■ Rolando Cordera participó en el ciclo de conferencias por los 40 años del movimiento
“El arrojo de los jóvenes y su firmeza republicana fue lo más valioso del 68”
■ Persiste una falta de derechos, pero ahora son sociales, económicos y culturales, manifestó
Para Rolando Cordera el 68 mexicano es “una suma de grandes ambiciones y terribles conmociones; es una suma de recuerdos imborrables, del daño que pueden hacer la violencia y el abuso del poder, el odio a la inteligencia y a la cultura; pero también es un conjunto de remembranzas alentadoras de lo que pueden hacer el valor y la entrega de jóvenes educados, a las causa de la legalidad y la democracia”.
A lo largo de los 40 años transcurridos desde aquellos días, Cordera ha ido construyendo una convicción: lo “más valioso” de la época fue el arrojo de los jóvenes y “lo que hoy podríamos llamar su firmeza republicana”.
Esto explica en parte “la violencia criminal que acabó usándose en contra del movimiento, porque sin quererlo puso en evidencia las grandes fallas morales pero también institucionales del Estado mexicano, que se arrogaba la representación indiscutible de la nación entera y de la herencia de la Revolución.”
En otras palabras: “el movimiento hizo evidente que los gobernantes no estaban a la altura de su mandato”.
Rolando Cordera Campos –economista egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), doctorado en la Escuela de Economía de Londres, articulista de La Jornada– reflexionó sobre el tema la noche del martes, dentro del ciclo de conferencias conmemorativas del 40 aniversario del movimiento estudiantil que tienen lugar en el Centro Cultural Universitario de Tlatelolco.
Actualmente realiza un trabajo de investigación para demostrar que a final de cuentas, detrás de todos los fenómenos sociales, está también la aplicación de una determinada economía política, lo mismo en 1968 que en 2008.
Inventario de incumplimientos
“Los economistas soslayamos sistemáticamente que la economía política supone un cierto tipo de relaciones entre el Estado y los ciudadanos. Y ahora, con toda evidencia, esta economía política tiene que lidiar, procesar, encauzar un reclamo de derechos humanos”, señaló Cordera.
En 1968 estalló un problema que en el fondo tenía como origen la conculcación de los derechos y libertades políticas; el problema 40 años después sigue siendo la falta de derechos, pero ahora se trata de los derechos económicos, sociales y culturales”, añadió.
A diferencia del 68, “el tema ya no son sólo, y quizás ni principalmente, los derechos y las libertades políticas, aunque sigue presente, como lo constatamos en 2006”; el problema mayor ahora es que “no se cumplen los derechos económicos, sociales y culturales, consagrados por la Organización de Naciones Unidas y suscritos por México”.
Todo pasa –resumió el profesor de la Facultad de Economía de la UNAM– “por el crisol de los derechos humanos”. Las cuestiones son: ¿se cumplen?, ¿hay condiciones para que se cumplan?
Hoy tenemos en México “un inventario de incumplimientos en materia económica, social y cultural; un inventario abultado y es preocupante porque apunta al corazón de una vida social cada vez más urbana” y, como tal, “cada vez más compleja”.