Usted está aquí: miércoles 10 de octubre de 2007 Opinión ¿Es lícito plagiar?

Arnoldo Kraus

¿Es lícito plagiar?

Se repite y se repite y se repite: no es correcto plagiar. Por eso escribí tres veces se repite y se repite y se repite: para asegurarme de que lo que ahora escribo no sea plagio. Se sabe que plagiar es ilícito, pero también se sabe que no pocos creadores han plagiado parte de sus ideas sin que nada suceda hasta que son descubiertos. Debe ser difícil dormir con uno mismo una vez que se publicita el suceso, porque, como escribió el médico-poeta William Carlos Williams: “Oído y ojo se acuestan/ juntos en la misma cama”. Aunque la idea de Williams es cierta existen muchos casos en la historia de los “grandes personajes” que tienen la virtud de ser sordos durante las noches pares y ciegos durante las impares. Qué envidia: no reparar en lo que es uno mismo permite divorciar el ojo del oído y ambos de los días. Facilita, además, entre otras cosas, plagiar sin ruborizarse demasiado.

De lo que estoy seguro es que todos cometemos plagios, no sólo en el mundo del arte, sino en el álbum de la vida misma. Los más listos deforman con maestría las palabras, las notas musicales o las obras plásticas logrando que el acto no se detecte.

Grosso modo, se plagia porque se admira o porque se carece de imaginación. Si aceptamos que la vida es una reiteración constante y que la mayoría de los sucesos en la naturaleza son también una repetición, entonces, quizá sea válido aceptar que cierta “dosis de plagio” es lícita, idea que se concatena con la noción de que pueda existir un límite “tolerable” de “hurto no declarado”. Uso las comillas para compartir mis dudas y como pretexto para preguntar, ¿es lícito plagiar?

Solemos jugar con oraciones que tienen que ver con el acto de plagiar. Se dice que muchas veces se escribe porque la realidad supera a la ficción y que en otras ocasiones se hace porque la ficción es insuficiente para retratar la realidad. Los juegos que realizan los escritores entre realidad y ficción no son estrictamente plagio, pero, por momentos, es evidente que los autores succionan del mundo (de la realidad) sabiduría para darle forma a su imaginación. Esos viejos conceptos denotan la necesidad de algunos creadores de leer e interpretar la naturaleza para luego consignarla en palabras, pinturas o notas musicales que devengan otra lectura del mundo, no mejor, pero sí distinta.

En el mismo rubro pueden inscribirse los pensamientos de grandes creadores. Oscar Wilde decía que “la naturaleza imita al arte (o la realidad imita la imaginación)” mientras que Pablo Picasso aseguraba que “las pinturas son mentiras que cuentan la realidad”. Por su parte, Jorge Luis Borges en Pierre Menard, autor del Quijote relata que Pierre Menard vive en el siglo XX y escribe, utilizando palabra por palabra el libro escrito siglos atrás; sin embargo, explica el autor, el libro es otro, aunque sólo sea porque se ha escrito en un tiempo diferente y porque el idioma en el que escribe Menard es un castellano que ha caído en desuso. Aunque interpretar y sintetizar es un ejercicio muchas veces odioso, y que tiene el riesgo de ser equivocado, podría decirse que el hilo conductor de las nociones previas implica que las personas que observan un cuadro, o leen un escrito, pueden pintarlo o escribirlo de nuevo. O bien, pueden reinterpretarlo utilizando palabras o colores diferentes.

Las conjeturas previas conducen a una pregunta obligada. Me imagino que esa inquietud existe en todas las lenguas porque es un dilema viejo y complejo. ¿Es correcto afirmar que “no hay nada nuevo bajo el sol”? De ser cierta esa hipótesis, poco espacio quedaría a los creadores para seguir enriqueciendo el mundo y deleitando a las personas que quieren evadirse de la bazofia del consumismo enloquecido que nos agobia. De ser parcialmente veraz la “realidad solar”, los creadores no sólo tienen derecho, sino la obligación de plagiar y seguir plagiando. El reto es, y ha sido siempre, disfrazar el plagio para lograr que las repeticiones sean mejores que los originales y para que los oídos y los ojos sigan pernoctando juntos.

 
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