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Tumbando Caña

Ralph Mercado, un visionario de la salsa

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in duda alguna Ralph Mercado (quien falleció a los 69 años el pasado martes en Nueva Jersey, víctima de cáncer) fue el pivote más importante del fenómeno salsa a escala mundial. Su incansable actividad como empresario, productor y promotor musical provocó que este quehacer sonoro de los latinos y caribeños en Estados Unidos fuera conocido hasta en los rincones más apartados del mundo. Para decirlo claro: lo del boom salsoso se le debe a él.

Los conciertos de la Fania All Stars en el Cheetah, el Yankee Stadium, África, Asia, Europa y América Latina, promovidos por Mercado son históricos, y el imperio discográfico conocido como RMM (Ritmo Mundo Musical) no es otra cosa que la disquera de salsa más importante del planeta; misma que grabó a Celia Cruz, Gilberto Santa Rosa, Cheo Feliciano, Tito Nieves, Michael Stuart y todos aquellos grandes del género afroantillano que se desligaron del sello Fania o que no tenían casa grabadora, como Tito Puente, Michel Camilo y Oscar D’León.

De madre puertorriqueña y padre dominicano, Ralph Mercado vio la luz el 29 de septiembre de 1941 en el condado de Brooklyn, Nueva York; desarrollo su infancia y adolescencia en el hábitat bohemio del barrio latino.

Su contacto con el público salsero desde muy joven, en salones como El Hipocampo, La Montaña del Oso y El Corso de la Gran Manzana, le hizo entender la sicología del bailador. Sus primeras fiestas, organizadas en el segundo piso del edificio de Atlantic Avenue, en Brooklyn, donde el local se identificó como 20 the 3 & 1 Clu, se hicieron famosas. Allí comenzó su primera empresa promotora, conocida como Showstoppers, en la que lo mismo destacaban figuras de la salsa como Eddie Palmieri, Richie Ray y Bobby Cruz, que estrellas del soul de la talla de James Brown, Aretha Franklin o Gladys Knight & The Pips.

De su mano se impulsaron o corrigieron las carreras de Héctor Lavoe, La Lupe, Charlie Palmieri y Cheo Feliciano, entre otros. Su asociación con Jerry Masucci y Johnny Pacheco, propietarios del sello discográfico Fania, fue clave para institucionalizar el Festival Internacional de la Salsa, que comenzó en 1976 en la ciudad de Nueva York, y que se extendió hacia otras ciudades, como la ciudad de México, donde el empresario Miguel Nieto lo llevó a cabo durante varios años.

Entre 1987 y 1992, sus populares noches latinas en el Palladium de Nueva York lograron atraer unos 3 mil bailadores de salsa cada jueves. Asimismo, el Festival del Merengue y el de Latin Jazz atrajeron un público numeroso.

El cine fue otra de sus grandes pasiones. En ese renglón fue responsable de la cinta Nuestra cosa latina (1971), dirigida por Leon Gast, y Yo soy del son a la salsa (1997), encargada al cine realizador cubano Rigoberto López. Gracias a este último filme Celia Cruz logró entrar a Cuba, al menos durante el Festival de Cine de La Habana, donde cientos de compatriotas la ovacionaron.

Por cierto, la guarachera de Cuba, Celia, estableció con Mercado una entrañable relación de amistad, a tal grado que en cierta ocasión me dijo que si ella muriera y volviera a nacer con talento musical, lo escogería nuevamente como su representante.

En los albores del nuevo siglo, el sello RMM dejó de funcionar tras perder en la corte federal una demanda presentada por el compositor Glen Monroig, por los derechos de autor de su canción Yo soy, interpretada por Cheo Feliciano en la cinta Yo soy del son a la salsa.

En 2001, el productor vendió su catálogo a Universal Music y se acogió al capítulo 11 de la Ley de Quiebras, pero continuó con el Festival de Salsa y otros actos, al tiempo que incursionaba en el negocio restaurantero con la apertura de Alma Grill, Zona Rosa y Babalú, en Manhattan; además reabrió los clubes de baile Broadway y el LQ.

Hoy, tras su deceso, deja un legado muy importante, como señaló su amigo Eddie Palmieri; más aún, un ejemplo a seguir en nuestra música, a decir de Marc Anthony, cantante a quien, como a otros muchos jóvenes, llevó de la mano por una carrera ascendente.