Usted está aquí: domingo 15 de junio de 2008 Cultura Destaca Carlos Martínez Assad importancia de la historia regional en la conformación de la nacional

■ Critica que en los festejos del bicentenario se privilegie a la Independencia y no a la Revolución

Destaca Carlos Martínez Assad importancia de la historia regional en la conformación de la nacional

Javier Molina (Corresponsal)

San Cristóbal de Las Casas, Chis., 14 de junio. Con el tiempo y con numerosas investigaciones que se han realizado puede comprobarse que la historia regional existe en sí misma y que de por sí aporta la riqueza de su conocimiento a la historia nacional, afirmó Carlos Martínez Assad, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, quien sustentó la conferencia inaugural del encuentro Repensar la Revolución Mexicana en Chiapas.

Agregó que la nueva historiografía fue llamada revisionista no sólo por contar una historia diferente, sino porque “y esto es lo más importante, cuestionaba interpretaciones previas, ponía de relieve situaciones hasta entonces desconocidas y rompía de plano con la historia de corte oficialista y con el prejuicio que mantenía a los vencidos ocultos o simplemente con el cargo de contrarrevolucionarios, como sucedió no solamente a los mapaches (en Chiapas), a Garrido Canabal (en Tabasco) y, en cierta forma, al socialismo yucateco, enterrado por mucho tiempo. No obstante, cuestiones de estatus continúan poniendo a la historia regional en una suerte de subordinación respecto a lo que se llama historia nacional. Se pretende mostrar así una dicotomía que epistemológicamente no existe, porque ambos enfoques tienen la finalidad de conocer la historia del país”.

Planteó que, finalmente, “a la Revolución y a las revoluciones les está pasando en el presente lo mismo que en su historia. Con los tan anunciados como irrealizables festejos del bicentenario de la Independencia y del centenario de la Revolución en 2010, es visible la carga simbólica tan fuerte que se le está dando al primero porque son hechos más lejanos y hasta cierto punto homologables, porque los criollos lucharon contra los peninsulares y se buscaba que la Corona española simplemente permitiera dejar gobernar a los nativos de estas tierras. Pero nada más complejo que unir a las revoluciones del norte y del sur con sus intrincados procesos sociales y de lucha por la hegemonía política que, en cierta forma, podrían seguir expresándose hasta el día de hoy”.

La Revolución en Chiapas

En el acto, organizado por el Programa de Investigaciones Multidisciplinarias sobre México y el Sureste de la UNAM, Aaron Bobrow, del Whitman Collage, se refirió a trabajos enfocados, ante todo, en los procesos de la reforma agraria que han mostrado que la revolución sí llegó a lugares como Chilón (su campo de estudio). “Llegó como prácticas estatales que intentaban subordinar los campesinos a nuevas redes de relaciones paternalistas. Llegó como un marco cultural para imaginar las posibilidades y tácticas de cambio social en el campo, como toda una nueva forma de pensar la relación entre el campo y el Estado y, sobre todo, como un ataque contra la oligarquía agraria de lugares como Chilón.”

Sin embargo, sustentó que finqueros “se apropiaron de las nuevas formas posrevolucionarias de mediación política pero, a la vez, se encontraban navegando dentro de nuevos discursos de legitimación y canales de mediación política y, al fin, siendo cambiados por ellos de una manera significativa”.

Para uno de los coordinadores del encuentro, el doctor Miguel Lisboa Guillén, lo más destacado de la revolución en Chiapas “es la llegada paulatina del Estado nacional y la incorporación del estado a la política nacional”.

 
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