Usted está aquí: viernes 30 de enero de 2009 Espectáculos Ruta Sonora

Ruta Sonora

Patricia Peñaloza
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■ La crema de 2008 (electrónico I)

2008 sigue retumbando en las mentes. Sin embargo, mucho del electrónico subterráneo, más cercano al arte que al pop, el cual sigue forjando música novedosa y excitante (en su mayoría “instrumental”), queda en las orejas de los iniciados, y no de las mayorías. Hoy, un recuento del mejor electrónico alterno del año pasado. Ya vendrá el electrónico más fiestero y conocido, al lado del hip-hop/reggae/soul.

1. The Advisory Circle. Other channels. El inglés Jon Brooks fusiona música incidental de filmes públicos de los años 50 a 70 (como algunos que indicaban qué hacer en caso de ataque nuclear) con toda una alucinación futurista de ambientales teclados viejos. Una maravilla, a la vez aterradora y entrañable.

2. Murcof. The Versailles Sessions. Nuestro gloriado tijuanense Fernando Corona compuso estos temas para el festival Les Grandes Eaux Nocturnes, en la ciudad que nombra al disco: extraordinaria obra electroacústica que arregla y procesa, elegante y templado, crudos instrumentos del siglo XVII (clavicordio, viola de gamba y flauta) con belcantos, para dar un fascinante y excepcional resultado.

3. DJ Rupture. Uproot. Prominente e inventivo trabajo de este ultra-rápido tornamesista, quien lleva el dubstep a dimensiones extra-cósmicas: ecos y sonidillos de sintes ochenteros, percusiones africanas y asiáticas, ambientes orientales, juegos de cuerdas... Instrumental o con voces, es toda una Babel, toda una delicia imaginativa, de superposiciones miles, cual los dosmiles suenan.

4. Philip Jeck. Sand. En su octavo disco, este artista experimental yuxtapone de modo brillante y mántrico sampleos y teclados para generar diluidos paisajes auditivos, cual en una pesadilla ácida y placentera. Extravagante y pachequísimo ambient del más fino.

5. The Caretaker. Persistent repetition of phrases. Cual si se quisiera distinguir fotos del siglo XIX, así se escucha este portento fantasmagórico de James Kirby, quien emula “borrosamente” coros y música a piano de los años 20 a 30, cual si buscara recrear los pensamientos de alguien con amnesia o Alzheimer, según enuncian los títulos. Enigmático y sobrecogedor. Artista favorito del finado John Peel.

6. Matmos. Supreme balloon. Tras estancarse en solemnes discos click & cut, el dueto de San Francisco vuelve con un octavo disco extra lúdico, burbujeante y chicloso. “No fue usado ni un micrófono en este disco”, indican. La consecuencia es una experiencia avant-pop la mar de gozosa.

7. Ryoji Ikeda. Test patterns. Este adalid japonés del glitch y la experimentación digital genera un plato de matemáticos y minimales sonidos duros, frecuencias, gis electrónico, que se repiten al tomar una serie de códigos digitales de cualquier “data”, y hacerla sonar. Audaz, impar.

8. Autechre. Quaristice. En su disco 10, el afamado dúo vuelve con una amplia y variada gama digi-exótica, que recuerda a Aphex Twin, al provocar intriga, paz y terror. Ponen al día sus emblemáticas texturas de antaño, al dar una sorpresa track tras track. Indispensables del género.

9. Byetone. Death of a typographer. El sueco Olaf Bender, ex Pan Sonic, ofrenda un collage de minimal-techno amistoso, a la vez bailable y artístico, glitchy, oscuro, aunque orgánico en sus “melodías” y estructuras. La crema del posmo-under gozoso.

10. COH. COH plays Cosey. El ruso Ivan Pavlov (COH se dice “son” y significa “dormir”) hace un festín exacerbado de corte y pega, con la voz humana femenina como pedacera original. Gemidos, palabras entrecortadas, atmósferas de bajísimo volumen y amplios silencios. Inaudito.

11. Alva Noto. Unitxt. El veterano arquitecto sonoro Carsten Nicolai deja lo ambiental-melódico para construir mecánicos “errores” electrónicos, fríos, cual retrato tecnológico actual: módems, teléfonos, ruido blanco, hechos música. Congelante.

12. Gang Gang Dance. Saint Dymphna. Inspirado en Brian Eno y Tetsuo Inoe, este combo neoyorquino mezcla acústicos sonidos orientales con instrumentos análogo-electrónicos y voces derretidas, para ejecutar inusitada y oblicuamente dubstep, electro y hasta bizarro reggaetón. Urbano, enfermo.

13. Stephan Mathieu. Radioland. Texturas volátiles, edenes coloridos hechos notas: así suena el personal, relajante y hermoso ambient de este californiano de origen alemán, en un séptimo disco cuyos temas son nombrados como los arcángeles. Onírico, celestial.

14. Fennesz. Black sea. El experimentado austriaco Christian Fennesz arma una campiña sónica con temas cual copos de nieve, plumas a flote o lágrimas fluyendo: un delicado y bello ambient-trónico proveniente de su guitarra acústica y uno que otro sinte sentimental.

15. Lindstrøm. Where you go, I go too. Este productor noruego regala tres larguísimos tracks de un electro-dance en apariencia ligero, mientras evoluciona y va creciendo cada uno. Electro-pop excéntrico, harto inspirado en Vangelis.

 
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