Cultura
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Luis Herrera de la Fuente está por cumplir 93 años y recibirá la medalla de oro del INBA

Hacer música constituye un oficio de obsesión y sudor

El maestro trabaja en su primera sinfonía y prepara un libro sobre el arte de la dirección orquestal

Los únicos versos que conocen los políticos son los del Himno Nacional, dice a La Jornada

 
Periódico La Jornada
Domingo 8 de marzo de 2009, p. 2

Sostiene Luis Herrera de la Fuente en entrevista con La Jornada: En el fondo de mi persona sigo siendo socialista y una de mis mayores tristezas es que voy a morir sin ver instaurado el socialismo.

A punto de cumplir 93 años, lo cual ocurrirá el próximo 25 de abril, el director de orquesta y compositor recibirá el 15 de marzo la medalla de oro del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), en el homenaje que esa instancia, para la cual laboró durante cerca de tres décadas, le realizará en el Palacio de Bellas Artes.

Activo como siempre, el maestro trabaja en lo que será su primera sinfonía. “Sólo tendrá un movimiento –adelanta–, pues en esta época, así como la gente lee cada vez menos, está acostumbrada a vivir de manera fugaz y se desespera muy rápido”. A la par, escribe también un libro sobre el arte de la dirección orquestal.

La plática con Herrera de la Fuente, quien en su larga trayectoria se ha desempeñado también como docente y promotor musical, ocurre en la imponente biblioteca de su domicilio, ubicado al sur del DF. Pide advertir que posee más libros de arquitectura que de música.

Y es que quise ser arquitecto, pero no pude, ya estaba encaminado en la música. En mi vida tuve tres peleas conmigo mismo. La primera fue la literatura. De hecho mis amigos de juventud fueron Rubén Bonifaz Nuño, Juan Rulfo, Miguel Guardia y Juan José Arreola, narra.

Éramos muy jóvenes cuando nos reuníamos a platicar y yo no sabía que serían famosos; no eran sino escritores en potencia. Las otras dos peleas fueron la arquitectura y la música, y creo que sobra decir cuál fue la que se impuso finalmente.

Último coletazo del nacionalismo

Con pesar, Luis Herrera de la Fuente resalta que la música de concierto en México hoy día está en decadencia, al no contar con asideros, como sí los tenía en la época que él se adentró en el arte sonoro, al comenzar la década de los 40, cuando le tocó el último coletazo del nacionalismo.

Había una explosión en la música de México, movimiento; ahora no hay, no digo lo contrario del movimiento, porque esto se llama muerte, pero indudablemente existe mucha debilidad, mucha decadencia, lamenta.

Fue un bonito y muy interesante momento al que debemos sumar el auge del socialismo en aquel entonces, los movimientos socialistas en el mundo. Todo era muy romántico. Yo mismo entré al socialismo con mucha pasión. Un joven de aquella época que no hubiera tomado esa idea, indudablemente romántica, hubiera sido un cadáver prematuro.

También en un plano crítico, el maestro Herrera de la Fuente cuestiona el manejo de la actual política cultural del país y sostiene que existe enorme diferencia entre cómo se manejaba e impulsaba la cultura, sobre todo hasta mediados del siglo XX y cómo se hace desde hace unos cuatro sexenios.

“Nunca espero, ni nadie espera en el medio del arte y el intelecto, que los políticos sean cultos, porque casi sería una contradicción ser político y culto.

“Todavía no hay un François Mitterrand en México, gobernante que leía a los poetas y hacía política. Creo que los únicos versos que conocen los políticos mexicanos son los del Himno Nacional, y eso con sus asegunes.

“Hay una enorme diferencia entre lo de antes y lo que ocurre ahora. Hoy no hay tema, se vive sin asideros; el tema que dio el nacionalismo murió y eso era fuente de vitalidad. Aclaro que no soy nacionalista, pues las obras que compongo no lo son. No hablo como postura personal, sino de lo que observo en el país.

“En los sexenios recientes la cultura ha sido muy pobre, aunque el político, como tiene la obligación de ocuparse de las artes, hace declaraciones en pro de la cultura, pero en el manejo real ha sido deficiente. Se nota cuando mucho un cumplir en su manejo, pero sin pasión, sin convicción y, a lo mejor uso una palabra que no cabe, sin grandeza.

