Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 24 de agosto de 2008 Num: 703

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La Francia se Bruni
JOSÉ GAXIOLA LÓPEZ

Nuevas aventuras de Pigmalión
AUGUSTO ISLA

La verdad de la novela
MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ entrevista con ÁLVARO POMBO

Octavio Paz y el budismo de Wang Wei
ALEJANDRO PESCADOR

J.M. Coetzee: ¿a dónde nos lleva el progreso?
RAÚL OLVERA MIJARES

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Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

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FELIPE GARRIDO

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ROGELIO GUEDEA


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Luis Tovar
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¡Cuuumbia!

Es una tarde calurosa y La Cori (una cinematográficamente inédita pero desde ahora difícilmente olvidable Fernanda García Castañeda) va sola por los andadores comerciales de la ciudad de Monterrey, como quien simplemente curiosea la infinita diversidad de artículos en venta que ahí se ofrecen. Ignora que, a unos cuantos metros de ella, tan pronto la ha descubierto, El Neto (un Oliver Cantú Lozano coprotagonista en otro largometraje regiomontano, titulado Así) no le quita el ojo de encima ni un segundo; pero no sólo el ojo sino también el lente pues resulta que, como más adelante uno ha de enterarse, El Neto vive de grabar eventos sociales y, sea por deformación profesional o, como parece bastante más probable, por ciertas obsesas pretensiones videoastas, suele andar por todos lados cámara en mano grabando cuanto tiene frente a sí. Siendo figura y vestimenta de La Cori tan propicias a la sicalipsia que nadie, videoasta obseso o no, podría ignorarlas, El Neto naturalmente dirige el cien por ciento de su atención a su llamativa propietaria, máxime que ésta, en un momento dado, pone al descubierto la verdadera naturaleza de sus desplazamientos en el andador comercial: birlarle al propietario de un establecimiento un par de tenis deportivos. La cámara de El Neto ha registrado la mediana pericia que La Cori puso en la maniobra y, como no podría ser de otra manera, se dispone a seguir los pasos apresurados con los que la insoslayable guapa comienza a huir.

Así comienza el largometraje Cumbia callera (2007), dirigido por el de ninguna manera debutante realizador René U. Villarreal, a partir de un guión suyo y de Ana Rebuelta. Como Másdeuno puede anticipar sin exprimirse el magín, luego del obvio seguimiento que El Neto hace del posterior desplazamiento de La Cori hasta donde ella mora, el resto de la historia consiste en el modo y manera en que ambos habrán de terminar en los brazos del otro.

SIMPLICIDAD COMPLEJIZADA

Tanta planicie argumental es agradablemente aderezada por una complicación a su vez sencilla –valga el oxímoron–, pero manejada de tal modo que, a final de cuentas, habrá de convertirse en un motor dramático de potencia bastante para hacer que la cinta llegue a buen término. Dicha complicación no consiste más que en la presencia, la participación y el antagonismo de El Güipirí (un eficaz Andul Zambrano, de quien no se conocen antecedentes cinematográficos), a la sazón pareja sexual, y es válido suponer que también sentimental, de La Cori, cuyas notables casquivanía y enjundia en la ejecución del animal de dos espaldas no sólo y previsiblemente hace de El Güipirí el cornamentado de la historia, sino también proporciona al director la ocasión del que acaba siendo uno de los dos deslices reprochables que como realizador se ha permitido: primero con la pareja oficial y más tarde con la alternativa, hace a La Cori protagonizar sendas y mucho muy sabrosas cogidas, ciertamente útiles en el plano argumental para que se entienda el doble afán masculino, pero excesivas en cuanto a pietaje y, quizá también, en el manejo de una cámara que definitivamente se refocila de más.


Celso Piña

La sencillez extrema que en cuanto a historia exhibe Cumbia callera es compensada a suficiencia por una doble apuesta formal que no tiene que ver con la imagen sino con el sonido: salvo unas cuantas líneas absolutamente innecesarias pronunciadas por los protagonistas –“siga a ese camión”, dice El Neto a un taxista, por ejemplo, y he aquí el otro desliz–, el resto es una eficaz ausencia de diálogos, reemplazados por la música compuesta ex profeso por Celso Piña, el célebre acordeonista que ha hecho de Monterrey, ciudad norteña de México en más de un modo emparentada con sus vecinas estadunidenses, una suerte de territorio musicalmente colombianizado. Villarreal despepita sin mayores sobresaltos los muy poco novedosos avatares de su triángulo amoroso pero, al prescindir de un conjunto de frases posiblemente empobrecedor; al narrar a ritmo constante de ballenato, provisto de una notable habilidad para armonizar lo que se ve con lo que se oye, y finalmente al enmarcar la acción en los barrios populares regiomontanos, logra un filme poseedor de dos cualidades poco frecuentes en el cine nacional de estos días: originalidad y frescura.

ALBRICIAS

Este juntapalabras envía sus más sinceras felicitaciones a Carlos Mendoza y a todos quienes forman parte de la productora canalseisdejulio por sus primeros veinte años de existencia, así como por la edición del libro que los conmemora, Canal 6 de julio, la guerrilla fílmica, que “no pretende ser un acto autocelebratorio [sino] un texto autocrítico”. Dados los atributos del insustituible trabajo documental de Mendoza y compañía, no podía ser de otra manera. Enhorabuena.