Usted está aquí: jueves 6 de marzo de 2008 Cultura Los siquiátricos de la Ssa funcionan como “verdaderos establos”: Avilés

■ El reportero de La Jornada presentó su libro en Mazatlán

Los siquiátricos de la Ssa funcionan como “verdaderos establos”: Avilés

Griselda Triana (Especial)

Mazatlán, Sin., 5 de marzo. Los hospitales siquiátricos de la Secretaría de Salud (Ssa) en México funcionan como “verdaderos establos”, ya que sólo sirven para actos represivos, afirmó Jaime Avilés, escritor y periodista durante la presentación de su libro Los manicomios del poder: corrupción y violencia siquiátrica en México, en el contexto de la versión 11 de la Feria del Libro y de las Artes (Feliart), en Mazatlán.

El autor agregó que estos centros de salud mental funcionan “para que gobernantes y personas con poder económico hagan negocios y acumulen fortunas, porque así lo permite la legislación vigente.

“Es una práctica muy común que se da en todo México: se necesita conseguir un siquiatra corrupto, un abogado habilidoso y un juez a modo para que cualquier persona pueda meter a sus familiares, a sus maridos o a sus esposas al manicomio si ya nos los aguantan”, expresó.

En los estados, agregó Avilés, “es una práctica común internar en los manicomios hasta a la propia familia cuando de retener fortunas se trata, debido a que la legislación lo permite, con excepción del Distrito Federal”.

El reportero de La Jornada, autor de la columna Desfiladero, subrayó que él empezó a descubrir este fenómeno a raíz de un trabajo de investigación sobre Gabriela González Segovia, madre divorciada e integrante de una familia de católicos recalcitrantes de Monterrey.

La mujer fue detenida, secuestrada y encerrada por sus propios hermanos por sostener una relación sentimental considerada por ellos como “pecado mortal”, ya que vivía en unión libre con un músico de aquella ciudad.

A partir de esa experiencia, explicó, entró al mundo de los hospitales siquiátricos del país y descubrió que en los de la Ssa “tienen a los enfermos como animales, drogados todo el tiempo, arrastrándose como gusanos, reducidos a la condición de plantitas”.

Abuso de poder y castigo

Avilés lamentó que en México, a diferencia de países como Argentina, Italia y Brasil, no se aplique un modelo alternativo, en el cual los enfermos mentales se ubican en lugares dignos.

Entre los servidores públicos que impidieron la reforma al sistema de salud en materia de siquiatría, Avilés ubicó a Guido Belsasso, quien fungió como presidente del Consejo Nacional contra las Adicciones y fue destituido una vez que se publicó un reportaje –elaborado por el mismo Avilés–, en el que se le responsabilizó de tráfico de influencias.

Javier Valdez, corresponsal de La Jornada, calificó Los manicomios del poder como un texto en el que Avilés logra “una prosa envidiablemente seductora”, que al mismo tiempo “es una historia sobre la transición truncada, la frustración y la impotencia del fraude electoral que le quitó la presidencia a Andrés Manuel López Obrador en 2006, así como la corrupción, el tráfico de influencias y la hipocresía de las sociedades”.

Valdez destacó la manera en que el autor relata el abuso de poder, la represión y el castigo que prevalece en los manicomios mexicanos, los cuales son “cárceles, lecumberris, donde los compinches de los poderosos –empresarios, funcionarios y políticos– se valen de ello para perjudicar a sus detractores, a sus enemigos y opositores, aunque se trate de la propia familia”.

 
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