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El país de la canela, su novela galardonada, no escatima crudezas de la conquista hispana

Confieren al colombiano William Ospina el decimosexto Premio Rómulo Gallegos

El escritor propone una lectura interpretativa de los primeros viajes de los europeos a América

La decisión se tomó al margen de consideraciones políticas, dice Poniatowka a La Jornada

 
Periódico La Jornada
Viernes 5 de junio de 2009, p. 5

El escritor colombiano William Ospina es el ganador del decimosexto Premio Rómulo Gallegos, por su novela El país de la canela, en la que narra la historia de los primeros exploradores españoles que llegaron al continente americano, informó este miércoles el comité organizador del galardón.

Aunque el anuncio oficial se produjo ayer, desde el mediodía del miércoles llegó a la redacción de La Jornada un correo electrónico de la página web de literatura colectivoadversus.blogspot.com, en el que se filtraba que el elegido era Ospina.

Ética de respeto al otro

La obra de Ospina, calificada como una lectura interpretativa de los primeros viajes de los europeos en el continente, fue premiada en reconocimiento a la sólida estructuración de sus capítulos, su fluido lenguaje, su vuelo poético y su ajustada eficacia narrativa, así como su capacidad de atraer al lector, explicó la escritora argentina Graciela Maturo, presidenta del jurado.

El país de la canela es la segunda parte de una trilogía sobre la invasión española, y a lo largo de sus 368 páginas el autor no escatima crudezas en los aspectos más brutales de la gesta hispánica, sin caer en burdas simplificaciones, abundó Maturo.

El mensaje de Ospina, dijo, supera dicotomías como la del hispanismo-indigenismo y alienta una ética de respeto al otro, tomando como inspiración los relatos del siglo XVI del cronista español Gonzalo Fernández de Oviedo.

Hace algunos días, el escritor galardonado describió su novela como un texto en el que se reflejan la codicia y las leyendas fantásticas que guiaron a los españoles en la conquista militar de América, lugar que confundieron con India –región donde abunda la especia de la canela– y donde pensaban encontrar riquezas y monstruos fabulosos.

Sólo se premia a buenos escritores

William Ospina, quien también es ensayista y poeta, nació el 2 de marzo de 1954 en la localidad colombiana de Padua, y se dedicó a la literatura y el periodismo luego de truncar sus estudios en derecho y ciencias políticas en la Universidad de Santiago de Cali.

Foto
William Ospina, en imagen de 2007Foto Víctor Camacho

Es autor de los libros de ensayos Aurelio Arturo, Esos extraños prófugos de Occidente y ¿Dónde está la franja amarilla?, además de los poemarios Hilo de arena, La luna del dragón y El país del viento.

La escritora Elena Poniatowska, integrante del jurado, al lado de los venezolanos Humberto Mata y Enrique Hernández, y el cubano Miguel Barnet, destacó en charla telefónica con La Jornada que la obra premiada forma parte de una gran saga sobre los viajes al nuevo continente, escrita con oficio y belleza.

El lenguaje es buenísimo y todos los capítulos enlazan muy bien uno con el otro. El vocabulario jamás decae, lo cual es muy difícil, y se ve que (Ospina) conoce muy bien la época de la que está hablando. No es sólo un novelista, es un poeta, señaló la escritora, quien ganó el Rómulo Gallegos en 2007 gracias a su novela El tren pasa primero.

Poniatowska, quien no asistió a Venezuela con el resto del jurado por problemas de salud, aseveró que el reconocimiento fue entregado sin tomar en cuenta consideración política alguna.

“No creo en premiar a escritores de izquierda o de derecha, sino a buenos escritores. También tuvo una buena posibilidad de ganar el libro del ecuatoriano Javier Vásconez, con Jardín capello, o Federico Vega, un venezolano buenísimo” que decidió de última hora no participar en el concurso.

La novela Casi nunca, del mexicano Daniel Sada, también hubiera sido aspirante a ganar el premio, pero nunca lo recibí como parte de los libros finalistas, dijo. Fue un trabajo enorme, y estuve en eso desde febrero pasado. Son tantos los libros que leí que hasta pensé en ya no volver a escribir uno yo. Ya tenemos demasiados, ironizó Poniatowska.