Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 15 de febrero de 2009 Num: 728

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Medellín, capital de la poesía
RODOLFO ALONSO

Nunca digas
TAKIS VARVITSIOTIS

El libro y la cuestión editorial
RAÚL OLVERA MIJARES

Francis Bacon: el espejo en sí mismo
MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

Francis Bacon: ¿maestro de lo despiadado?
JOHN BERGER

El horror en la pintura
BALTHUS

Martin Amis: la más cruda perspectiva
JORGE GUDIÑO

Leer

Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Angélica Abelleyra

Norma Blazquez: a establecer redes de conocimiento

Es como un caleidoscopio con sin fin de vistas. En su conformación profesional están la psicología, la fisiología, la biofísica y la filosofía, de tal modo que sus mundos de conocimiento están en muchas partes, pero siempre conectados, a fin de establecer redes, plantearse preguntas y tratar de resolverlas. Ese es el reto asumido por Norma Blazquez (DF, 1956) en su propio ejercicio intelectual y el que trata de inocular entre sus colegas para que los saberes especializados se contaminen, enriquezcan y agranden.

De joven le ilusionaba una carrera que le ayudara a entender a las personas y a sí misma. Tenía especial gusto por las ciencias de la salud, pero no se decidía entre medicina, biología y psicología, así que optó por la tercera y luego escogió la psicofisiología, porque era su manera de aprender cómo funciona el sistema nervioso y la relación de cuerpo, mente, memoria, sueños.

Sus padres no tenían relación con el mundo de la ciencia, así que, como sucedió con sus otros cinco hijos, aplaudieron el esfuerzo de Norma cuando ingresó a la Universidad Anáhuac (con becas) a estudiar psicología y luego la maestría en ciencias, con la especialidad de fisiología y biofísica, en el Cinvestav (del IPN).

El ingreso a este centro de investigación del Poli la reivindicó, pues su trayectoria anterior había sido entre colegios particulares y escuelas de monjas. Sus padres no querían que estudiara en instancias públicas y menos en la unam , entre porros y huelgas. Sin embargo, el escenario puma se atravesó en el camino y, dado que la carrera de psicología en la Anáhuac estaba incorporada a la unam , obtuvo el título con ese logo y se relacionó con modos de pensar de izquierda, como lo haría también en el mundo plenamente masculino del Poli, donde cinco mujeres empezaron a revolucionar las relaciones internas y a observar un trato lamentablemente diferenciado hacia ellas. Porque si bien no se sintió rechazada, sí notó discriminación cuando le preguntaban sus planes de casamiento o embarazo y ponían en duda la continuidad de los estudios, o cuando algunos maestros decían: “Es mona, dale chance.”


Foto: Diana Flores

Pese al ambiente incómodo, diluido con el tiempo, le encantaba la participación colectiva que se daba en congresos, asociaciones de estudiantes y marchas donde exigían igualdad de asignación de becas entre hombres y mujeres. Formó parte del Grupo por la mujer en la ciencia y, desde entonces, indagó en las causas de la escasa presencia y visibilidad femenina en este ámbito del conocimiento.

Cuando estaba en el doctorado, con pareja y una hija, decidió dejar la etapa de estudios avanzados, entró a trabajar en la unam y tuvo un encuentro que le afirmó otra de sus pasiones: el feminismo y los estudios de género. En 1989 entró a los seminarios organizados por El Colegio de México y el Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer , y con una beca desarrolló sus investigaciones sobre la relación mujer-ciencia. Primero publicó en el libro coordinado por María Luisa Tarrés, La voluntad de ser mujer en los 90, y esa tarea la impulsó a editar otro volumen, producto de su tesis de doctorado en filosofía en la UNAM, El retorno de las brujas. Incorporación, aportaciones y críticas de las mujeres a la ciencia (2008).

Apoyada en su momento por las filósofas Elia Nathan y Graciela Hierro (fallecidas), Blazquez examina en su libro el fenómeno de cacería de brujas en los siglos XIV al XVII, para demostrar que aquella persecución era motivada por el conocimiento “amenazante” que guardaban. Asimismo, analiza las características de la incorporación de las mujeres a la ciencia en el mundo, las desigualdades existentes en los puestos clave para las científicas y las aportaciones de la crítica feminista en la historia de la ciencia.

Pero ¿qué pasa hoy? Norma sonríe. Afirma que si bien la cacería de brujas terminó y hay mejoras importantes, las lagunas persisten. Los sistemas de ciencia y tecnología están abandonados como plan de Estado. No es natural el salto de la universidad hacia la investigación científica. Persiste la asignación cultural de géneros y de espacios. Las mujeres que finalizan el postgrado y que tendrían que incorporarse a las áreas de investigación, no encuentran plazas disponibles. Continúa la llamada segregación vertical, pues en la medida que se sube de nivel en puestos clave, hay menos mujeres.

Para muchos, llenar estas lagunas será cuestión de tiempo. Para la actual directora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, es mucho más: cambiar mentalidades e implementar políticas especiales para la incorporación de mujeres a la ciencia. Sólo así se podrá salvar la exclusión sutil que hoy viven las científicas. Una sutileza que la hace menos asible y más difícil de combatir.