Usted está aquí: domingo 4 de enero de 2009 Política A la mitad del foro

A la mitad del foro

León García Soler

■ 2009: la hora de las machincuepas

Ampliar la imagen El dirigente nacional del PAN, Germán Martínez Cázares, y su antecesor, Manuel Espino, durante una reunión en la Cámara de Diputados en marzo de 2005 El dirigente nacional del PAN, Germán Martínez Cázares, y su antecesor, Manuel Espino, durante una reunión en la Cámara de Diputados en marzo de 2005 Foto: Guillermo Sologuren

Por sobre el tufillo a sacristía se desbordó la pestilencia del nazifascismo. Y el sordo lamento del hambre acalló los alaridos mediáticos de horror por la degollina. La civilizada recesión se sumó a la barbarie del recuento de muertos en la guerra contra el crimen organizado. Como si no bastaran los golpes de El Yunque y las cachetadas de los jóvenes polkos de Felipe Calderón. Espino a la sombra de Fox y Germán Martínez bajo las luminarias, gesticulador de la falange, patética imitación de inquisidor, delirante heraldo de la intolerancia.

Desde que Calderón le entregó el báculo, Germán Martínez Cázares es pastor con el rebaño disperso; predica el odio y pregona la victoria electoral que se le ha negado desde que le dieron la encomienda; acude al novenario mediático para loar las virtudes de Juan Camilo Mouriño y anunciar que los guiará a la victoria después de muerto. Frente a la terca realidad de las elecciones perdidas y los votos disminuidos, consulta el vuelo de las aves y asegura que el PAN, bajo su dirección, cuenta con la mayor aprobación de la historia; que el enemigo a vencer es el PRI, y son los mismos de siempre, los del pasado turbio y las trampas transparentes: sursum corda. Pero perdió todas las contiendas del pasado inmediato y va a perder todas las de 2009, año de elecciones de medio sexenio y de las machincuepas de la era del espectáculo maromero.

La peor crisis económica padecida desde la Gran Depresión de 1929 azota el mundo. La globalización se comprobó con el surgimiento de los demás, dice Fareed Zakaria en Newsweek; el final de la Pax Americana y el crecimiento económico de China y la India. La recesión acabó con la era Reagan-Thatcher y el dogma del mercado financiero que se regula a sí mismo y la acumulación de capital en las alturas para que algo escurra hacia abajo. Cumbre para la crisis mundial: Durao Barroso, de la Unión Europea; George W. Bush, USA; Aso Taro, Japón; Angela Merkel, Alemania; Nicolás Sarkozy, Francia; Gordon Brown, Reino Unido; Dimitri Medvediev, Rusia; Hu Jintao, China; Manmohan Singh, India; Ki Myung; Corea; Kevin Rudd, Australia; Jan Peter Balkenende, Holanda; Tayyip Erdogan, Turquía; Silvio Berlusconi, Italia; Stephen Harper, Canadá; Rodríguez Zapatero, España; Susilo Bambang, Indonesia; Abdalá Bin Abdulaziz, Arabia Saudita; Cristina Fernández, Argentina; Lula da Silva, Brasil, y Felipe Calderón, México.

Cumbre para el invierno de nuestro descontento. El procónsul Tony Garza empieza a despedirse con elogios a la solidez fundamental de la economía mexicana: “debido a su buen manejo financiero, México no ha hecho uso del crédito” de 30 mil millones de dólares ofrecido por el vecino del norte. Pero esa economía decrecerá en 2009 y durante los últimos 15 años se incorporaron al mercado laboral 18 millones de mexicanos, y se crearon 4.5 millones de empleos en la economía formal: tres de cada cuatro mexicanos del bono demográfico al desempleo, al desaliento.

Felipe Calderón anuncia inmediata inversión pública. Guillermo Ortiz no suda ni se acongoja; Agustín Carstens recibe agradecido el ingreso petrolero del año infausto de 2008: más de un billón de pesos aportó Pemex al erario. Jesús Reyes Heroles sonríe bajo la casulla de novicio trapense: Felipillo santo erigirá una refinería y los técnicos de Pemex, redescubiertos junto con el dinero oculto destinado a pago de la deuda pública, indican que los mejores sitios para construirla son Tuxpan, Veracruz, y Tula, Hidalgo.

