Corta temporada de Los siete de Tebas, en La Habana, tras 39 años de censura
Reivindican obra teatral de Antón Arrufat
La Habana, 27 de noviembre. Una obra teatral que fue premiada en Cuba en 1968, pero permaneció censurada durante 39 años, subió a las tablas durante una corta pero simbólica temporada, con la cual se “salda una antigua deuda”, según dijo el diario Juventud Rebelde.
Los siete contra Tebas, de Antón Arrufat (Santiago de Cuba, 1935), basada en la tragedia homónima de Esquilo, fue premiada por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), junto al poemario Fuera de juego, del desaparecido Heberto Padilla (1932-2000), pero las obras fueron censuradas y sus autores reprimidos.
La pieza de Arrufat fue puesta durante cuatro fines de semana, entre octubre y noviembre, después de que “yacía injustamente sin llegar a las tablas”, señaló Juventud Rebelde.
Las represalias contra Arrufat y Padilla antecedieron al periodo de censura, discriminación y homofobia en Cuba, ahora conocido como quinquenio gris.
La reaparición en televisión de algunos censores de aquella época, precipitó en enero pasado una espontánea protesta de intelectuales que creyeron percibir la resurrección de esa política surgida en los años 70, pero el gobierno aseguró que esa línea no se repetirá.
Arrufat fue sometido a la política de “parametración”, surgida de un Congreso de Educación y Cultura en 1971, según la cual debían cumplirse ciertos “parámetros” de corte político y homofóbico: pasó nueve años como empaquetador de libros en el sótano de una biblioteca de barrio y esperó 14 años para volver a publicar.
Graduado de filología en la Universidad de La Habana, poeta, narrador y dramaturgo, Arrufat volvió a ser reconocido públicamente a mediados de los años 80, con un Premio Casa de las Américas y en 2000 recibió el Premio Nacional de Literatura. El estreno de Los siete contra Tebas, publicada por primera vez en 2001, continúa la saga de reivindicaciones.
La pieza relata la lucha terrenal de los hermanos Etécocles y Polinice por el gobierno de la ciudad. “Sencillez y elegancia devienen constante en la obra”, señaló el crítico Osvaldo Cano, de Juventud Rebelde. Arrufat “prescinde de los dioses y del cumplimiento de un destino inalterable para dejar las decisiones y los impulsos en el plano humano.
“Las ambiciones individuales y los intereses colectivos resultan los verdaderos bandos en pugna de la tragedia”, agregó Cano, quien reconoció como méritos de la puesta la organización escénica y el empleo del ritmo y el espacio.
El escritor Norge Espinosa dijo en el diario oficial Granma que “el espectáculo parece beber de los recursos enfáticos de la ópera, de sus excesos de gestualidad y proyección, antes que de recursos de la escena más contemporánea”, con lo cual “se aviene al sentir del texto, pleno de imágenes raudas”.
Pero ambos críticos lamentaron el desempeño de la mayoría del elenco, “tropa mayoritariamente joven e inexperta” y carente de la “garra necesaria” para reflejar la fuerza de la obra.