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El director escénico debutará hoy en el Teatro de la Ciudad con Rigoletto, de Verdi

Todas las piezas operísticas ejercen crítica social o política, sostiene Berger-Gorski
 
Periódico La Jornada
Domingo 24 de mayo de 2009, p. 5

No puedo creer en una ópera que carezca de sentido social o político, enfatiza el director escénico Bruno Berger-Gorski, quien marca así su postura de que el arte per se no tiene cabida en el género operístico.

“Todas la grandes óperas ejercen crítica social o política, incluso los títulos aparentemente ligeros o bufos, como La Cenicienta, que es muy alegre pero entre líneas tiene un marcado aspecto crítico, pues Cenicienta es un personaje pobre y maltratado por sus hermanas, pero al final llega el príncipe, que es rico, y se enamora de ella sin importar su condición social. Todas las obras cuentan con un subtexto fuerte”, explica.

Previo a su debut en México, con la puesta en escena de la nueva producción de Rigoletto, que la Compañía Nacional de Ópera presentará a partir de este fin de semana en el Teatro de la Ciudad, el creador austriaco sostiene en entrevista con La Jornada que el arte per se puede encontrarse en conciertos y recitales.

De igual manera, subraya que si bien el trabajo del director de escena es sustantivo para extraer y destacar las cualidades estéticas y el contenido crítico de cualquier obra, afirma que gran parte de esa tarea recae en el compromiso intelectual, humano y artístico del elenco.

No es suficiente que el director de escena tenga ideas fantásticas o enarbole un acendrado compromiso político y social; no, siempre depende de los cantantes y de sus capacidades. Todo montaje es un conjunto intelectual, pues el mejor director de escena, sin intérpretes que entiendan sus ideas y propuestas, no sirve.

Berger-Gorski trae a cuenta tales precisiones a propósito de que Rigoletto, sostiene, es una ópera con marcado contenido crítico social y político. Tan es así, acota, que la historia en la cual se inspiró Giuseppe Verdi, Le roi s’amuse (El rey se divierte), de Víctor Hugo, fue censurada en París, por considerar que manejaba temas contrarios a la decencia pública y, sobre todo, al principio de la autoridad soberana.

Aunque en realidad fue prohibida por la nobleza y los ricos al considerar que era una crítica y un ataque frontal a su manera de vida, destaca el director escénico. Lo que hizo el autor para llevarla en escena sin problemas fue trasladar las acciones de la corte de Francia a una italiana, la de Mantua, además de cambiar los nombres de los protagonistas.

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Bruno Berger-Gorski dirigirá a la Compañía Nacional de Ópera, aquí, durante un ensayo el viernes pasadoFoto Guillermo Sologuren

“Verdi durante toda su vida fue un compositor político; progresista, de pensamiento de izquierda, diríamos hoy. De allí que se obstinara en basarse en esa obra de Víctor Hugo para Rigoletto”, prosigue.

Esta es una obra muy fuerte, desde el punto de vista político, porque denuncia cómo muchas de las grandes fortunas nacen de la corrupción y evidencia los excesos de los ricos, así como los abusos que éstos cometen contra los pobres. También es una obra contra la ocupación política, ya que Italia estaba dominada en aquella época por Austria.

A partir de tal consideración es que el creador decidió situar históricamente su montaje, no en el siglo XVI, como se indica en el libreto, sino en un tiempo más cercano al nuestro: a finales de la década de los años 40 y principios de los 50 de la pasada centuria, porque esta fase de corrupción de los ricos contra los pobres es la misma que en la época de Verdi, y lo mismo se presenta en México como en cualquier parte del mundo, por eso la historia ocurre en un lugar indeterminado.

Acerca de la propuesta con la que debutará en México, Bruno Berger-Gorski aseguró que “será un Rigoletto diferente, al romper con el esquema convencional de los aspectos sicológicos y emocionales de los personajes.

Así, por ejemplo, la Gilda aquí no será la niña buena y algo sosa de otros montajes, sino que se revelará en sus emociones. Caso similar ocurrirá con el Duque de Mantua, quien pierde esa linealidad que lo caracteriza, para convertirse en un personaje de claroscuros.

De esta primera experiencia en el país, el director destaca que en ella ha podido corroborar el gran nivel y la enorme calidad de los cantantes nacionales, tanto desde el punto de vista del virtuosismo vocal como del desarrollo histriónico.

Al respecto, comenta que fue precisamente un intérprete mexicano, el tenor Rolando Villazón, quien, junto a la soprano rusa Anna Netrebko, revolucionó y transformó la dinámica del arte operístico en el mundo, al conjugar una virtuosa voz y un gran talento para la actuación. Ellos demostraron que la ópera no es una cosa para viejitos; la ópera es actual y política.

Las funciones de Rigoletto en el recinto de Donceles, Centro Histórico, serán los días 24, 26, 28 y 31 de mayo; martes y jueves a las 20 horas, y domingo a las 17.