Fidel Herrera Beltrán pide con el mazo dando: instalaciones para el Instituto Mexicano del Petróleo en Boca del Río, y un plan de “articulación gubernamental” para enfrentar la crisis: “Veracruz respalda al gobierno federal y al presidente Felipe Calderón para enfrentar los efectos negativos de la recesión y defender la economía popular”, dijo uno de esos del PRI; de los mismos, diría el hombrecillo que predica la intolerancia, el antisemistismo, la vergonzosa identificación del PAN con el sinarquismo falangista, con el nazifascismo.

Para colmo, para sumar estulticia partidista a la recesión, el desempleo y el hambre, los panistas veracruzanos se negaron a participar. El presidente del Comité Directivo Estatal firma el rechazo a respaldar al panista de Los Pinos: “El PAN, como partido responsable, no puede acercarse a firmar cheques en blanco al gobernador cuando éste llama a firmar acuerdos, pactos o convenios que solo él conoce”. La marcha de los tontos: sonámbulos con paso firme rumbo al abismo.

Al PAN de Felipe Calderón le pesa como una lápida la recesión económica; la cuerda en casa del ahorcado, y cuando el gobierno de Veracruz declara su acuerdo con la propuesta anticíclica del Presidente y propone “un pacto para aplicar de inmediato todos los recursos públicos y usarlos como motor para las inversiones privadas y defender empleos”, de inmediato, para evitar el pánico y el marasmo de la ineficacia (las izquierdas dispersas coinciden en la urgencia de hacer que los recursos fluyan de inmediato y no duerman en los archivos empolvados de la vieja Hacienda), el PAN, partido en el poder, duda, tiembla, rechaza toda propuesta del PRI. Vade retro.

Se apuntó un caballo Fidel Herrera en el juego de “mentirosa”. ¡Pachuca y el cubilete en la mano!, dirá Miguel Osorio Chong. Elecciones en puerta y en Hidalgo recuerdan la tajante respuesta a una solicitud de apoyo para obtener personalidad política: “Eso no se da por decreto, mi amigo”, respondió Javier Rojo Gómez. El PAN no alcanza ni 15 por ciento de los cargos de elección directa en lo que va del sexenio. Siete plagas y siete veces siete años de vacas flacas en ocho años, y Germán Martínez obsequia a la oposición el desdoro de su declarado filonazismo. Tanta admiración por Manuel Gómez Morín, la convicción legalista que optara por apartarse del extremismo sinarca, para acabar ilusionados con canonizaciones por decreto y el desconcierto de la desilusión.

La de Ernesto Zedillo es la historia de un resentimiento, dice Carlos Salinas de Gortari. A 20 años del 88, Manuel Bartlett afirma que Salinas pactó con Luis H. Álvarez, Carlos Castillo Peraza y Diego Fernández de Cevallos un programa panista, reformas constitucionales en lo agrario y las relaciones Estado-Iglesia; el vuelco a la Reforma y la Revolución a cambio de instalarse el Congreso y poder ponerse la banda tricolor. Manuel Camacho y Porfirio Muñoz Ledo también negociaron; el cardenismo cedió su primogenitura a cambio de un plato de lentejas en el Senado para el campeón de los maromeros: vendrían Zedillo, la pérdida de la mayoría en 1997, la entrega del Poder Ejecutivo de la Unión a la derecha, a un desequilibrado declarado prócer de la democracia por haber sacado al PRI de Los Pinos.

La causa de la causa es causa de lo causado, dicen los leguleyos. Sobre las ruinas del PRD, Andrés Manuel López Obrador moviliza a su fieles en defensa de la economía popular y espera ver el cadáver de su enemigo pasar.

El PRI ha ganado de todas, todas. Y va a ganar las elecciones de medio sexenio. Sin lastre de candidato prematuro, no conjugan el verbo madrugar como hace seis años. Ahora, “pueden porque creen que pueden”, como los de la frase que acuñó Virgilio.

Estos ya no son los mismos de entonces. Y para colmo, Germán Martínez cacarea los huevos de la serpiente en el nido del poder constituido.

 
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