Usted está aquí: miércoles 24 de diciembre de 2008 Cultura Estoy harto de la falta de cultura, del “no arte”: Pedro Friedeberg

■ En general lo que uno ve ahora en los museos es patético

Estoy harto de la falta de cultura, del “no arte”: Pedro Friedeberg

■ “Nuestra falta de civilización es igual a indiferencia y estupidez”

Merry MacMasters

Ampliar la imagen Pedro Friedeberg Pedro Friedeberg Foto: Deborah Turbeville

Ampliar la imagen La silla del Diablo La silla del Diablo Foto: cortesía del Museo José Luis Cuevas

Transcurridos 48 años, siguen vigentes los cuestionamientos del grupo Los Hartos, fundado por Mathías Goeritz con artistas como Pedro Friedeberg. En ese momento “estábamos hartos del arte practicado en aquel tiempo, que ya era bastante pobre, pero no tanto como el de hoy”, expresa Friedeberg.

“Ya no estamos hartos del arte porque ya no lo hay. Estamos hartos del no arte, de la pobreza de concepto, de la falta de cultura. Claro, todavía hay pintores muy buenos en México y en todos lados, pero en general lo que uno ve en los museos es patético”, agregó el pintor y escultor.

–¿A qué se debe el predominio del no arte?

–Es una falta de cultura generalizada, una aceptación de cualquier vulgaridad, una ignorancia total. El nivel educativo ha bajado muchísimo, ya no se enseña historia del arte, ni estética; entonces, cómo pueden saber lo que es bello y lo que es feo, lo que es aceptable y lo que no lo es.

Friedeberg, quien en 2009 festejará medio siglo de trayectoria, presenta en el Museo José Luis Cuevas (Academia 13, Centro Histórico) Alucinaciones elitistas, exposición antológica, abierta hasta el 11 de enero, que consta de 200 obras entre pintura, dibujo, escultura y gráfica. La muestra incluye obra tan temprana como su famosa Silla mano, que data de 1962, así como serigrafías de 1980, acuarelas de 2006 y acrílicos recientes.

Remedios Varo fue quien indujo a Friedeberg a realizar en 1959 su primera exposición individual en la Galería Diana. A lo largo de los años su obra ha mantenido su esencia: “Mi estilo siempre ha sido arquitectónico porque estudié arquitectura (en la Universidad Iberoamericana); también me gustan mucho los animales, estilizados a la manera art decó o art nouveau. Soy muy ecléctico, tomo prestado de muchos estilos y me gusta mucho el ornamento, hoy día totalmente olvidado. Tengo cuadros puramente ornamentales porque me fascinan los motivos aztecas, mayas, chinos, japoneses, los frisos griegos, romanos, egipcios, los jeroglíficos coptas, indonesios, así como elementos del arte popular”. También del op art, que hacen “bailar el ojo”.

Admirador de Piranesi y la familia Canaleto, Friedeberg reconoce que hay muchas interpretaciones detrás de cada obra, “por lo general sarcásticas o irónicas”. El cuadro titulado Mil casas para mil pendejos es “una burla de esas casas que hacen por millares para que habite la sobrepoblación del siglo XXI”.

–¿Qué ha hecho el tiempo a su obra?

–Mi arte no es vigente, es como de otro siglo, un poco anticuado, pero al mismo tiempo se comprueba que sigue de vanguardia, porque a veces lo más anticuado es lo de vanguardia. Siempre me ha gustado ir contra la corriente. El arte de hoy en día me parece en general muy pobre, porque hay tantas personas, jóvenes sobre todo, que no tienen ningún oficio, ninguna técnica. Creen que es muy fácil hacer lo que llaman una instalación o un performance que preparan en dos horas.

“Ya nadie quiere estudiar anatomía, perspectiva, colorido, texturas; esas cosas son caducas. Por eso le puse a la exposición Alucinaciones elitistas, porque en la actualidad es considerado elitista preocuparse del buen terminado de las cosas, de la técnica. Creen que es como presumir de saber hacer algo bien. Hoy día todo tiene que estar mal hecho, feo, son anatema palabras como elegancia, belleza, sutileza. Ya no hay estética. Todo tiene que ser lo más vulgar, lo más corriente; en fin, a esto ha llegado nuestra civilización, nuestra falta de civilización o nuestra sobrepoblación, que por lo general es igual a indiferencia y estupidez.”

Respecto a los cambios en su obra, Friedeberg señala que en fechas recientes se ha dedicado mucho a la caligrafía. Un cuadro contiene todos los sonetos en inglés de Shakespeare, y otro todas las máximas en francés de La Rochefoucault. “Seguramente, es otro elitismo escribir en francés, pero no tengo la culpa de hablar tantos idiomas.”

–¿Cuántos habla?

–Diecisiete, incluido el esperanto y el volapük, que es una forma de esperanto.

El Museo de Arte Moderno contempla una exposición de la obra de Friedeberg para 2009.

 
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