Usted está aquí: viernes 8 de febrero de 2008 Política Aprehensión de bases zapatistas evidencia modus operandi de la policía chiapaneca

Con tortura, obtienen confesión de Eliseo Silvano Jiménez y Eliseo Silvano Espinosa

Aprehensión de bases zapatistas evidencia modus operandi de la policía chiapaneca

Los oficiales encargados de la detención se contradicen durante el careo con los presuntos delincuentes

Desaparece el traductor oficial; habilitan a un reo para sustituirlo

Hermann Bellinghausen (Enviado)

Playas de Catazajá, Chis. 7 de febrero. Al juez de primera instancia Víctor Ventura Vega se le juntó la chamba. La aprehensión, por lo visto ilegal e injustificada, además de violenta, de Eliseo Silvano Jiménez y su hijo Eliseo Silvano Espinosa, bases de apoyo zapatistas de la comunidad Betel Yochip’ en la carretera Ocosingo-Palenque el pasado día primero, ha puesto en evidencia el modus operandi de la policía estatal en connivencia con miembros de la Organización para la Defensa de los Derechos Indígenas y Campesinos (Opddic), en la región comprendida entre Agua Azul y Palenque.

Tortura extrema, fabricación de delitos, encubrimiento de los verdaderos responsables, uso faccioso de las leyes, incumplimiento de requisitos penales, negligencia médica en el hospital regional de Palenque, complicidad de agentes de la Policía Estatal de Caminos (PEC) con grupos de interés vinculados al PRI y señalados como paramilitares.

El coctel de escandalosas irregularidades atrajo al juzgado anexo del penal Licenciado José Patrocinio González Garrido a representantes de la junta de buen gobierno del caracol de Morelia, abogados y médicos de la Comisión Civil Internacional de Observación de los Derechos Humanos (CCIODH), incluyendo un juez de la Audiencia Provincial de Tarragona, así como de los centros de derechos humanos Fray Bartolomé de las Casas y Fray Pedro Lorenzo de la Nada, la organización Salud y Desarrollo Comunitario y el Centro de Análisis Político e Investigaciones Sociales y Económicas.

Durante la audiencia pública y el careo de los detenidos con los agentes acusadores esta tarde hay inquietud más allá de lo burocrático. Los policías-testigos-acusadores Josué Nucamendi Espinosa y Marcelino Gómez Sánchez, visiblemente nerviosos, se contradicen entre sí y contradicen sus primeras declaraciones. Y si bien el segundo no pierde la oportunidad de fotografiar subrepticiamente a los asistentes (indígenas zapatistas y de la CNPI que rinden testimonio, abogados y observadores de los mencionados organismos civiles), no consigue ocultar su nerviosismo, pues él y su compañero caminan con pies de barro y están a punto de ocupar ellos mismos el banquillo de los acusados.

Eso explica la ausencia de su mando, Bladimir Gómez Mendoza, también partícipe en la aprehensión de Eliseo, padre e hijo, y en las sesiones de tortura a que se sometió a los indígenas, una de ellas de nueve horas de duración, en las instalaciones de la base de operaciones de la PEC en Palenque. Debía estar aquí. No sólo es uno de los acusadores. Fue él quien disparó contra Eliseo padre su pistola Pietro Beretta 9 milímetros, hiriéndolo en el pie derecho, y falló dos tiros más contra el joven Eliseo.

Nervios y contradicciones

El agente Nucamendi Espinosa negó hoy la existencia de disparos, si bien lo admitió en su primera declaración y lo registró en la “tarjeta informativa” entregada a sus superiores. Hoy se contradice con su compañero Gómez Sánchez en ese y en otros puntos. Mientras rinde su declaración y se carea con los detenidos, le tiemblan las piernas.

Tampoco las trae todas consigo el secretario primero Nahum Bernardo Pérez Gómez, sobre quien pesan acusaciones, con testigos presenciales, de haber aceptado recientemente el soborno de un abogado de la Opddic (billetes entre las páginas de una Biblia) en este mismo juzgado. Impide con prepotencia que el fotógrafo de La Jornada realice su trabajo, mas permite que los policías-testigos sí lo hagan, y justifica débilmente la ausencia del traductor de ley para las diligencias: “No es cosa nuestra sino del INI” (en referencia al Instituto Nacional Indigenista, desaparecido hace más de siete años). El traductor estaba aquí pero se esfumó. Funge como tal un reo tzeltal, no calificado; posteriormente, ese trabajo lo realizarán los representantes del gobierno autónomo zapatista.

La secretaria del fiscal, María Guadalupe Velázquez García, pretende que los testigos indígenas “entienden” y no se necesita más, cuando es evidente que éstos no dominan el castellano, en particular las mujeres. Un clima de complicidad recorre las oficinas; así, el fiscal asesora a los policías y les “pasa” información.

El jefe de la Opddic en Betel Yochip’, quien habría organizado la operación para inculpar a los zapatistas, Elías Jiménez López, es hermano del comandante policiaco Esteban Jiménez López, y a finales de diciembre participó en el ataque a tiros contra Pablo Silvano, hermano de Eliseo padre, y representante zapatista de la comunidad. Pablo, herido de bala en aquella ocasión, ahora es mencionado como “jefe” de la presunta banda de asaltantes a la que pertenecerían los detenidos.

La declaración autoinculpatoria de Eliseo padre e hijo está escrita en términos increíbles: “Somos delincuentes. Nos gusta andar armados. Si alguien se apendeja nos los chingamos”. Fue extraída por los policías-testigos tras golpearlos salvajemente, rociarlos con gas lacrimógeno, asfixiarlos casi al límite con bolsas de plástico, quemarlos con alguna sustancia hirviente y patearles los genitales en las instalaciones de la PEC la semana pasada.

Sí, el juez Ventura Vega tiene difícil el trabajo esta noche.

 
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