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José Emilio Pacheco instaló la cátedra con el nombre del poeta chiapaneco

A 10 años de su muerte, Jaime Sabines no ha tenido purgatorio porque no se le deja de leer
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 6 de marzo de 2009, p. 5

San Cristóbal de Las Casas, Chis., 5 de marzo. Es una fecha significativa que estemos celebrando a Jaime Sabines a los 10 años de su muerte, porque muy pocos autores, muy pocos libros sobreviven a esa marca, sobre todo después de la muerte de un autor que fue célebre, se produce el purgatorio.

Sabines no ha tenido purgatorio porque no se le ha dejado de leer y no se le dejará de leer.

Así comenzó su plática José Emilio Pacheco (JEP) al abordar el tema de Jaime Sabines y la generación del medio siglo, con la que se instaló la cátedra que lleva el nombre del autor de Recuento de poemas en la Universidad Intercultural de Chiapas.

Ante lo que llamó el desastre mexicano, sostuvo que la resistencia de la poesía se debe a su misma fragilidad. La poesía es el único arte que está completamente fuera del mercado, entonces no le puede afectar la crisis.

¿Qué es la fama y el triunfo?, se preguntó en seguida. No sé, es algo que tiene que ratificar cada lector. La poesía es una forma de conversación muy íntima entre dos personas. Sigo creyendo que es ese momento en que en silencio tomamos un texto y esas palabras ajenas se convierten en parte de nosotros.

Recordó que en 1950 se habló mucho del medio siglo para plantear que nadie sabe muy bien lo que es una generación; sin embargo, se apoyó en la tesis de José Ortega y Gasset (las generaciones cambian cada 15 años) que se ajusta bastante a la literatura mexicana.

Entonces hizo un recorrido desde 1910 (la generación del Ateneo), luego 1925 (la de los Contemporáneos) y 1948, cuando José Luis Martínez, en un famoso ensayo, decreta el fin de la literatura mexicana.

“Después de ese anuncio –afirmó– en 1949 comienza realmente una nueva literatura mexicana. Aparece el libro Varia invención, de Juan José Arreola, se publican los cuentos de Juan Rulfo en la Revista América y en 1950 los de Jaime Sabines y Rosario Castellanos, con cuya poesía “se ha cometido una injusticia, uno de los deberes de ustedes –dijo– es releer la poesía de Rosario Castellanos.

“Todos quisiéramos hacer buenos poemas y encontrar lectores. Sabines lo logró, ¿por qué? Al talento individual no lo podemos explicar ni por la sicología ni por las circunstancias. ¿De qué depende? Quién sabe.

“Sabines demuestra que la excelencia se abre camino siempre. Horal, en 1950, define realmente el tono de lo que va a ser la poesía mexicana en los siguientes 50 años del siglo XX: marca un tono, una voz que nunca se había escuchado.”

El mercado desvaloriza la cultura

Respecto del estilo de Sabines, José Emilio Pacheco sostuvo que la sencillez no es falta de artificio. Es más difícil ser claro que oscuro.

Respondiendo a preguntas de los asistentes, Pacheco se refirió, entre otros temas, al hecho de que el mercado ha desvalorizado totalmente la cultura, y subrayó lo importante que es la cultura para la economía del país.

Puso como ejemplo la reciente Feria Internacional del Libro de el Palacio de Minería, donde las ventas aumentaron; los libros son una mejor inversión, porque son durables. Yo digo que la mejor manera de estudiar modestia y humildad es ir a una feria del libro. ¿Cómo me atrevo a lanzar mi barquito de papel en este océano?

Pacheco no dejó de comentar que en la televisión no hay lugar donde no haya anuncios y que los del Instituto Federal Electoral duran 15 minutos sin forma de escapar. Y también que con los sueldos de los señores del IFE, bien se podrían publicar cien tomos de la joven poesía chiapaneca.

Finalmente, el autor de No me preguntes cómo pasa el tiempo compartió un recuerdo memorable, una amistad basada en la generosidad de Rosario Castellanos, quien escribió, al dedicarle su libro Lívida luz: A José Emilio, con la esperanza de que nuestra amistad perdure siempre.