Usted está aquí: domingo 15 de junio de 2008 Cultura Escuelas de arte relegan el realismo por temor a que critique al sistema: Tovar

■ Los artistas de derecha son los que dicen que la pintura ha muerto, asegura el ex profesor

Escuelas de arte relegan el realismo por temor a que critique al sistema: Tovar

■ A los jóvenes se les enseña el oficio, pero no la verdadera importancia de los temas a tratar, lamenta

■ Quienes pintan comercialmente, dejan de ser fieles a sí mismos; se vuelven apáticos, indiferentes, advierte

Mónica Mateos-Vega

Ampliar la imagen Para Jorge Tovar, el artista puede crear su propio estilo, pero no debe dejar de lado el compromiso con los problemas sociales, como en este momento con el tema del petróleo. En la imagen, el pintor en su domicilio en la colonia Villa Coapa Para Jorge Tovar, el artista puede crear su propio estilo, pero no debe dejar de lado el compromiso con los problemas sociales, como en este momento con el tema del petróleo. En la imagen, el pintor en su domicilio en la colonia Villa Coapa Foto: Jesús Villaseca

En algunas escuelas de arte existe una enseñanza muy dirigida, que prioriza la pintura abstracta, no sólo porque está de moda, sino porque se aleja de lo figurativo, es decir, de las obras que tienen la capacidad de criticar o protestar de manera contundente contra situaciones como la intención de privatizar el petróleo, afirma el pintor Jorge Tovar, miembro del Salón de la Plástica Mexicana.

De convicción realista, el ahora maestro jubilado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México lleva varias décadas dedicadas a la pintura y escultura, en particular a la creación de obras de carácter social. Entre sus múltiples trabajos destacan las ilustraciones que realizó para la primera edición de Picardia mexicana (1960) de Armando Jiménez.

En entrevista con La Jornada, con la jovialidad de sus casi ocho décadas de vida, más de la mitad de ellas dedicadas al arte, el maestro Tovar explica que a los jóvenes que quieren dedicarse a la pintura “se les enseña el oficio, las técnicas, pero no una verdadera teoría acerca de la importancia de los temas a tratar. Por eso hay quienes creen que con imitar a Picasso, Kandinsky o a algún europeo ya la van a hacer, estéticamente hablando; piensan que su obra va a tener un valor económico. No es cierto, no es por ahí.

“Uno puede crear su propio estilo, pero se requiere mucha reflexión y no hacer de lado muchas cosas, como el compromiso con los problemas sociales.”

Rechazo en galerías

Tovar habla con la convicción de haber sabido desde siempre que no pinta para vender. Narra que su obra ha sido rechazada en varias galerías, bajo el argumento de que no es “de la línea” que ahí se maneja, pero él sigue fiel a su oficio: “no tengo otra manera de protestar contra situaciones como la represión que a veces he visto, por ejemplo en Oaxaca, en Atenco.

“Hay compañeros que en cuanto encuentran una fórmula para vender sus cuadros, ahí se instalan, dejan de interesarse en cuestiones políticas, porque ya tienen un desahogo económico. Pero es importante ser sincero con uno mismo, eso se revela en la obra.

“Quienes pintan comercialmente, por ejemplo el bodegón, lo abstracto, dejan de ser fieles a sí mismos. Se vuelven apáticos, indiferentes. Por eso no vemos a más artistas opinando y protestando por lo del petróleo, no agarran para eso el pincel porque van por su billete. Está bien que se quiera vivir del oficio que uno eligió en la vida, pero hay que comprometerse. Somos contados los que tenemos estas ideas.”

En su casa-estudio de Villa Coapa, el maestro Tovar muestra sus cuadros que plasman su sentir ante la guerra, ante la vida cotidiana de los pueblos tzotziles de Chiapas, ante la maternidad, ante la belleza de las mujeres indígenas de México.

“Me interesa la realidad, plasmar temas como la danza que es muy visual. Por eso lamento que en la academia se propicie el suplir el dibujo, el realismo, lo figurativo, es decir las cosas propias de la pintura tradicional, por las técnicas abstractas, para evitar que lo otro se preste para atacar al sistema.

“Con varios compañeros hemos llegado a la conclusión de que tanto en la pintura, como en la escultura, se perciben ideas de derecha y de izquierda. Los de la derecha son partidarios, al ciento por ciento de lo abstracto, son los que dicen que la pintura ha muerto.

“Por supuesto que este aspecto político, que es claramente antidiegorriverista, no se menciona. Por eso no les gusta Siqueiros ni Orozco. Quieren que las obras sean sólo agradables para la vista, decorativas, que no molesten.”

El artista señala que muchos de sus colegas, algunos miembros destacados del Salón de la Plástica Mexicana no tienen oportunidad de exponer, no obstante su talento y experiencia. Sucede, asegura, que en las galerías privadas prefieren obras de carácter abstracto, “lo que es comercial en este momento. Si llevo algo figurativo no me lo aceptan, mucho menos estos cuadros donde plasmo la represión, la guerra, son rechazados totalmente.

“También están los centros culturales de las delegaciones, lugares más modestos, pero ahí no se vende y la difusión es muy limitada.”

–¿Y las instancias oficiales?

–No hay que patear el pesebre: yo he hecho algunas exposiciones individuales y colectivas con el apoyo del Salón de la Plástica Mexicana, aún cuando en una época bajó su presupuesto, pero ya se repuso.

“Hay que ser derecho y sincero: en Bellas Artes ha habido más flexibilidad con respecto a la apertura de sus espacios, pero falta mucho por hacer. Hay que cuidar a los artistas, pues en México se ha hecho todo lo contrario.”

El maestro Tovar concluye la charla con estas palabras de Oscar Wilde, que dedica, con un dejo de provocación, a las autoridades culturales del país: “Abran ustedes pues su academia de dibujo, busquen sus obreros, y cuando hallen a uno que posea esa delicadeza manual y esa maravilla de invención necesarias al trabajo del orfebre, no lo dejen actuar en la oscuridad y la miseria”.

El pintor prepara su participación en una colectiva que se presentará en un par de semanas en la Casa de la Cultura Jesús Reyes Heroles, en Coyoacán.

 
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