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Presentó la antología La perspectiva del gato en edición bilingüe inglés-español

No hago poesía bucólica; la naturaleza me permite entender al mundo, aclara poeta de Canadá
 
Periódico La Jornada
Jueves 11 de junio de 2009, p. 4

Mediante la capacidad para la condensación que suelen tener muchos poetas, la escritora canadiense Lorna Crozier sólo comenta sobre el camino que prefiguran los actuales problemas del mundo: El futuro me hace llorar.

Crozier (Swift Current, 1948) visita México para presentar la edición bilingüe inglés-español de La perspectiva del gato (The Perspective of the Cat), una antología de su amplio trabajo poético, traducida por la escritora y cantante mexicana Carmen Leñero.

Durante una entrevista en la casa de Leñero, en Tlalpan, Lorna Crozier se muestra feliz con la traducción y con esta edición (Trilce-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes), que además incluye un disco con las canciones de Carmen y algunas lecturas de la propia poeta canadiense.

–En México su trabajo poético es poco conocido, pese a que en Canadá es muy querida. ¿Cuál es su visión de la poesía?

–La poesía es entrar en contacto, de una manera mágica, con las cosas comunes que me rodean. Es el descubrimiento de la propia memoria y su traducción y formulación en imágenes. Y como dice Octavio Paz, es caer, entrar en una segunda voz, que es la de la religión y la revolución. Y eso es, porque la poesía es visión y pasión.

–Ese entorno que menciona: su país, la naturaleza, las ciudades, los viajes, ¿cómo ha influido a su creación poética?

–No escribo sobre otros lugares, sino sobre mis lugares. Aunque he viajado mucho llevando mi poesía, no abordo lo ajeno. Me considero poeta de un lugar determinado, que son las praderas de Saskatchewan, y lo que espero es que mi poesía lleve esos paisajes al mundo. Es un territorio con mucha luz, no hay árboles, es muy abierto, es un espacio muy peculiar. La naturaleza ahí es el espacio. Mis poemas tratan de encontrar palabras para esa vivencia que da la pradera: de silencio y de apertura. Trato de hallar en mis poemas cómo dar voz a eso, al silencio, a la soledad que se siente.

Respeto a las culturas originarias

–¿Hay algún vínculo entre su creación poética y la visión del mundo de las culturas originarias de Canadá?

–Es algo delicado. Los integrantes de mi familia, que vinieron de Irlanda, fueron de los pobladores que llegaron a esa zona. Se sobrepusieron a cualquier cultura que hubiera a su alrededor. Lo cual me parece muy mal, porque impusieron su lengua, su cultura y, digamos, como si enterraran lo otro.

“Es hasta muy recientemente que las culturas originarias empiezan a contar sus historias. Y creen firmemente que son poseedoras de ellas; inclusive cada familia tiene ‘la’ historia del lugar y se siente orgullosa. Si yo escucho una de esas tantas historias y me gusta mucho, no puedo escribirla, porque les pertenece y ellos deben hacerlo.

Prefiero estar junto a escritores y poetas indígenas, aprender de ellos y apoyarlos, pero no adueñarme de sus historias, no robarlas. Es una cuestión de respeto.

–¿Cómo perciben su poesía en las grandes urbes de Canadá?

–Canadá está muy en la naturaleza, es un valor muy grande para nosotros. Pero no es una poesía bucólica, yo hablo de la naturaleza como parte de mi vida. Estoy conectada con eso y está integrado en mi cotidianidad. Y también escribo sobre muchas otras cosas: ideas, amor, relaciones humanas. No soy una poeta de la naturaleza, y que ésta es parte de mi lenguaje, de mi modo de entender el mundo.

Además, considera que es una poeta muy angustiada. En su obra, agrega, hay mucha melancolía y gran sentido de la pérdida. Hay un sentimiento de que todo se está perdiendo y por ello soy contemporánea. Por fortuna, tengo el descanso y el consuelo del humor negro para los poemas y la vida.

–La poesía puede tener mucho de visionaria. ¿Percibe alguna salida para los problemas de las sociedades?

–El futuro me hace llorar. Un poema es un pequeño susurro en la oscuridad.