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En algunos momentos se terminan pollo, pescado, carne de res, lácteos, sopas, frutas y verduras

Capitalinos provocan aglomeraciones en los supermercados por temor al desabasto

Desoyen recomendación de la Ssa de evitar sitios concurridos; el fenómeno, similar al de Navidad

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Aglomeración en un centro comercial de la ciudad de México ante temor de desabasto por cierre de establecimientosFoto Carlos Ramos Mamahua
 
Periódico La Jornada
Miércoles 29 de abril de 2009, p. 16

A la preocupación por un eventual –y hasta ahora infundado– cierre de los supermercados, desde el inicio de esta semana muchos capitalinos se han volcado a esos establecimientos, si bien ya se anticipa que a partir de hoy, cuando la gente cobre su quincena, el flujo será mayor.

Este inusual fenómeno ha llegado al extremo de provocar desabasto en los anaqueles de algunos establecimientos. Ha habido momentos en que se terminan las carnes (res y pollo), lácteos, sopas de pasta, frutas y verduras cítricas, así como el agua embotellada y los detergentes. Eso sí, lo que hay de sobra son los cortes de puerco.

Y aunque se asegura que no se paralizará esta actividad comercial y los autoservicios mantendrán el abasto regular y estarán abiertos en sus horarios normales, en los días recientes prácticamente todas las grandes firmas han debido ajustar con sus proveedores las dinámicas de resurtido.

Como los sistemas de las grandes firmas de autoservicio se mueven con la política de cero inventarios, esta presencia irregular de consumidores y la consecuente rotación acelerada de mercancías, aunque no ha roto la cadena de abasto, sí ha impuesto cargas de trabajo adicionales al Centro de Continuidad de Operaciones, como se denomina en Wall Mart, o sus equivalentes en las demás firmas.

Todo ello –se insiste–, con tal de no afectar el abasto. Puede decirse que en estos momentos esos centros operan con una rutina similar a la que aplican en las temporadas anuales de ofertas o en la navideña, según han comentado estudiosos del circuito comercial minorista.

En el Distrito Federal, el arribo de numerosos clientes en días y horas inusuales ha provocado –paradójicamente– aglomeraciones, fenómeno que las autoridades buscan evitar en otros ámbitos con el cierre de centros escolares, estadios y restaurantes, entre otros.

Si bien al parecer se ha contemplado recortar los horarios de los autoservicios, tal medida no se aplicaría, precisamente, porque entre menos tiempo estén abiertos, habría más concentración de consumidores. Con todo, hay algunas zonas donde los vecinos hacen el súper por teléfono, aunque esto implique un sobrecosto.

Pero las compras compulsivas o de pánico continúan: en el Superama de Eje 6, la noche del pasado lunes no había en los anaqueles agua, jugos, pan de caja, pollo, pescado ni carne de res. Los empleados comentaron que este comportamiento de los consumidores se vio sobre todo después del temblor –ocurrido al mediodía– y cuando se supo que la Organización Mundial de la Salud elevó a fase cuatro el nivel de alerta.

Este martes las cosas no fueron distintas. En el Citymarket –la versión gourmet de Comercial Mexicana– también había más gente de lo normal para un día entre semana.

La gente arrasaba sobre todo con productos de limpieza, como cloro, detergentes y jabones. Había suficiente comida, pero aun así se veía a señoras francamente descompuestas, llenando sus carritos, y llegaban al extremo de discutir airadamente con otras por su turno en la pescadería. Una compró como para un batallón: alrededor de ocho kilos. Para congelar, por si acaso, decía.

En este auténtico río revuelto se ve de todo: Chedraui desapareciendo los paquetes de algodón ante los mismos clientes, o en Soriana de Parque Delta mostrando, como gran gancho de su farmacia, todos los medicamentos antigripales

¿Y entonces, dónde quedó aquello que piden las autoridades de Salud, de no automedicarse?

Por la noche, si bien había disminuido la presencia de compradores, los supermercados todavía presentaban un panorama de compra excesiva: ya casi no había carne de res y en algunos ya faltaban marcas de leche; en un fenómeno poco entendible, la gente seguía comprando latas de atún.

Por razones estacionales o de excesiva demanda, el jitomate, por ejemplo, en Superama estaba en 24.50, y en otros establecimientos los clientes se extrañaban por el súbito aumento en el precio de medicamentos. Y la creatividad del marketing de los autoservicios llegaba al extremo de recordar en los carteles que la naranja es rica en vitamina C.