Usted está aquí: martes 4 de noviembre de 2008 Espectáculos Gordon Smart, quien reveló el divorcio de Madonna, odia el periodismo de chismes

■ Firma la columna Bizarre del periódico británico The Sun

Gordon Smart, quien reveló el divorcio de Madonna, odia el periodismo de chismes

Ian Burrell (The Independent)

En su oficina de la redacción de The Sun, Gordon Smart reflexiona sobre el daño que pudo haber causado a la relación que ha cultivado tan cuidadosamente con Guy Ritchie, cineasta y esposo de la estrella femenina más famosa de la Tierra, Madonna.

“Lo he sopesado –dice el joven editor de la columna de espectáculos Bizarre (Extraño), de ese diario inglés–. Espero que cuando todo haya pasado nos tomemos una copa y ni mencionemos el asunto.”

El día de la entrevista, la cabeza principal del diario proclama: “Madonna: Guy es un cazafortunas”, y abajo: “Exclusiva mundial de Gordon Smart”. Según la columna, Madge se quejó con un amigo de que Ritchie “sólo quiere más y más dinero”.

Smart, escocés de 28 años, reconoce que perdió un poco el sueño por reportar sobre los problemas conyugales del cineasta. “Me hablaron del diario para preguntarme si iba a firmar la nota. Les dije que tenía que hacerlo. Es mi trabajo, él lo entenderá.”

Fue una nota de seguimiento a otra exclusiva de Smart, de la semana anterior: “Madonna y Guy: nos vamos a divorciar”, que dio la vuelta al mundo. Smart dice que no fue una filtración, como aseguró el rival Daily Mirror –el cual la atribuyó a Barbara Charone, agente de Madonna en Londres–, sino “una gran labor de equipo”.

Hubo de todo, “un poco de policía bueno y policía malo, algo de persistencia y mucha paciencia”, relata, lo que da idea de una negociación de alta escuela. Lo crucial fue el comunicado oficial con que la pareja confirmó la información al día siguiente.

“Ya se había publicado que no llevaban una relación feliz desde 2001. El Mirror recibió un tip en ese sentido hace unos meses, pero el golpe definitivo fue el anuncio en primera plana. Nos adelantamos a la competencia”, comenta Smart.

Tuvo que resistir “horas de nerviosismo” antes del comunicado conjunto de Liz Rosenberg, representante de Madonna, y un vocero de Ritchie. Pero esa tarde, cuando se presentó vestido con la típica falda de su patria en un baile del Club de Prensa de Londres, en el Museo de Historia Natural, era el hombre del momento. “Gracias a Dios, resultó cierto”, bromeó.

El bar como escuela

Un golpe así era lo que había deseado desde que empezó a trabajar en el periódico de su escuela, en Kinross. A los 18 años dejó las aulas para trabajar con la prestigiada editorial escocesa DC Thomson, en Dundee. Luego de tres meses partió a la Universidad Napier de Edimburgo para estudiar periodismo, pero se interesó más por la vida nocturna, al promover un exitoso club llamado Shark (Tiburón), al cual atrajo a estrellas de las telenovelas, futbolistas escoceses y cantantes pop. “Aprendí a dirigir un equipo y pulí mis talentos de entrevistador, porque me pasaba todo el tiempo hablando con los clientes en el bar”, recuerda.

Tras un periodo difícil en el que tuvo que emplearse hasta de entrenador de futbol, Smart regresó a Edimburgo para trabajar en una agencia de noticias. “Fue duro. Llamaba a las casas para pedir fotografías de chicos muertos, cubría las notas que nadie más quería, acosaba a las personas en la puerta de su casa para sacarles declaraciones.”

Su oportunidad se presentó en noviembre de 2003, cuando los premios MTV llegaron a la capital escocesa, y con ellos, los grandes nombres de las columnas de espectáculos de Reino Unido. “Los llevé a todos los centros nocturnos. Y una noche, en el Balmoral, Polly Graham (entonces en News of the World) me invitó a ir a Londres para trabajar con ella.”

Meses después lo transfirieron al diario hermano The Sun para colaborar con Victoria Newton, entonces editora de Bizarre. Señala que su experiencia en la nota roja le resultó valiosa. “Los reporteros de espectáculos tenemos un estigma: muchos editores creen que somos idiotas, oportunistas y aprovechados, que no hemos sufrido para ganarnos el puesto.”

En noviembre del año pasado, al restructurarse el equipo del diario, Smart quedó como editor de Bizarre. Para marcar el principio de su régimen, encabezó su primera columna con un “manifiesto” en el que prometía menos información sobre estrellas huecas estadunidenses, como Paris Hilton, y más sobre genuinos talentos británicos.

Sucia labor

“Las columnas de espectáculos se han vuelto increíblemente sucias. Me pareció que era el momento de hacer algo diferente, incluso dar noticias positivas.”

Este enfoque ha permitido a Smart construir relaciones duraderas. “Si uno habla bien de una película, un actor o una banda de rock, ellos lo buscan a uno. Se dan cuenta de que no soy mala leche y que respeto las conversaciones fuera de libreta. A la larga uno recibe más información y es más fácil mirarlos a los ojos la próxima vez.”

No siempre funciona. Robbie Williams lo mandó echar de un restaurante de Los Ángeles cuando se enteró de que era reportero de The Sun. El rapero Jay-Z le dio un empujón en el pecho porque criticó su presentación en Glastonbury. Jaime Winstone lo insultó tras bambalinas durante un concierto, aunque no logró citar las notas agresivas que le atribuyó haber escrito. Smart dice que a menudo lo culpan por comentarios mordaces publicados en otros medios.

Para él, los reporteros de espectáculos que se especializan en chismes son dignos de lástima. “Siempre he hecho lo mío y no me molesto en andar con ellos, revolcándome en quejas y negatividad.”

Pasan de las ocho de la noche y a primera hora de la mañana Smart deberá estar en el aeropuerto para volar a Nueva York, para una entrevista con el cantante galés Duffy, también cliente de Barbara Charone. “Madonna está en Nueva York, y sus publicistas en Estados Unidos y Gran Bretaña. Si puedo cenar con ellos, trataré de sacar el mayor partido.”

Dispara, y acierta.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
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