Usted está aquí: miércoles 20 de agosto de 2008 Mundo Civiles georgianos denuncian limpieza étnica en Osetia del Sur por parte de milicianos

■ Los rusos, como invasores, deben responsabilizarse por lo ocurrido, afirman lugareños

Civiles georgianos denuncian limpieza étnica en Osetia del Sur por parte de milicianos

Kim Senguputa y Saunur Walker (The Independent)

Ampliar la imagen Una pareja de ancianos georgianos escapa de sus casas incendiadas por milicianos sudosetios en Kvemo-Achebeti Una pareja de ancianos georgianos escapa de sus casas incendiadas por milicianos sudosetios en Kvemo-Achebeti Foto: Reuters

Karbi, Osetia del Sur, 19 de agosto. Las tumbas eran poco profundas, cavadas con apuro. Una de ellas estaba en un cobertizo junto a una casa, el hedor rodeaba todo el edificio. Se colocaron rocas encima de la sepultura para impedir que animales la perturbaran. Ésta es la horrible evidencia, insisten los lugareños, de que los asesinatos motivados por limpieza étnica acompañaron este conflicto.

Los muertos eran georgianos que quedaron atrapados en enclaves dentro de la separatista Osetia del Sur y que se volvieron presa de los paramilitares que seguían a la tropas rusas al ingresar al territorio. El martes pasado, sobrevivientes describieron sus terribles experiencias por primera vez desde que surgió esta repentina guerra.

“Aquí es donde mataron a mi vecino, Koba”, dijo Zurab Razmadze, señalando la marca de sangre seca que que quedó en el concreto, a la entrada de su casa. “Sólo se asomó para ver qué ocurría y abrieron fuego contra él. Recibió tres balazos. No había razón para esto. Nada estaba haciendo”.

Koba Janashvili, de 37 años, murió el día que las tropas rusas ingresaron al distrito, según habitantes del poblado de Tkiavi, en Osetia del Sur, a un lado de la frontera con Georgia. Murió durante los saqueos, incendios y asesinatos que siguieron al ingreso de las tropas de los que la gente culpó a milicianos osetios.

“Estaban enojados y muy borrachos” dijo Razmadze, de 51 años. “Saquearon la tienda principal y luego empezaron a dispararle a la gente”. También hay manchas de sangre sobre una mesa en que su vecino fue colocado mientras agonizaba. Luego se le sepultó en su cobertizo y se apisonó la tierra con que lo cubrieron.

En Tkivai fueron asesinadas unas 30 personas, según residentes. Nodari Jumberi murió de un disparo a unas casas de donde falleció Janashvili, de nuevo, según residentes, en un ataque sin provocación. Fue sepultado en su jardín. Georgi Aljasvili, de 48 años, relató: “Había salido a buscar comida, fue algo arriesgado, tal vez no debió haber salido, pero tenía que alimentar a su familia. Lo mataron por ser joven y georgiano”.

Roza Chijinadze recordó las aterradoras visitas de la milicia. “Vinieron en dos ocasiones con un vehículo todo terreno militar seguido por un minibús. Normalmente eran tipos jóvenes, de poco más de 20 años. Se comportaban como si anduvieran de cacería”.

Muchas de las casas de la aldea fueron robadas e incendiadas. En la plaza, un comercio fue vaciado y quemado. Cajas destruidas por el fuego y rebanadas de sandía estaban regadas por el suelo.

Otro Srebrenica

Matiko Elbashidze, de 92 años, vino a Tkiavi buscando un lugar seguro. Sentada y encorvada en una silla de ruedas, bebía agua de una vieja botella de refresco y recordó el camino de cuatro días desde su aldea abandonada, a 20 kilómetros de distancia. Durante este tiempo durmió en el bosque. “No tiene amigos o familiares aquí, pero encontraremos a alguien con quien pueda quedarse”, señaló un lugareño.

En la siguiente aldea, Karbi, Yenguiz Tevdorashvili padecía un dolor inconsolable. Todo lo que para él era preciado fue destruido cuando su casa fue blanco de una granada de artillería. Sus únicos parientes, en un caserío a casi 10 kilómetros de distancia, están desaparecidos. “Miren lo que le han hecho a mi hogar”, susurró con lágrimas corriéndole por las mejillas. “Soy un viejo, todas las fotografías de mi familia; todo y todos se han ido. Ahora no tengo dónde vivir, ¿quién va a ver por mí?”

Pero Kaja Lomaia, quien encabeza el Consejo de Seguridad Nacional de Georgia, aseguró: “Los rusos invadieron, así que deben responsabilizarse de lo que ocurrió mientras ocupaban el territorio. Esto es otro Srebrenica”.

Un gran anuncio espectacular en la carretera a Gori mostraba la imagen de resueltos soldados georgianos con el eslógan “Únete a los reservistas y sé patriota”. Un vehículo blindado de transporte de personal militar estaba junto al anuncio, mientras eran sembradas minas antipersonas, a unos 400 metros de distancia.

Mientras, en el puerto de Poti, unos 20 soldados georgianos eran tomados prisioneros a punta de pistola por militares rusos. Les habían vendado los ojos y los subían a vehículos estadunidenses Humvee, vendidos al ejército de Georgia, para ser llevados a prisión.

© The Independent

Gabriela Fonseca

 
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