Opinión
Ver día anteriorViernes 15 de mayo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ruta Sonora

Juan Son. Bat for Lashes

L

os escenarios van retomando su curso, después de toda una maniática tormenta de información y paranoia alrededor del virus A/H1N1. Pero mientras se averigua si son peras, manzanas, cerdos, aves, complots internacionales o mutaciones genéticas reales, y los foros no se llenan aún del todo, los discos siguen siendo buenos compañeros, justo en días de recesión, confesiones seniles y campañas en las que dan ganas de cachetearse a una niña pastelera, o en los que el PAN dice cosas infaustas como: demostremos nuestro amor no tocándonos. Contra ello, dos álbumes melódicos, coloridos, que evocan paisajes de fantasía, sirenas, unicornios: el debut solista de Juan Son (ex Porter) y el segundo plato de Bat for Lashes.

Corte fino

El tapatío Juan Carlos Pereda, antes conocido como Muzzgo, y luego como Juan Son, llamó la atención al lado de su banda original, Porter, desde el instante de su aparición pública, al menos en el Distrito Federal. Tras dos grabaciones independientes (Donde los Ponys pastan, 2004, y Atemahawk, 2007), los agudísimos cantos de este joven vocalista, así como sus letras extrañas, dislocaron a toda una generación de adolescentes deseosos de identificarse con alguien tan renuente como ellos a habitar el terrorífico mundo de los adultos.

Luego de tres actuaciones de Porter en el Vive Latino (la más memorable, en 2007), el grupo se desunió para dar paso al camino en solitario de este inquieto cantante y letrista. El álbum que estrena es Mermaid Sashimi, 2009 (sashimi de sirena), el cual da gran muestra de lo que su voz puede lograr, no en cuanto a virtuosismo, sino a poseer un élfico estilo de gran personalidad, encantador, con toda una intención pop, inteligente, lúdica, colindante con la melancolía y la ensoñación, detrás.

Aunque cantado en su mayoría en inglés (vivió de niño en Estados Unidos, excusa él), los arreglos, casi todos de corte orquestal (desde violines clásicos hasta teclados a veces barrocos, a veces tipo Vangelis, como en la magnífica Unicorn’s puberty, cual de ciencia ficción), y a la vez de electrónica digital, envuelven el imaginario de un chamaco influido por Björk, Sígur Røs y a veces en el electro-pop de los 80, lo cual, al lado de sus excéntricas letras, hacen de éste un festín multi-sabor en el que también caben los pasajes circenses a lo Danny Elfman (como en Captain Whirpool), o un ragtime espacial, en Toma esta menta, donde canta: voy a introducirme con tu madre, esta vez simpatizarle, y la del día siguiente administrar-le-le, la-la, lalalalalalá.

Foto
Juan Son

Ruiditos cual juguetes sonoros aparecen de inicio a fin en este platillo sonriente que es la galaxia de Juan Son, también en temas agraciados como los sencillos Goldfish y Nada (en español) o Ana Paula, en acordeón y cascabeles, dedicada a una amiga suya que falleció. También hay misteriosos tracks instrumentales y temas no tan afortunados: largos pasajes sin matices, como la que nombra al disco y El Resplandor.

Pero aun con los deslices, este disco marca un paso relevante dentro del pop de calidad hecho en México; un álbum original, extravagante, naïve, que pondera a la imaginación y la vitalidad como banderas. Prometedora carrera la de Juan Son, al que igual se le pide que cante más en español.

Y nada más como dato de su feliz ascenso, Juan Son está programado este fin de semana para tocar en Londres, en el prestigiado festival All Tomorrow’s Parties, encabezado este año por The Breeders, Throwing Muses, Teenage Fanclub, Gang of four, Wire, entre muchos otros. Ufff… Ojalá no le impidan actuar poniendo de pretexto la influenza…

Dos soles

Luego de Fur and gold (2007), Natasha Khan, la cantautora detrás de Bat for Lashes, emprende un segundo vuelo que, desde una portada que emula el arte de Pierre et Gilles, sugiere un mundo de cuento: odas a los príncipes malditos de sus pesadillas, a los caballos alados de sus castillos fatuos; temas que giran alrededor de su alter ego, Pearl, una rubia hedonista, de corazón desértico, autodestructiva. Se trata de un disco-concepto llamado Two suns (2009), con el que entre clavicordios, teclados suaves, coros angelicales, cantos gospel, cascabeles y percusiones tribales, esta inglesa-pakistaní continúa el camino sonoro, cual de hada, marcado desde su debut. Dualidad, amor, pérdida, al lado de dramáticos pianos y, ocasionalmente, beats y teclados synth-pop.

Sin embargo, a pesar de su belleza vocal, gema arrancada de la cantera de la que han emergido inspiradoras mujeres como Kate Bush, Tori Amos o PJ Harvey, aquí la frescura, contundencia y variedad de su primer disco se ven diluidas. No se pone en entredicho el talento, imaginación y futuro de esta guapa; sin embargo, aunque el álbum tiene hermosos momentos, y hace un dueto de primera con el legendario Scott Walker, en total éstos sus dos soles se oyen eclipsados… quizá por lo ambicioso del concepto: actitud cerebral que aquí la hace sonar un tanto más solemne, monótona. Se espera más para la otra.