DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA SAADE
DIRECTOR FUNDADOR: CARLOS PAYAN VELVER
SUPLEMENTO MENSUAL  DIRECTOR: IVAN RESTREPO  
EDICIÓN: LAURA ANGULO   LUNES 1 DE JUNIO 2009 
NUMERO ESPECIAL


Portada

Introducción

La basura sin rienda
Gerardo Bernache Pérez

Gestión de residuos y participación ciudadana en Tepic
Claudia Estela Saldaña

Los residuos sólidos en el estado de Chihuahua
Luis Armando Lozoya

La producción y manejo de los residuos sólidos en Morelia
Otoniel Buenrostro

La importación de llantas usadas en Baja California
Sara Ojeda y Elizabeth Ramírez

Aprendiendo a vivir con la basura
Ana Carolina Velásquez

Una mirada al tiradero municipal de Peñasco, SLP
Carmen Himilce Macías

Los basureros y comunidades contaminadas
Gerardo Bernache Pérez

El patio trasero: los desechos industriales en La Pedrera, SLP
Francisco Javier Rangel

Gestión integral de los residuos sólidos de la UAM-Azcapotzalco
Rosa María Espinosa, Sylvie Turpin, Griselda Polanco, Alfonso de la Torrea e Irma Delfín


Correo electrónico:

[email protected]

  

Aprendiendo a vivir con la basura

Ana Carolina Velázquez Patiño
Investigadora independiente
Correo electrónico: [email protected]

En la época moderna, el bienestar se entiende principalmente como crecimiento económico, y éste arrastra consigo el consumismo y la contaminación ambiental. En el mundo se producen y envían al mercado miles de nuevos productos con presentaciones llamativas para los consumidores que no son otra cosa que residuos potenciales, que se compran para ser utilizados y poco después desechados. En algunos países (Estados Unidos, Japón, Alemania y los países nórdicos) se buscan y aplican otras técnicas para el tratamiento de la basura. El reciclaje y la incineración son algunas de las más practicadas y través de ellas se promueve una relación más amigable con el ambiente: se ahorra energía y recursos naturales, además se evita la contaminación de los suelos y los mantos acuíferos.

En países como México la razón que exponen los gobiernos para no utilizar estas técnicas todavía son las económicas, ya que la puesta en operación requiere de cuantiosas inversiones. Efectivamente, pero también es preciso mencionar que los primeros esfuerzos para corregir este problema han comenzado a través de los cambios en actitudes de consumo y de realizar prácticas simples de separación, tratamiento y disposición de los residuos. Este artículo intenta identificar algunos de los problemas detectados en nuestro país durante el proceso de consumo de un producto y la disposición de sus residuos, al mismo tiempo se identifican las soluciones que países europeos han manejado en las últimas décadas.

Procedimientos para la gestión de los residuos domésticos

En las últimas décadas, el crecimiento de la población en México se ha concentrado en las ciudades, donde los habitantes consumen enormes cantidades de artículos y generan igualmente volúmenes crecientes de basura. En cuanto al servicio de limpieza y recolección, con frecuencia es deficiente. Ante esta situación, los habitantes dejan sus bolsas de basura fuera de sus viviendas, sin una separación previa de los materiales o productos que podrían ser reutilizados con algún otro fin.

Aparentemente, lo que ocurre con la basura una vez que ésta se encuentra fuera del hogar no tiene importancia; pocos se interesan por conocer el destino que recibirá o lo que sucede si no es recogida por el servicio de limpieza. La justificación ante dicha apatía se basa en la creencia generalizada de que el único responsable de resolver este problema es el gobierno. En México no se tiene aún conciencia del beneficio que traería consigo la separación de la basura desde el punto de origen, desde las viviendas.

En los países pertenecientes a la Unión Europea se adoptó desde 1975 una ley que exige a los gobiernos garantizar una gestión segura de la basura con la que se minimicen los efectos perjudiciales causados por la recolección, transporte, tratamiento, almacenamiento y disposición de los residuos. Asimismo, esta ley fomenta el uso racional de los recursos a través de la reducción y recuperación de la basura, actividades en las que cada sector de la sociedad tiene que participar de distintas maneras. Estas se ejemplifican en el siguiente cuadro.

Obligaciones de los sectores sociales en la Unión Europea

Tras los primeros años de operar bajo los lineamientos exigidos por la ley, los países europeos coinciden en que la recolección y tratamiento de la creciente cantidad de basura generada es una actividad demasiado costosa para los municipios y en la que, además, debe intervenir la industria para cumplir cabalmente con el principio de responsabilidad extendida del productor.

El decreto Töpfer

El primer país en delegar a la industria la obligación de recoger sus productos, específicamente los envases desechados por los consumidores, fue Alemania. En 1991 publicó una ordenanza que obliga a las empresas a recoger sus envases desechados por los consumidores de sus productos. Con el fin de facilitar dicha labor a los productores, la ordenanza, conocida más bien como decreto Töpfer, ofrece dos alternativas de recolección:

Sistema de depósito, devolución y retorno. Los productores cobran a los clientes por el uso de sus envases. Este cobro adicional lo paga el consumidor final y el monto le será reintegrado cuando el envase sea devuelto al productor o al expendedor. Este sistema es similar a lo que en México se conoce como el pago de importe por envases retornables.

