DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA SAADE
DIRECTOR FUNDADOR: CARLOS PAYAN VELVER
SUPLEMENTO MENSUAL  DIRECTOR: IVAN RESTREPO  
EDICIÓN: LAURA ANGULO   LUNES 30 DE MARZO 2009 
NUMERO ESPECIAL


Portada

Introducción

Codorniz mascarita, la extinción toca a la puerta
Horacio de la Cueva

El muro fronterizo: una amenaza para especies en peligro
Óscar Moctezuma O.

El borrego cimarrón, monarca del desierto mexicano
Roberto Martínez Gallardo

Los oasis de palma de abanico en las Californias
Ernesto Franco

Un murciélago en el delta del Río Colorado
Lourdes Mexicano

¿Basta la norma oficial para la observación de ballenas?
Refugio Chávez Ramírez

El tiburón ballena: ecoturismo para su conservación
Tania Paola Romero Brito

Tijeretas, las aves pirata de isla Santa Margarita
Mónica González Jaramillo

Aves inmutables en el Pacífico: ángeles de Guadalupe
Mario Guerrero Madriles


Correo electrónico:

[email protected]

  

El borrego cimarrón, monarca del desierto mexicano

Roberto Martínez Gallardo
Universidad Autónoma de Baja California
Correo electrónico: [email protected] 


Dos machos cimarrones. Foto: Roberto Martínez

El borrego cimarrón (Ovis canadensis) es el más grande de los dos borregos silvestres de Norteamérica. Su pelaje va de café rojizo a chocolate oscuro; con ancas, parte posterior de las patas y hocico, blanquecinos; su cola es corta y negra o café oscuro. Sus distintivos cuernos crecen curvos hacia enfrente a los lados de la cara, alcanzando gran tamaño en machos adultos. En vida silvestre vive hasta 11 o 12 años, en cautiverio hasta 20. Su dimorfismo sexual se caracteriza por machos más grandes de cuerpo y cuernos.

Norteamérica tiene siete subespecies, tres de ellas en México: O. c. mexicana habita las sierras sonorenses del Mar de Cortés, desde bahía Quino hasta la frontera con Estados Unidos. O. c. cremnobates y O. c. weemsi, se encuentran en el lado este de las sierras de la península de Baja California, desde la misma frontera hasta La Paz.

Vive en valles de templados a secos, asociados a montañas y cañones con o sin arroyos; de áreas alpinas a desiertos cálidos, agrestes, rocosos y con fuertes pendientes, en altitudes de 300 a 3000 m.


Tres borregos. Foto: Roberto Martínez

Se establece temporalmente en un lugar, del cual migra en primavera y verano dependiendo del alimento. Las migraciones de fin de otoño e inicio de invierno parecen relacionarse con las bajas temperaturas; busca lugares más cálidos en zonas bajas. Limita sus migraciones a 15 kilómetros de una fuente de agua. Otros factores son disponibilidad de sal y cobertura vegetal. Es activo en las primeras y últimas horas del día y las primeras de la noche, aumentando su actividad nocturna en verano.

El cimarrón en grupos y los machos de más de tres años se separan del resto; hay grupos maternales de hembras y jóvenes. En los machos domina el de cuernos más grandes y mejor combatiente. Los grupos suponen estrategias para escapar la depredación, evitar competencia entre ellos y disminuir perturbación de machos a hembras y jóvenes. El tamaño del grupo va de dos a nueve; varía por temporada y población.

Se aparean en otoño. La hembra lo hace desde los 30 meses; el macho es sexualmente activo a los siete años. La gestación dura 174 días, generalmente con una cría, a veces dos. Hembras y crías se aíslan del grupo unos siete días.


Borrega con su cordero. Foto: Roberto Martínez

Por su importancia científica y cultural, por su belleza, el borrego es apreciado regional, nacional e internacionalmente. Vale económicamente porque es el mamífero de caza norteamericano más buscado, pero apenas se inicia su aprovechamiento sustentable.

Sonora y Baja California Sur los conservan y aprovechan de forma regulada a través de Unidades de Manejo y Aprovechamiento de Vida Silvestre (UMA). En Baja California, no hay una cacería regulada desde 1990.

Aunque hay buenos resultados de conservación, no son suficientes. Debemos redoblar esfuerzos en este aspecto. Sin aprovechar al borrego en Baja California, hay en paralelo abandono y desinterés. La falta de compromiso, la avaricia y la ambición superan la tarea de conservarlo mientras las poblaciones decrecen. De seguir así, los únicos borregos cimarrones mexicanos serán los de los petroglifos y pinturas rupestres, evidencia de que allí habitaron los monarcas del desierto.

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