Río de Janeiro, 9 de abril. El brasileño Adriano rompió el silencio después de varias versiones contradictorias sobre su ausencia en el Inter de Milán y reveló que, pese a no decidirse todavía a dejar para siempre el futbol, está replanteándose su modo de vida porque ha soportado una gran presión desde los 18 años y no le gusta vivir fuera de su país.

No sé si voy a quedarme uno, dos o tres meses sin jugar. Voy a repensar mi carrera, no estaba contento en Italia. Soy feliz en Brasil al lado de mis amigos y de mis familiares, dijo en rueda de prensa el Emperador, figura de la verdeamarelha.

Quería explicar lo que pasó en los días recientes. Dijeron muchas cosas en los periódicos. Todo lo que hice fue bien pensado. Conversé con mi familia, mis amigos y mi agente. Estoy haciendo esto pensando en mi felicidad.

El futbolista insistió en que no volverá a pisar las canchas hasta que recupere la alegría por jugar futbol e inclusive está dispuesto a renunciar al salario que le queda pendiente con el Inter, donde cobra unos 400 mil euros al mes, hasta que se solucione su situación con el club.

De 27 años, Adriano aseguró que no tiene nada en contra del equipo dirigido por José Mourinho, pero admitió no le gusta vivir en Italia y ya no soporta la presión a la que es sometido desde su adolescencia.

Mucha gente no lo entenderá, es una situación mala, pesada, no es fácil, pero es una opción de vida, precisó.

Negó padecer problemas de alcoholismo o depresión y estimó que de regresar a jugar en Brasil lo haría en el Flamengo, equipo donde se formó.

Antes, su representante, Gilmar Rinaldi, confirmó que de momento el Emperador no regresará a Italia y será él quien asista en su representación la próxima semana a una reunión con la directiva del cuadro milanés.

Contrariamente a lo que se dice, Adriano todavía quiere jugar pero está muy triste. Actualmente no tiene tranquilidad ni en Brasil ni en Italia, explicó Rinaldi, mientras el médico Marco Aurelio Cunha, del Sao Paulo, en el que el delantero jugó el año pasado, dijo que sus problemas son mentales.

Él no se emborracha todos los días, tiene impulsos. Cuando sale por la noche no logra controlarse y luego no le gusta que lo regañen al día siguiente. Entonces opta por pasarse un día más feliz convencido de que si vuelve encontrará un infierno, por eso se deprime, dijo el especialista, quien sugirió ayuda teraupética para el Emperador.