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El barítono recién terminó su trilogía operística basada en La orestiada

Desde hace 50 años canto, pero mi vocación es la composición: Bañuelas
 
Periódico La Jornada
Domingo 22 de febrero de 2009, p. 4

Cuenta el barítono Roberto Bañuelas, un tanto en serio y otro en broma, que su carrera de cantante se ha extendido un poco más de lo que había estimado o planeado originalmente: ni más ni menos la friolera de medio siglo.

Su plan original, afirma en entrevista, era dedicarse a la composición, por lo menos cuando ingresó al conservatorio a estudiar esa profesión de manera paralela a la de canto: Decidí estudiar canto para hacerme rico en cinco años y después dedicarme a componer. Sin embargo, canto desde hace 50 años y vivo de ello, pero mi vocación de compositor siempre ha estado perfectamente definida, dice.

La anterior precisión del también pintor y escritor originario de Camargo, Chihuahua, viene a cuentas ante la sorpresa que causa la mayoría de las veces cuando hace referencia, sobre todo, a sus óperas.

En este género, el maestro Bañuelas realizó el estreno mundial de su obra El juicio, el pasado 18 de febrero, con la cual concluyó su trilogía basada en uno de los grandes clásicos, La orestiada, de Esquilo.

Esta ópera, escrita el año pasado, es precedida por Agamenón y El regreso de Orestes, las cuales fueron estrenadas en 2007 y 2008, respectivamente.

Sólo la primera de ellas cuenta con orquestación, aunque el compositor adelanta que dedicará todo este año a realizar lo propio con las dos restantes, con la intención de que sean estrenadas en 2010 en la sala grande del Palacio de Bellas Artes.

El origen de dicha trilogía se remonta a 1964, cuando el creador comenzó la realización de Agamenón, basado en el ya mencionado clásico griego, luego de buscar infructuosamente entre una obra de teatro la historia en la que basaría su argumento.

Años antes, como estudiante aún en el conservatorio, ganó el segundo lugar en un concurso de composición; más adelante, en 1959, se estrenó su poema sinfónico Avenida Juárez, pero la intensa actividad que tenía como cantante no le daba tiempo para dedicarse a la escritura musical, hasta que se abrió un espacio en 1964.

Sin embargo, su agenda como intérprete volvió a saturarse y debieron transcurrir más de 30 años para que el autor se rencontrara con la partitura y decidiera concluirla y estrenarla. A partir de ahí, en cuestión de sólo dos años elaboró las otras dos partes.

La duración de cada obra ronda entre los 30 y 35 minutos; el último título se distingue porque ya no sólo se utilizan voces femeninas en los coros, como ocurrió en los dos anteriores.

El hecho de ser cantante y tener una larga y exitosa carrera dentro de la ópera, no incidió para que Roberto Bañuelas imprimiera en escritura de esta trilogía aspectos más allá de los convencionales para los cantantes. Tampoco dio especial énfasis a las partes que llevan su tesitura, la de barítono.

Trabajo la línea vocal desde el punto de vista expresivo, no del virtuosismo. Lo importante es que lo musical se adecue a la importancia de las frases que cada personaje maneja. No me permito excesos, porque se trata de que cada voz haga su cometido.

Trato cada tesitura como corresponde a su acústica y su expresión. No compuse exclusivamente para barítono, sólo por ser mi voz. Si cada personaje tiene una responsabilidad existencial ante el destino, también debe tener su expresión autónoma y auténtica.

El autor define al suyo como un lenguaje musical que, en cuanto el estilo expresivo, “aprovecha las técnicas del siglo XX, sin ir más allá de Stravinsky. No manejo un lenguaje abstracto, porque va en contra del realismo específico que tienen las obras teatrales; tampoco recurro a los modos griegos ni a la música modal.

Mi expresión armónica va de acuerdo a la expresión del momento. La mía es música melódica no en el sentido convencional; es una melodía expresiva, pero no trata de ser complaciente.

Inquirido sobre su catálogo, el maestro puntualiza que consta de: tres óperas, dos poemas sinfónicos; danzas para viola y piano, también transcritas para violín; alrededor de 30 canciones, de las cuales ya está publicada la mitad.

Asimismo, “dos tocatas y un nocturno para piano, algunas suites que aún no he publicado –fueron mis primeros intentos como compositor–; pero siempre he compuesto con toda la seriedad y la responsabilidad que implica crear una obra de sonidos que tengan un mensaje”.

El juicio se presentará en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, el 25 de febrero.

La parte artística está encabeza por Rufino Montero, como director artístico, y Jaime Razzo, como director de escena, además de la participación de los Solistas Ensamble del INBA.

Los elencos, en tanto, están conformados por Ricardo Galindo, Gabriela Thierry, Mauricio Esquivel, Luis Gabriel Rodarte, Lorena von Pastor, Rubén Cosme, Violeta Dávalos, Linda Saldaña, Grace Echauri, Gerardo Reynoso, Gustavo Cuautli, Enrique Ángeles, Angelina Rojas, Eva Santana, Luis Rodarte y Mario Hoyos.

Estoy muy entusiasmado, concluye el maestro Bañuelas. La realización de estas tres obras es una aportación a la cultura y a la música mexicanas.