Usted está aquí: martes 5 de agosto de 2008 Sociedad y Justicia Las trabajadoras sexuales tailandesas, “profesionales que previenen el sida”

■ “Son las que más han aprendido a exigir el uso del condón”

Las trabajadoras sexuales tailandesas, “profesionales que previenen el sida”

Mariana Norandi

Ampliar la imagen Liz Hilton, integrante de Mekong Sex Workers, en uno de los locales que se instalaron en la Aldea Global Liz Hilton, integrante de Mekong Sex Workers, en uno de los locales que se instalaron en la Aldea Global Foto: Cristina Rodríguez

Liz Hilton es una trabajadora sexual tailandesa que ha roto esquemas y estereotipos sociales en torno a ese sector de la población en el país asiático.

Ha venido a México, junto con otras mujeres, a colocar un estand en la Aldea Global de la 17 Conferencia Internacional sobre Sida, y decir al mundo que las trabajadoras sexuales en Tailandia no son un problema en la propagación de la enfermedad, sino parte de la solución, y que ya no juegan el papel de víctimas del VIH, porque “se han convertido en profesionales de la prevención”.

Liz no dice su edad, pero parece estar atravesando la década de los 40. De tez blanca, cabello claro, cuerpo robusto y simpatía que no sólo sorprende, sino invita a seguir su sentido del humor.

Asegura que en Tailandia, país con una población de 62 millones de personas, las cifras oficiales indican que existen 200 prostitutas; sin embargo, apunta, “esa cifra no exacta. Pueden ser 200 mil o un millón”. Tampoco nadie sabe cuántas personas están infectadas del VIH. El gobierno dice que 90 mil, pero Liz tampoco cree eso. A ella no le importan los datos, sino las vidas de las personas.

Esta mujer es parte de la organización social Trabajadoras Sexuales de Mekong, que se llama así porque integra a mujeres de Tailandia, Camboya, Birmania y Laos, “con las que no sólo compartimos trabajo, sino también un río: el Mekong”.

A Liz le molesta, aunque no lo expresa con el rostro, sino con punzante ironía, que se aborde el tema de la prostitución tailandesa “desde la lástima o desde el sensacionalismo de los documentales televisivos hollywoodenses”. El asunto, dice, hay que tratarlo desde una óptica de los derechos humanos y la no discriminación.

“Hay muchos aspectos que reflejan esos programas de televisión, los cuales no son tan ciertos. En Tailandia los trabajadores sexuales somos mayoritariamente mujeres adultas, madres. Por tanto no permitimos que las niñas se prostituyan. Hay menores, pero estamos combatiendo eso, el gobierno y las organizaciones sociales. Nosotras somos las primeras en llamar a la policía cuando vemos a una menor en la industria del sexo.”

Agrega que son “las que más han aprendido a exigir el uso del condón”, y por eso las llama “profesionales de la prevención”.

“La esposa todavía no se atreve a pedir al marido que se ponga un condón, y a la universitaria también le da pena decir a su novio que se ponga un preservativo. Pero la trabajadora sexual le dice a su cliente que si no se pone un condón no trabaja. Ahí está educando y evitando la propagación de la enfermedad.”

Liz concluye asegurando que en su país no se va a acabar el trabajo sexual ni penalizándolo ni persiguiéndolo, sino frenando la discriminación y diseñando una política social de respeto a los derechos humanos de ese sector de la población.

 
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