Sistema integrado de gestión. Este segundo sistema está configurado de manera tal que los productores-envasadores que no quieren tener las obligaciones del sistema anterior, puedan librarse de ello y dejar esa función a agentes económicos privados. Este sistema debe garantizar que los envases sean recogidos periódicamente en el domicilio del consumidor. El financiamiento de este proceso lo realizan los productores al pagar por cada envase que ponen en el mercado.

Este segundo sistema es el más difundido en toda Europa. Los envases integrados a este sistema se distinguen por portar un logotipo conocido como “punto verde”, que comenzó a funcionar en Alemania en 1991. Una de las peculiaridades de este sistema es que delega en los ciudadanos parte de la responsabilidad para que el programa funcione adecuadamente, de modo que su éxito está condicionado, en gran medida, a la sensibilización y educación ciudadana para la separación de su basura.

Consumidores ambientalmente responsables

Desde la puesta en marcha de estos sistemas los consumidores tienen que realizar distintas actividades para desprenderse de los residuos:

Separación cuádruple en origen. Los consumidores finales tienen que separar la basura antes de ser entregada al servicio de recolección en hasta cuatro recipientes distintos. Uno de ellos es una bolsa amarilla que se entrega gratuitamente en sitios oficiales y deberá contener exclusivamente materiales portadores del “punto verde”, como botellas, empaques y bolsas de plástico, así como latas y envases metálicos. El segundo contiene los restos de comida, tierra y materia orgánica del jardín. El tercero, únicamente cartón, restos de papel de oficina y material impreso. Por último, el cuarto recipiente contiene todos los residuos no reciclables, tales como ropa vieja, pañales, restos de productos higiénicos, polvo, escombro, entre otros.

Recolección selectiva en contenedores. Estos recipientes se localizan en las calles o zonas comunes como parques y estacionamientos. Las personas acuden allí para desprenderse de materiales como botellas y envases de vidrio.

Cambiar el estilo de producción, consumo y desprendimiento de un producto no es sencillo. Pero ha funcionado bien la combinación de educación ambiental, legislación pertinente y pago de impuestos ciudadanos, ya que logró que los consumidores tomen conciencia de que el manejo de los residuos es una responsabilidad compartida. Además, paga más quien más basura produce.

El resultado de la iniciativa por parte de las empresas, de los ministerios de medio ambiente y las ONG para la difusión de temas ambientales en los medios de comunicación y con programas educativos que han creado una cultura ambiental (junto con la presión reguladora del Estado), se expresa en mejoras sustanciales en el tratamiento de la basura. Y, claro, con repercusiones económicas y ambientales favorables para la sociedad en general y para la protección del medio ambiente. Esto se demuestra al comparar los datos de lo que pasaba con la basura hace más de una década y actualmente.

Destino de la basura producida en la Unión Europea

Destino de los residuos producidos millones de toneladas

1990

1995

2000

2002

444

480

545

566

Enterrados

78.4%

39.6%

31%

25%

Incinerados

21.6%

54.2%

38.2%

41.2%

Reciclaje

6.2%

30.8%

33.8%

Como se aprecia en esta tabla, el cambio más evidente es la disminución de los residuos que son destinados al entierro. Pero este simple cambio en la gestión ha traído consigo muchos otros beneficios, como la mejora ambiental y la prolongación del tiempo de vida de los rellenos sanitarios, la reintroducción de materiales en el ciclo de vida de los productos, ahorro de recursos naturales y energía, además de cambios de conducta en la población.

Lo que queda por hacer

Los ciudadanos mexicanos no podemos quedarnos de brazos cruzados y creer que algo así solamente se logra en otros países. Existen actividades muy sencillas que podemos realizar en el hogar, adaptadas de la experiencia de los europeos y con las que comenzaríamos a tomar el control de este asunto. Por ejemplo:

Separar nuestra basura desde el momento en que la producimos. La basura generada en la cocina podría ser dispuesta en una bolsa diferente a aquella en la que pongamos botes y latas y otros materiales reciclables.

Entregar en los centros de acopio el papel y las latas, o donar estos materiales a otras personas para que las vendan. Incluso los encargados de recoger nuestra basura se alegrarían de que ésta estuviera separada, pues podrían separarla de una manera más sencilla y venderla posteriormente.

Preferir el consumo de productos con menos empaque, pues así reduciremos la cantidad de basura inútil. Que los productos no tengan empaques llamativos no significa que estos tengan una calidad inferior.

Ahorrar en el uso de bolsas de plástico. En su lugar, podemos retomar las antiguas usanzas de nuestros padres o abuelos y llevar con nosotros la bolsa para las compras.

Éstas y algunas otras actividades son lo mínimo que podemos hacer como ciudadanos preocupados por preservar nuestro medio ambiente.

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