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Total fracaso económico y social entre 2000 y 2006, dicen diputados

El foxista, sexenio perdido en materia de crecimiento

Informe sobre Cuenta Pública destaca la incapacidad del guanajuatense

 
Periódico La Jornada
Lunes 13 de abril de 2009, p. 5

El total fracaso económico y social del gobierno de Vicente Fox Quesada se explica no sólo por la incapacidad del guanajuatense y de su equipo para planear el desarrollo del país, sino porque dilapidó la renta petrolera de seis años en gasto corriente y servicios personales, rubro que pasó de 778 mil 200 millones de pesos a un billón 345 mil 900 millones entre el inicio y el fin de su mandato, concluyó la Comisión de Presupuesto en su informe de las cuentas públicas del primer gobierno del Partido Acción Nacional (PAN).

En el documento, que se prevé sea discutido en el pleno, a pesar de la oposición del blanquiazul, los legisladores indican que Fox Quesada desaprovechó la década de mayor crecimiento impulsada por las principales economías del mundo, y cuestionan que privilegió los altos salarios de los funcionarios públicos a la inversión en capital.

Las cuentas públicas de los seis años de gobierno de Vicente Fox aún no han sido votadas por el pleno de la Cámara de Diputados, debido a los obstáculos que ha presentado el PAN desde la 59 Legislatura, y más recientemente por las constantes faltas de asistencia del presidente de la comisión, Raúl Padilla.

Las conclusiones del sexenio foxista no son positivas, especialmente por el derroche de recursos para la nueva clase política del PAN. Así, por ejemplo, se señala que si bien hubo un recorte de personal en distintas áreas del gobierno federal, y que por ejemplo en el sector energético las nuevas plazas sólo se incrementaron en 16.9 por ciento a lo largo de su administración, las remuneraciones a los nuevos funcionarios crecieron 43.2 por ciento.

La administración federal 2000-2006, agrega el documento, estuvo mal planeada desde su arranque. Expresa que mientras los criterios generales de política económica para el último año de gobierno de Ernesto Zedillo consideraron un crecimiento de 4.5 por ciento del PIB, Fox prometió que ese indicador sería de 7 por ciento al cierre de su primer año de gobierno.

Asimismo, una gráfica sobre el crecimiento económico de esos seis años ubica un desplome de la economía entre 2000 y 2001, así como un ligero repunte a partir de 2002 y un cierre de 3 por ciento, muy lejos de la oferta de campaña de Fox.

También señala que si bien para 2006 el balance presupuestario fue positivo, de más 0.4 por ciento, equivalente a 9 mil 109.6 millones de pesos, los primeros cinco años fueron deficitarios, lo que para efectos de crecimiento económico expresa un déficit promedio de menos 2.27 por ciento. Esto es, define, se considera un sexenio perdido en términos de crecimiento y desarrollo económico.

Losos ingresos también modificaron su perfil. De ser 70 por ciento los tributarios y 30 los no tributarios en 2001, ambos indicadores pasaron a casi 58 y 42 por ciento, respectivamente, para el fin del gobierno. Si bien uno de los factores que incidieron en ello fue una caída crítica de los ingresos en el año 2002, en especial los obtenidos por hidrocarburos, que se redujeron más de 25 por ciento, la modificación en el tipo de ingresos no varió.

Respecto del análisis del gasto, a lo largo de la administración de Fox se mantuvo en una proporción de 65 por ciento y 35 por ciento entre el gasto programable y el no programable. Esto indica, señala el documento, que 35 por ciento del gasto fue improductivo, con las consiguientes consecuencias en el crecimiento económico, empleo, ingreso per cápita y combate a la pobreza, y que (Fox) destinó más de un tercio de los recursos en gasto corriente, en servicios personales y en materiales y suministros.

Inclusive, de manera sostenida la Secretaría de Hacienda autorizó constantes incrementos al gasto corriente, y se precisa que los ramos y entidades que mayores variaciones presentaron entre el presupuesto ejercido y el autorizado por la Cámara de Diputados en gasto corriente fueron las secretarías de Energía, Educación Pública, Medio Ambiente y Comunicaciones y Transportes, así como Petróleos Mexicanos, la Comisión Federal de Electricidad y el Instituto Mexicano del Seguro Social, además de la propia Hacienda.

Advierte que si bien a nivel general existió una política de reducción de personal, ésta fue aparente, dado que en algunos sectores hubo un crecimiento excesivo, así como de remuneraciones, lo cual dejó ver claramente una falta de racionalidad, disciplina presupuestal, de control de gasto corriente y, por tanto, una estrategia financiera errática.