Opinión
Ver día anteriorMartes 17 de febrero de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Aniversarios

P

ocas novelas tienen entre sus protagonistas a la cocina y a los platillos que salen del calor del fogón; así ocurre en Como agua para chocolate, que cumple este año el 20 aniversario de la primera edición en 1989, cuya portada es una ilustración de Carolia Paniagua. Desde entonces la novela ha sido traducida a decenas de idiomas y leída por miles de personas.

Cada capítulo corresponde a un platillo; así se van presentando mes con mes recetas que recuerdan los libros de cocina mexicana de finales del siglo XIX, época en que se ubica la trama de la historia: torta de Navidad, pastel Chavela, codornices en pétalos de rosas, quizá la más recordada; mole de guajolote, con almendra y ajonjolí; chorizo norteño (como el que tuvimos oportunidad de probar en la presentación del libro en aquel entonces), caldo de colita de res, champandongo, chocolate y rosca de reyes; torrejas de natas, frijoles gordos con chile y, para cerrar, chiles en nogada.

Los sentimientos de Tita de la Garza, la protagonista, se convierten en ingredientes de estas preparaciones; así sortea el silencio impuesto por una madre destructiva. Y será justamente Nacha, la cocinera del rancho, quien además de comida, brinde a Tita protección maternal. Felicidades a Laura Esquivel.

Otros amigos que están de fiesta son Guadalupe Gómez Collada y José Enrique Bravo. Su revista, Ritos y retos del Centro histórico, nacida como resultado de un programa de radio del mismo nombre, cuenta en su consejo editorial, entre otros, con Jorge Nacif, quien conoce el Archivo del Antiguo Ayuntamiento como la palma de su mano; a José Luis Curiel, quien participa en la revista con interesantes artículos sobre la historia de la cocina mexicana, y a Felipe de la Lama, investigador de la historia del teatro; está aún en el recuerdo Jorge Carlos Frías.

La cocina y la gastronomía han estado presentes en cada número de la revista. Además de interesantes artículos sobre el tema, van desfilando uno a uno los restaurantes del Centro Histórico, contando su historia y describiendo sus especialidades.

No podemos dejar de vincular a Guadalupe Pérez San Vicente con este proyecto. En su afán de unir la tradicional cocina mexicana con la difusión de las riquezas del Centro Histórico de la ciudad de México, lugar que conocía ampliamente, Lupita impulsó veladas inolvidables junto con varios dueños de restaurantes de la zona.

Para este proyecto recibió el apoyo de dos de sus buenos amigos: Guadalupe Gómez Collada y José Bravo. Se integraron con entusiasmo los restaurantes Café de Tacuba, Hostería de Santo Domingo y El Cardenal, entre otros.