen un llamado a autoridades, empleadores, sindicatos y a toda la sociedad civil a redoblar esfuerzos en el combate al trabajo infantil en general y contra la discriminación de las niñas en su acceso a la educación, salud y tiempo libre para la recreación en particular. La OIT y Unicef reafirman su compromiso de seguir colaborando con los esfuerzos del país para combatir y erradicar el trabajo infantil, que ningún niño o niña se vea obligado a trabajar y que todos tengan garantizado su derecho a ser protegidos de la explotación y a desarrollar plenamente su potencial. La Convención sobre los Derechos del Niño establece el derecho del niño a estar protegido contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social. El convenio número 182 de la OIT sobre las peores formas de trabajo infantil reconoce que proteger a las niñas y a los niños requiere respuestas integradas que incluyen empleos y trabajos decentes para sus padres y medidas de protección social que les ayuden a mantener a las niñas y a los niños en la escuela”. Muy bien, pero nada garantiza.

De hecho, ante la contundencia de las cifras divulgadas por la citada organización no faltará la respuesta de algún cínico funcionario, en el sentido de que México está muy bien en este renglón, porque si bien en el país suman 3.6 millones los niños explotados laboralmente, en el planeta la cifra supera los 216 millones, de tal suerte que nosotros registramos una de las tasas más bajas. Lo cierto es que la OIT revela que en el mundo existen unos 216 millones de niños que trabajan, y de ellos 100 millones son niñas, 53 por ciento de las cuales realizan trabajos peligrosos que ponen en riesgo su asistencia a la escuela, perjudican su salud o su integridad física y moral. Adicionalmente, gran parte de su trabajo permanece oculto, dado que se realiza en hogares de terceros o en apoyo económico a algún familiar, particularmente en los campos agrícolas. La agricultura es en general uno de los sectores más peligrosos, en términos del número de muertes, accidentes, enfermedades y lesiones de origen profesional.

Tal vez para 2011 se conozca en detalle cuántos niños más fueron obligados a laborar en condiciones de explotación en 2009, porque independientemente del retraso en la información, el presente sí es un año de crisis, y brutal, por mucho que el gobierno pretenda ubicarla allende nuestras fronteras.

Las rebanadas del pastel

De la lectoría y el proceso electoral: fui nombrada presidente de casilla por el consejo distrital 30 del IEDF para la Casilla 591-B correspondiente a la sección electoral 591. El pasado jueves 11 recibí una invitación telefónica de parte de una empresa de investigación de mercado para asistir a una sesión dirigida sólo a presidentes de casillas para evaluar el proceso de capacitación y atención que había recibido por el IEDF y por mi asistencia recibiría 200 pesos en vales de despensa. Decliné la invitación ya que me comuniqué al IEDF y se me informó que no existía ningún convenio con ninguna empresa encuestadora para tales fines. Los datos que me fueron proporcionados fueron el lugar de la cita y organizadores. La llamada fue hecha por Claudia Mejía, con el teléfono 5230-0781, de TNS Investigación de Mercado, y debía presentarme en Calle Blas Pascal 205 4to piso, colonia Los Morales Polanco, entre Horacio y Homero, el sábado 13 de junio a las 10 am, con una duración aproximada del evento de dos horas. ¿Por qué sólo presidentes? ¿Cómo obtuvieron los datos de cada uno de ellos para tal efecto si no existe convenio? ¿Puedo denunciar los hechos ante alguna autoridad incompetente?, ya que después de Hildebrando ya sabemos que nunca pasa nada (Verónica López Núñez, ([email protected]).