“Pienso que fue un gran error de Carlos Salinas crear el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, porque con eso no sólo quitó al INBA muchas de sus funciones y presupuesto, sino ha provocado que gran parte del manejo de las artes y la cultura quede a la deriva por la indefinición de a qué institución le corresponde hacer determinada cosa.

Foto
Luis Herrera de la Fuente, durante la entrevistaFoto Jesús Villaseca

Lo digo con la perfecta libertad de que no trato de hacer carrera; ya no debo tener precauciones ante la posibilidad de trabajar, de que no me inviten por no ser lambiscón.

Que el arte sonoro hable

Aunque el comienzo de Herrera de la Fuente en la dirección orquestal ocurrió cuando el oficio de director significaba ser un gran divo, casi un dios, sobre todo en Europa, destaca que nunca cayó en los excesos, el autoritarismo ni la soberbia que caracterizó a muchos de los artistas de aquellos años.

Como director de orquesta no se es más que un artesano. Uno va a una orquesta a hacer labores propias de la artesanía: poner las cosas en su lugar. Uno no debe buscar imponerse sobre la música, sino dejarla hablar, que es lo que creo que lleva a los públicos a una felicidad mayor, aclara.

“Me tocó la época del divismo. Dirigí en muchas partes de Alemania, pero en Berlín un crítico me llamó el Karajan mexicano, y me dije: por qué me compara con esa figura, no me sentía tal.

Pensé y pienso que yo era lo opuesto a Karajan. En primer lugar él era aristócrata y yo no. Soy un hijo de vecino; en segundo lugar, él siempre fue muy rico, y yo no, entre mi esposa y yo hemos trabajado para hacer nuestra casa. No tenía ninguna de las condiciones de Karajan. Aquí en México jamás me iba a endiosar, porque la manera nuestra de efecticismo no permite que se cree algo así como ocurrió con Toscanini en Italia o Karajan en Alemania y Viena.

Según el artista, resulta impensable que un director de orquesta se comporte hoy como un dictador; tampoco congenia con aquellos músicos que para hacerse respetar y valer ofenden o son sarcásticos con los atrilistas.

Sin embargo, reconoce Herrera de la Fuente, “a veces uno se exaspera. Tampoco el director puede ser san Francisco de Asís, porque trabaja con personas que están en tensión nerviosa. Un ensayo para todos los músicos es una tarea de enervamiento. El hecho de tocar es ya una tensión nerviosa.

Entonces, hay una atmósfera eléctrica. Sin ésta, la música sería una babosada. Claro, a veces ocurren cortocircuitos, pero no es algo irremediable.

La música, matemática altísima

Respecto de su trayectoria de compositor, Herrera de la Fuente menciona que ésa era su vocación original cuando decidió estudiar música, pero la dirección llegó como uno de los accidentes más afortunados en su vida.

Fueron más de 40 años los que dejó de escribir. Retomó el lápiz y las partituras cuando comenzaba a arañar las nueve décadas. Entre otros aspectos, define esa creación como un oficio de obsesión y sudor, y está convencido de que dentro de ese ámbito ya nada está por descubrirse.

Inclusive, considera “una aberración a todo eso que se llamó música experimental, porque en el arte la creación tiene todo menos experimentación, hay que saber lo que se va a hacer. Es un orden tan estricto como las matemáticas. La música es una matemática altísima y uno no se puede salir de eso.

‘‘Las personas piensan que crear es un ejercicio de la inspiración y el sentimiento, y no. Al mismo Bach le preguntaron en qué consistía el genio y él respondió que en sudor, muchos años después contestó lo mismo Pablo Picasso ante una pregunta similar.”

–¿Cuál es la mayor satisfacción en su vida profesional?

–Hay dos cosas de las que puedo hablar con convicción, porque a mis casi 93 años –el mes próximo llegaré a esa edad– es muy fácil entender que no tengo ninguna vanidad, sería idiota, de lo que pondría como grandes satisfacciones.

“Diré algo que va a sonar muy burgués. Lo más importante de mi vida es mi familia. No podría cambiar nada de ella por satisfacciones de lujo, karajanescas. Lo otro es mi trabajo.

Me di cuenta hace muchos años, pero al final de mi vida confirmo que lo único que realmente tiene uno es la familia. No podría haber dado ninguno de los pasos que he andado, si no hubiera tenido a mi esposa Victoria junto.