Opinión
Ver día anteriorViernes 12 de junio de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Ruta Sonora

La enésima carcajada del Café Tacvba

E

n 1989, hacer rock original en México era suicida, un hobby paralelo a la vida real. Impensable vivir de ello como un oficio. Los toquines en hoyos fonquis prevalecían desde dos décadas atrás. Para la fresada, el Magic, el New’s; para los roquers, Rockotitlán, Rockstock, Hip 70; para los avant-garde, El Nueve. No vivírsela en Satélite, era vivir en el error. El movimiento apodado Rock en tu idioma, impuesto desde las disqueras, emulaba al rock español y argentino de alto rango que llegaba a estas tierras, en las cuales el fantasma Avandaresco seguía dejando apestoso rastro de intolerancia y prejuicio.

La onda entre las bandas era cantar en inglés, por no parecer naco, o ser el intento de alguna banda foránea. Dangerous Rythm, Kenny and the Electrics, Los amantes de Lola, Bon y los enemigos del silencio… Pero apareció Botellita de Jerez: “cantemos en español, hagamos un rock que, con ironía, contenga fondo y forma ‘nacionales’”. Maldita Vecindad siguió esos pasos, agregando bullanga callejera. Rockdrigo y Jaime López sabían que en el localismo del lenguaje habitaba gran fuerza por venir. Three Souls in my Mind cambió su nombre a El Tri; Caifanes cambió el new wave por los ritmos latinos… justo después de dar el paso que hizo que el rock mexicano dejara de ser conocido por unos cuantos para volverse masivo: su versión a La Negra Tomasa. Una cumbia-rock que traspasó nichos y públicos. El rock folclórico había llegado para durar una década (viendo sus estertores con la fusión afroantillana que impuso el mex-ska).

En ese contexto nació el Café Tacvba (como dicen ellos): de Ciudad Satélite, dos hipsters con copete a la Morrissey, pero huaraches y tololoche, y dos greñudos jipiosones, de a melódica o faldita, eran bajados a hielazos en Rockstock cuando intentaban emular a Agustín Lara con La última carcajada de la cumbancha..., mientras las plumas de la época (Sergio Monsalvo, Víctor Roura o el admirado Xavier Velasco) les arrojaban litros de encintada tinta desaprobatoria desde sus Olivetti. ¡¡¿Remedos de música mexicana, contrabajo, jarana y… secuencias electrónicas?!! Un escándalo. “¡Eso no es rock! ¿Dónde quedó el blues?” El entendido de que el rock está en la actitud, no era aquí una idea extendida, como hoy lo es.

Desde entonces, la bola de nieve (y cómo no, el recuerdo de Bola de Nieve y seres afines) ya no pudo ser detenida. El cuarteto de Naucalpan, con sus temáticas de francachelas chilangas, sus añoranzas por lo tradicional, sus polka-mambo-danzones, sus huapan-bachatas, su pop viajado, sus tecno-guitarrazos, su hardcore acústico, sus reflexiones existenciales, sus romanticismos… fueron marcando un estilo inconfundible que no intentaba ser el remedo de otros. No intentaron ser la versión mexicana de otra cosa, sino sonar a ellos mismos, premisa hoy muy diluida. Risa incrédula causó a varios, cuando declararon en 1994: Nuestro sueño es ser como los Tigres del Norte, no como los Rolling Stones.

Si a 20 años de formada, Café Tacvba es la banda de rock hecho en México más importante del país, es porque tiene gran claridad de lo que quiere, y mucha autocrítica. Desde su disco homónimo, de 1992, hasta el Sino de 2007 (pasando por el icónico Re del 94, o el maravilloso Yo soy del 99), Rubén, Meme, Joselo y Quique fueron invirtiendo en equipo, para armar solos su música, ayudaditos primero por Gustavo Santaolalla. Se sabe que los tacubos chambean con disciplina y pasión, y con exigencia a la calidad de su obra, ya sea grabada o en vivo, así como a no abandonar la coherencia, lo cual deriva en sólida credibilidad. Si bien son cambiantes sónicamente, su esencia permanece. Pues los mantiene firmes ser siempre fieles tanto a nobles causas sociales, como a sí mismos respecto de tener un pensamiento crítico, sin olvidar el desmadre. No son presuntuosos, y siempre dan con cautela cualquier paso.

Obvio no son los Beatles (alguna vez se les comparó, exageradamente), pero de aquéllos tienen algo: un halo de candidez, genio y humildad tales, que pueden conectar con todos los públicos, de todas las edades.

Sobra enumerar discografía o premios ganados, así como la internacionalización lograda en países de habla hispana y Estados Unidos. Lo importante aquí es unirse a la fiesta, a las dos décadas de gozo que nos ha brindado esta cuarteta de músicos entrañables, humorosos, exigentes. Taconear con La Ingrata, pero también dejarse asombrar por su rock intenso más reciente... Larga vida al Café Tacvba.

Gira 20 años, 20 ciudades: mañana, esta banda mexicana cumple 20 años. Foro Sol, 21 horas, $200 a $750.