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Antes, José Luis contagió a su nieta, también ingresada

Peregrinar de un infectado culmina en hospitalización en el INER
 
Periódico La Jornada
Miércoles 29 de abril de 2009, p. 10

Enfermo, José Luis peregrinó por consultorios y clínicas particulares durante tres semanas, en las cuales fue atendido por bronquitis y recibió diversos tratamientos. Unos días mejoraba y otros se ponía peor, hasta que el miércoles pasado Ana, su esposa, lo llevó al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER). El diagnóstico fue influenza porcina.

Ana, tras sus lentes y el cubrebocas, está seria. Espera noticias de una nieta que ingresó en el área de urgencias con temperatura alta y vómito. Dice que mientras su esposo, de 49 años, estuvo enfermo y permaneció en su casa, sus hijos y nietos lo iban a visitar al pequeño departamento que rentan en San Miguel Teotongo. Allí la niña pudo haberse contagiado.

La salida de una carroza fúnebre de las instalaciones del INER, provoca silencio entre los familiares de los pacientes, que esperan en la calle. Ven pasar el vehículo con el cuerpo de Juana Toribio, de la sierra Mixe de Oaxaca, quien, según el certificado de defunción, murió de neumonía. Los familiares, desesperados, piden ayuda para trasladarla a su terruño.

Norma observa la situación, mientras espera información sobre el estado de salud de su esposo, Luis Enrique, hospitalizado en terapia intensiva, tras su ingreso, el 15 de abril. Primero los médicos le diagnosticaron neumonía, y ya le confirmaron que está contagiado del virus porcino.

Los casos de personas con síntomas de este virus siguen llegando a este nosocomio, sin gran afluencia, pero de manera constante. En la recepción se escucha a la gente enumerar los signos de la enfermedad: dolor de cabeza y en las articulaciones, fiebre alta, vómito con sangre.

Entre los hospitalizados predominan los casos de influenza porcina y de neumonía, de acuerdo con las versiones de los familiares, quienes también dijeron que ya les restringieron las visitas y sólo les darán reportes médicos. El INER concentra el mayor número de enfermos con el virus AH1N1.

Ana relata que José Luis, quien fue chofer de tráiler, llevaba varias semanas desempleado y días antes de que le diera gripe, encontró trabajo. El primer médico que vieron les dijo que tenía faringoamigdalitis. Otro le diagnosticó bronquitis y, como no mejoraba, lo hospitalizaron dos semanas y le trataron de curar una presunta neumonía. Le hicieron estudios, desde pruebas de VIH/sida, hasta de tuberculosis. Los resultados fueron negativos y el médico les dijo que ya no podía hacer nada. En cuatro semanas perdió 12 kilos.

Sus molestias continuaron y el 22 de abril, cuando se comenzó a poner morado, llegaron al INER. Ana lamenta que se están agotando sus recursos económicos: eran fruto de la liquidación que le habían dado a su esposo por nueve años de trabajo.

Afuera del hospital, los familiares de los enfermos esperan: parados, recargados en la reja azul o sentados en la banqueta que se extiende a lo largo del nosocomio. Neria Ortiz –quien es carpintero y todos los días viene de Tultitlán para estar pendiente de su hijo Julio César, de 23 años– dice que espera que este miércoles lo den de alta. Está hospitalizado aquí desde hace dos semanas con fiebre alta y vomitando sangre. Comentó que al joven, que también estaba desempleado, le diagnosticaron neumonía, pero fue algo raro, porque estaba muy bien. Un lunes le subió la temperatura y empezó a vomitar sangre.

Recargada en la entrada de la sala de espera, Ana dice que ahora José Luis está bien atendido. Ella se queda ahí, mirando la carroza que sale del nosocomio, en espera de noticias de su nieta.