Usted está aquí: martes 18 de noviembre de 2008 Cultura Creo con firmeza en la capacidad bienhechora del arte, dice autor cubano

■ Joel Jover muestra vírgenes e imágenes de santería elaboradas con material reciclable

Creo con firmeza en la capacidad bienhechora del arte, dice autor cubano

Gerardo Arreola (Corresponsal)

Ampliar la imagen Virgen con niño, una de las obras de Joel Jover incluidas en su exposición El arte de reciclar el arte, que presenta en La Habana Virgen con niño, una de las obras de Joel Jover incluidas en su exposición El arte de reciclar el arte, que presenta en La Habana

La Habana, 17 de noviembre. Vírgenes con niño e imágenes de la santería afrocubana están construidas con material de desecho, como latas y corcholatas de refresco y cerveza, libros viejos y telas usadas, en la sorprendente y más reciente serie del artista cubano Joel Jover (Puerto Tarafa, Nuevitas, Camagüey, 1953): El arte de reciclar el arte.

Dice el autor que concluyó el trabajo un mes antes de que el huracán Ike causara una tragedia, entre otras ciudades, a la capital de su provincia. “Ahora siento estas obras con un mensaje de aliento hasta para mí mismo”, cuenta a La Jornada.

“Mucha gente arregla sus casas reciclando aquella teja que le llevó el viento o la madera que se desprendió. Viendo el resultado final en los cuadros, quiero creer que así puede quedar de nuevo mi ciudad, que los árboles se volverán a sembrar, que los techos cubrirán las casas de nuevo, que los que hoy lo perdieron todo, tendrán, no ya sus cosas, pero otras para seguir viviendo. Por eso soy artista, porque creo firmemente en la capacidad bienhechora del arte.”

Con muestras en Madrid, Nueva York y Palma de Mallorca, invitado en 2007 al Salón de Mayo de París, Jover ha reciclado ahora parte de su producción anterior (que incluye madonnas y un recurrente motivo religioso) y agrega iconos (Lennon, Castro, Guevara, Martí), transformados por el material que los recrea y los convierte en imágenes desacralizadas.

Vuelta al pop art sin prejuicios

En la apertura de la exposición, en la galería La Acacia, el escritor Roberto Méndez se preguntó si se trata de un arte coleccionable o efímero, si resistirá una estancia en los museos o sólo vivirá su propia degradación.

Sin respuesta definitiva, Méndez decía que en cualquier caso la serie no escapa a esa “corriente recicladora” que se lanza sobre el pensamiento contemporáneo y se vuelve un arte que renace convertido en otra cosa, “y esa ‘otredad’, siempre de levedad insoportable, nos angustia”.

Joel Jover sostiene que su trabajo sí es perdurable. “Estas obras no sólo están construidas con material reciclable, sino que son producto del reciclaje de obras que han perdurado a través del tiempo. Sería una paradoja hacerlas eternas, cuando por su referencia ya lo son. Son producto de la modernidad, están concebidas para durar el tiempo necesario para no desmentir el pensamiento que le da origen. Yo sólo espero que los coleccionistas entiendan esto y no exijan de la obra cualidades que irían en contra de su propia naturaleza.”

Consultado sobre su conexión con el pop art y sus toques warholianos, Jover señala: “Pertenezco a una generación que se formó mamando del pop art. Lo veíamos en los diseños de libros, en nuestra ropa, en películas, escenografías de programas televisivos y a pesar de vivir en un sistema distinto al que dio origen al pop art, nosotros, los entonces estudiantes de arte, nos nutrimos de ello.

“Por muchos años derivé hasta la nueva figuración, quizá por mi tendencia nata al existencialismo y al expresionismo. Ahora un poco más en paz conmigo mismo y con la sociedad y con esta manía de reciclar todo, reciclo mis ideas, vuelvo al pop sin prejuicios y sin complejo, pegándome por momentos a sus figuras emblemáticas, una de ellas, quizás la más imaginativa y revolucionaria: la de Andy Warhol.

“De él, pero no sólo de él, tomo los elementos que me hacen falta para construir mi obra. Al fin y al cabo, sé que donde esté me lo perdonará.”

De la presencia de la religiosidad en su obra, Jover dice que responde a las características de Cuba, “una isla eminentemente religiosa, a pesar de que su Constitución nos hace un país de laicos. Creo que fue mejor así. Esto le ahorró al Estado el quebradero de cabeza que supone poner en armonía a católicos, protestantes, babalawos, espiritistas, paleros, santeros, abakuás, masones, rosacruces y no sé cuantos más.

“Crecí en un hogar católico, con una abuela espiritista y una tía santera, y mi arte es como esto. El mundo de la espiritualidad ejerce en mí la misma fascinación que cuando niño. Admiro este gusto por lo trascendente, venga de la creencia que venga. Por eso en mis obras la religiosidad se resuelve en una mística que apela al lenguaje de las diferentes creencias. Y voy desde la búsqueda de las fuentes más complejas de las creencias hasta la más popular, como resumen de una fe que es el alimento diario de la mayoría de las personas que conozco.”

 
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