Usted está aquí: domingo 24 de agosto de 2008 Cultura Eduardo II transita con vigencia por los excesos y la intolerancia

■ Escrita por Marlowe hace casi 500 años, la obra estrenó en el teatro Juan Ruiz de Alarcón

Eduardo II transita con vigencia por los excesos y la intolerancia

■ Emociones extremas, como mezquindad, erotismo y venganza, quedan ridiculizadas por la exageración de su interpretación

■ Continuará en el recinto universitario hasta el 30 de noviembre

Ángel Vargas

Ampliar la imagen Imagen del ensayo de la puesta de Martín Acosta, que se presentará a partir de diciembre de este año en el teatro Julio Jiménez Rueda Imagen del ensayo de la puesta de Martín Acosta, que se presentará a partir de diciembre de este año en el teatro Julio Jiménez Rueda Foto: María Luisa Severiano

Entre lo absurdo y lo trágicamente real, el humor ácido y la crítica descarnada, el erotismo y la intolerancia; ése es el territorio en el que se desarrollan las cuatro horas de la obra Eduardo II, que a casi 500 años de su creación fue estrenada la noche del viernes en el país, en un montaje a cargo del director mexicano Martín Acosta.

Escrita por el dramaturgo inglés Christopher Marlowe, contemporáneo de William Shakespeare, en ella se evidencian los excesos en la ostentación y el manejo del poder, la impunidad y la locura al que éste puede conducir, la febril y desvergonzada ambición por obtenerlo; una dinámica en la que la ética, los valores y los principios no tienen cabida, y sí dejan paso a la traición, el crimen, el odio y la venganza.

Tragedia propia de la época isabelina, traducida al español por Alfredo Michel, en la que se aborda la historia de Eduardo II, rey de Inglaterra, quien puso de cabeza al sistema monárquico al despreciar a los miembros de su corte, incluso a su propia esposa e hijo, y optar por su amante y un séquito de aduladores, lo que a la postre le cuesta la corona y la vida.

Teniendo como sede el teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario, en donde realizará temporada hasta el 30 de noviembre, la obra, en la lectura de Martín Acosta, semeja, por momentos, una especie de carnaval en el que el proceder de un monarca desquiciado por el poder y por anteponer su relación homosexual y sus caprichos sobre todo y todos, suscita cuadros y situaciones entre lo demencial y lo onírico, o una argamasa de ambos aspectos.

Igual de difusa es también la frontera de los estados emocionales y sentimentales que tejen la trama, toda vez que no culminan por erigir a la obra en una tragedia como tal, debido a los deliberados guiños humorísticos, inclusive algunos burlones, que el director escénico intercala en varias escenas, o los momentos que, se supone, deberían ser los más dramáticos.

Eso ocurre, la mayoría de los casos, mediante la exageración o la sobreactuación, a todas luces con el ánimo de ridiculizar la emoción o la situación a la que se alude.

Pero también con elementos escenográficos o acciones escénicas, como, por ejemplo, vestir a los guardias reales como afeminados caporales de la época porfirista, o el entrenamiento boxístico al que es sometido el príncipe, con todo y guantes, careta y bermudas, para representar la preparación militar con la que, sin saberlo, traicionará a su padre con el fin de sucederlo en el trono.

La propuesta del director escénico está centrada en una época y un lugar indeterminados, si bien los diálogos se refieren a Inglaterra y el vestuario, en gran medida, es el propio de la Europa de principios del siglo XX.

La escenografía, debida a Raúl Castillo, es austera, más bien minimalista, y consiste, en la primera parte de la obra, en un alto muro que evoca la parte frontal de un viejo edificio de dos plantas, el cual hace las veces lo mismo de un castillo que de un buque.

Para la segunda parte, en tanto, el escenario está prácticamente desnudo, sólo se extiende por el suelo pasto sintético y una hilera de troncos de madera, escenografía que, con la ayuda de la imaginación, se transforma en playa, el interior de un palacio, un calabozo, un monasterio y un campo de rugby.

Temática oportuna y vigente

Así, el planteamiento de Martín Acosta está sustentado en el trabajo de los 20 actores que integran el elenco –encabezado por Gabino Rodríguez, como Eduardo II; Ari Brickman, como Mortimer; Nailea Norvind, como la reina, y Roldán Ramírez, como Gaveston–, entre hay quienes deben representar doble papel, y que para fines de la obra recibieron preparación especial en banda de guerra y rugby, entre otras disciplinas.

No obstante la lejanía histórica que nos separa de su escritura, la obra se mantiene en mucho vigente, entre otros aspectos, al abordar la intolerancia que permea en torno de quienes detentan una preferencia sexual distinta a la marcada por las convenciones sociales, como es el caso del rey Eduardo II con su amante.

También, al referirse a la irracional forma de detentar el poder, la ambición mezquina de quienes lo ejercen y de quienes lo buscan; las alianzas y las traiciones entre las altas cúpulas; la corrupción y la impunidad; el odio y el crimen, y la falta de escrúpulos.

Un rey que busca saciar su deseo erótico y su sed de venganza mientras baila y bebe, festivo; militares desnudos que practican entre ellos pasos de tango para no quedar mal con las putas; una reina interesada en dar a su amante no sólo su pasión y cuerpo, sino, inclusive, la corona y el reino; cruentas batallas; persecuciones, asesinatos, decapitaciones, un magnicido... son parte de lo que puede apreciarse en este montaje, cuyo estreno en México fue, en términos generales, bien recibido por el público que llenó el teatro Juan Ruiz de Alarcón, que al final emitió comentarios que calificaban a la obra de “genial” y “atrevida”.

Hubo, sin embargo, algunas personas que decidieron irse en el intermedio, por considerar que la puesta era lenta, incomprensible e incluso aburrida.

Eduardo II es coproducida por la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes. Sus funciones en el recinto universitario son de jueves a domingo, a las 18 horas. Al término de su temporada en ese recinto, el 30 de noviembre, continuará sus representaciones, el año entrante, en el teatro Julio Jiménez Rueda.

 
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