Usted está aquí: viernes 28 de noviembre de 2008 Cultura Giuseppe Penone no busca “representar la naturaleza, sino reflejarla en su cuerpo”

■ Lucilla Saccà describe la relevancia de una retrospectiva del escultor en Bolonia

Giuseppe Penone no busca “representar la naturaleza, sino reflejarla en su cuerpo”

■ El creador forma parte del movimiento de arte povera que tuvo un papel contestatario en el 68, dice la experta

■ La globalización impide la irradiación de un único centro cultural, afirma

Alejandra Ortiz (Especial)

Ampliar la imagen Volcar los propios ojos, 1970, forma parte de la exposición de Penone, impulsor del arte povera Volcar los propios ojos, 1970, forma parte de la exposición de Penone, impulsor del arte povera Foto: Paolo Mussat Sartor/ Cortesía MAMbo

Bolonia, 27 de noviembre. El Museo de Arte Moderno de Bolonia (MAMbo) dedica una de las más completas retrospectivas –que concluirá el 8 de diciembre– al escultor italiano Giuseppe Penone (1947), protagonista del arte povera (pobre) y uno de los mayores artistas vivientes en Italia.

Algunas muestras de Penone han sido montadas en prestigiados museos del mundo, como la del Centro Pompidou, en 2004, en París. Sin embargo, a diferencia de éstas, el curador Gianfranco Maraniello (director del MAMbo), no ha optado por una selección cronológica sino temática que recorre con eficacia los 40 años de carrera del artista: desde Alpes marinas hasta los célebres Árboles, Espinas de acacia, Ser río, Soplidos y Párpados, entre otras piezas.

Durante la visita al recinto, el “olor a tierra” penetra en el subconsciente, permitiendo tocar cuerdas profundas que evocan nuestro origen ancestral; en estas salas recordamos que el hombre y la naturaleza forman una unidad, no hay distinción ni jerarquía, sólo fusión. La sensación es fascinante: con pocos materiales “pobres”, con acciones mínimas, Penone decanta objetos provenientes de la naturaleza, los propone no como un readymade duchampiano sino ligeramente modificado por su mano, utilizando un lenguaje antinarrativo, anticonvencional, pero intensamente poético.

Grandes ventanales, la pulcritud y amplitud de lo que en el pasado fue un horno para elaborar pan, contribuyen a apreciar la belleza de las obras.

Renovación, desde Turín

Un acercamiento interesante a la obra de Penone lo brinda Lucilla Saccà, quien accede a conversar en su casa de Florencia.

Además de ser docente de historia del arte contemporáneo en la Universidad de Florencia, es escritora y ensayista; a lo largo de su carrera ha tendido puentes entre Italia y América Latina, dedicándose a la organización y curaduría de exposiciones en algunos de los más reconocidos museos de ambos continentes (en 1993 fue curadora de la exposición Alma Mater, en el Museo Nacional de la Estampa, de la ciudad de México), así como en las bienales de Venecia y Sao Paulo.

–¿Cuál es el entorno histórico de Penone al comienzo de su carrera artística?

–Inicia su trabajo en el año crucial del 68; el ambiente artístico italiano se encontraba fuertemente ideologizado, predominaba la esperanza de construir un mundo diferente: recordemos cómo las protestas de los artistas impidieron la apertura de la Bienal de Venecia y de la Trienal de Milán. Él formó de inmediato parte del movimiento arte povera, teorizado por el crítico italiano Germano Celant, a partir del término “teatro pobre” de Grotowski, y de la tradición religiosa italiana (San Francisco de Asís). Según la opinión del crítico de arte Renato Barilli, el arte povera anticipará los motivos salientes de la contestación del 68 que, con su poverismo, se opondrá a las categorías tradicionales del arte mediante el uso de materiales alternativos.

“El centro neurálgico de esta renovación es Turín, la ciudad más industrializada de Italia –sede de la Fiat–, así como también la más receptiva y actualizada. Galerías en la ciudad, como Persano y Notizie, tenderán redes con las galerías L’attico y La Tartaruga, en Roma; lanzando así a estos jóvenes artistas, que fueron aceptados casi de inmediato.”

–¿En qué modo el arte povera se diferenció de los correspondientes movimientos de vanguardia en América?

–Si el minimalismo se centra en el dominio del espacio, el arte povera concentra su atención en la energía, en el devenir, en la tradición del pasado. Respecto del land art, que utiliza espacios inmensos que modifican el aspecto de la naturaleza a gran escala, el arte povera juega con signos mínimos, se interesa por la materia y por la expresión de un arte a la medida del ser humano. El territorio italiano, como dijo Celant, “es un nudo gordiano” lleno de implicaciones históricas y limitaciones territoriales que impiden la concepción americana.

Metáfora de la ceguera

–¿Cómo logra el artista transgredir las estructuras del arte tradicional?

–Desde el principio, Penone trabaja en un clima de completa protesta, como lo demuestra una de sus obras más célebres presente en la retrospectiva de Bolonia: Volcar los propios ojos (1970); aquí usa una fantástica metáfora de la ceguera. El uso de unos lentes de contacto reflejantes permite imprimir en ellos la imagen del mundo, a pesar de que el artista no pueda verlo. En este ejemplo radica el sentido de toda su escultura: el artista no pretende representar la naturaleza, sino reflejarla en su propio cuerpo. La obra de Penone no se limita a la escultura, sino incluye también instalaciones y obras de pequeñas dimensiones, como el libro de artista.

–¿Cómo realiza Penone esa “comunión existencial” entre hombre y naturaleza?

–Su relación con la naturaleza consiste en intervenciones mínimas, que sin embargo modifican su morfología original: en la serie Alpes marinas (1968-1978) introduce el calco de su mano dentro del árbol como para impedir su crecimiento; con el tiempo, el árbol superará esa “herida” y a su alrededor le crecerán hojas. Pareciera que la voluntad del artista fuera la de parar el tiempo y el espacio.

–¿Puede recordar en algún artista latinoamericano influencias de Penone?

–Sí, se me ocurren sólo artistas coetáneos a él, ya que hoy la globalización ha abolido la irradiación de influencia por parte de un único centro cultural. De artistas propiamente mexicanos no podría pensar en algún nombre; en España, país que desde siempre ha ejercido influencia en México, el arte povera no tuvo eco. En cambio, Argentina y Brasil tienen más comunicación con Italia. Así lo demuestra la obra de Víctor Grippo, quien al igual que Penone, trabajó con tubérculos; recuerdo cuando hace años me mostró en su taller una instalación, donde aplicó electrodos de zinc y cobre a unas papas para demostrar que éstas producían energía. Me viene a la mente el brasileño Artur Barrio: la reja de carne que debía ir cambiando para que no se echara a perder, tal como el poverista Giovanni Anselmo y su escultura de lechuga. En el caso de México, su influencia es más de origen español que italiana.

 
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