Opinión
Ver día anteriorLunes 30 de marzo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Niños

El lago de los cisnes

U

na noche esplendorosa, donde los cisnes murmuran algo entre sí, una noche especial desde que caminas rumbo a la isleta del lago menor del viejo bosque de Chapultepec, al llegar y tomar tu lugar el viento choca con los árboles y nos traslada hacia una época lejana y de fantasía, donde los príncipes son jóvenes gallardos y todos temen a los hechiceros, donde vemos caballos, castillos y magia. Una historia clásica contada con la exquisitez de los bailarines de la Compañía Nacional de Danza, que ayer concluyó la temporada de la versión número 33 de El lago de los cisnes en este lugar.

Es incomparable el sonido de los árboles, que en armonía con el agua produce un reflejo mágico del cuerpo de los cisnes que pasean en el lago y hace erupción a la vista de los presentes.

La música es de Piotr Ilich Chaikovsky y la coreografía original de Lev Ivanov y Marius Petipa, con arreglos coreográficos de Laura Echevarría, Jorge Cano y esce- nografía de Carlos López. Como primeros bailarines, Sandra Bárcenas, Raúl Fernández y Harol Quintero, quienes interpretan uno de los mejores pas de duex que hemos visto, cuyo arreglo coreográfico es llevado de la mano con el escenario natural, agregando caballos, cisnes y barcas de la época.

Sandra Bárcenas (Odette) nos deleita con una variación impecable, mientras Harol Quintero (Sigfrido) nos hace sentir etéreos con grandes sauts y técnica depurada. Después de las variaciones nos queda en el alma la sensación de volar con las bailarinas y bailar con los cisnes.

Esta historia nos narra a un príncipe de nombre Sigfrido que al llegar a la mayoría de edad es invitado por sus amigos a una cacería en los alrededores de un lago cercano con el propósito de distraerlo. Los jóvenes cazadores encuentran un lago dominado por el brujo Von Rothbart, quien al verse desairado por Odette la transforma en un precioso cisne junto con su corte. Sigfrido conoce a Odette al filo de la medianoche, al presenciar el desencantamiento de los cisnes. Von Rothbart observa este encuentro y en busca de venganza interpone a Odile, el cisne negro, para que el príncipe engañado rompa los votos del primer amor, confundido por la magia y la belleza.

Sigfrido, sin embargo, despierta y rompe el hechizo para luchar por el verdadero amor, por la verdadera reina de los cisnes y juntos enfrentan los poderes mágicos de Von Rothbart. El lago es escenario y cómplice de la historia, el sitio desde el cual cazadores y cisnes contemplan una embarcación que surca las aguas con un par de enamorados.