Usted está aquí: lunes 16 de julio de 2007 Cultura "Ser ciega es sólo un rasgo de mi personalidad, como ser artista"

Violonchelista Mari Carmen Graue, ex integrante de la Orquesta Sinfónica Carlos Chávez

"Ser ciega es sólo un rasgo de mi personalidad, como ser artista"

En diciembre pasado perdió la vista de forma definitiva a causa de un glaucoma congénito

"Cada vez me choca más navegar con la bandera de la discapacidad", asegura a La Jornada

ANGEL VARGAS

Ampliar la imagen Daniela es una de las 20 guías de la exposición Diálogo en la oscuridad, que permite a los visitantes reflexionar sobre la vida cotidiana de quienes padecen debilidad visual Daniela es una de las 20 guías de la exposición Diálogo en la oscuridad, que permite a los visitantes reflexionar sobre la vida cotidiana de quienes padecen debilidad visual Foto: Cortesía de Papalote Museo del Niño

La violonchelista Mari Carmen Graue quedó ciega recientemente, situación que la confrontó con una certeza: "La luz es un privilegio; la oscuridad, un misterio".

Así, ha procurado que su vida se desarrolle de la manera más normal posible, cuando menos desde que debió dejar la Orquesta Sinfónica Carlos Chávez, en 2000, cuando se agudizaron sus problemas visuales.

"Sinceramente, cada vez me choca más navegar con la bandera de la discapacidad: no va conmigo. Ante todo soy un ser humano, y la ceguera es sólo una característica que tengo entre otras varias, como ser artista, por ejemplo", señala.

"No me gusta ni me parece justo que la gente haga el favor de escucharme y juzgarme de manera flexible sólo por estar ciega. La ausencia de vista no me hace ni mejor ni peor artista. En el arte sólo el trabajo es lo que debe hablar, no las características ni las limitantes físicas."

Mari Carmen es una de las 47 mil personas con padecimientos visuales en México, según cifras oficiales. El origen del suyo se debe a un glaucoma congénito que le hizo perder a los siete años la visión en un ojo y años más tarde se agudizó hasta generar la pérdida total de ese sentido, lo cual ocurrió apenas en diciembre pasado, a raíz de una infección.

La intérprete asume esa circunstancia con entereza y asegura que le ha permitido adentrarse en nuevas formas de conocimiento y de relacionarse con el mundo. Ello, mediante el uso de sus otros sentidos, en especial el oído, lo que ha redundado de manera favorable en su crecimiento profesional dentro de la música, además de un sensible incremento en su capacidad de aprender y memorizar.

La vida fuera de la orquesta

Esta es una experiencia que comparte con orgullo en su trabajo como guía de la exposición Diálogo en la oscuridad desde hace tres años, primero cuando la muestra se presentó en el Palacio de Bellas Artes y, a partir de agosto de 2006, en Papalote Museo del Niño.

En estos ocho años, desde que dejó la Orquesta Carlos Chávez, la intérprete se ha centrado en el trabajo de solista y la integración de dúos, tríos o pequeños ensambles, e incluso ha incursionado en forma recurrente en el ámbito del jazz, género del que disfruta mucho por la libertad que permite la improvisación.

Sin embargo, conseguirlo ha requerido enfrentar más dificultades que cualquier intérprete que posea el sentido de la vista, sobre todo en lo relacionado con el nuevo repertorio.

"Desde que me corrieron de la orquesta me quedé en el aire, aunque mi salida era algo lógico por mis limitaciones: no podía seguir las indicaciones del director ni aprenderme una obra cada semana", comenta.

"Ahora que de vez en cuando actúo como solista o con algún grupo, apelo a la paciencia de mis compañeros, porque debo aprender las piezas de memoria, de oído, y eso es algo que me lleva un poco más tiempo que lo convencional."

En entrevista, Mari Carmen cuenta que la debilidad visual no fue una limitante en su infancia ni motivo de escarnio de parte de sus compañeros. "Creo que no sufrí tanto", dice, y cuenta que su interés y gusto por la música se gestó desde muy pequeña.

"Mi familia no es de artistas en sentido estricto. Ambos son arquitectos, aunque mi papá fue melómano empedernido de toda la vida. Creo que a él le debo mi inclinación profesional. Siempre oíamos discos o las estaciones de Radio XELA o Radio UNAM; Opus 94 no existía entonces. Así fue que desde niña tuve ese encuentro con el placer del mundo sonoro", recuerda.

"Me encantaba cantar. A los 15 años entré al Conservatorio a estudiar guitarra. Antes estudié danza, que es otra de mis pasiones, porque es inherente la música. Me hice violonchelista a partir de una decisión un poco extraña, que tiene que ver con la muerte de mi padre. De alguna forma el sonido de ese instrumento me dice mucho sobre la voz de mi papá; evoca su memoria. En cierta forma es una manera de hacerle un homenaje."

La violonchelista ingresó a la Sinfónica Carlos Chávez en 1991, después de estudiar tres años en Rusia.

"Fui coprincipal en la sección de chelos desde mediados de 1998 hasta mi salida. La oportunidad me la dio el maestro Jorge Mester, un excelente director.

"El me motivó cuando le decía que cada vez veía menos, que no podía verle las manos y debía usar diversos instrumentos, incluido un telescopio, y luego tenía que ponerme una lámpara. En 1999 decidí operarme las cataratas y eso desencadenó el proceso en que perdí la mayor parte de la visión."

-¿Hay discriminación y/o prejuicios contra los discapacitados en el mundo de la música?

-Sólo un par de ocasiones sufrí algo semejante. Pero hay que tomar las cosas de quien vienen. Una fue con un director muy famoso y conocido por sus desplantes, quien comenzó a burlarse de mí porque tenía que usar telescopio. La otra me entristeció porque fui invitada a tocar con la orquesta de la Escuela Nacional Preparatoria y, en cuanto el director vio el telescopio, me dijo que no podía incluirme. Me sentí triste porque ni siquiera me dio oportunidad de demostrar lo hago.

"También una maestra en Rusia tuvo una actitud discriminatoria. Pero quiero dejar claro que, salvo esos casos, no he tenido mayores incidentes."

"No dejamos de ser bichos raros"

A decir de Mari Carmen, la discapacidad es un motor emocional que muchas veces limita: "No dejamos de ser bichos raros y quizá la comunidad trata de actuar bien y busca protegernos, pero no entiende que eso nos impide demostrar nuestras capacidadaes de hacer y dar".

Sobre su trabajo de guía en Diálogo en la oscuridad, explica que "ha sido una gran experiencia. Ha sido como enfrentarme en un espejo, como uno actúa allá afuera, en el mundo, siendo ciego. Se pone uno a pensar sobre cómo lo ve la gente a uno afuera, en la realidad.

"También es muy interesante cómo a cada persona le mueve la oscuridad de diferente forma. Le genera miedo, terror, recuerdos, nostalgia, diversión. Este trabajo ha sido importante en lo personal, porque me sirve de terapia, de hablar y hablar, de estar convenciéndome", dice.

"Es, sin duda, una etapa muy bonita, que he disfrutado y que me ha servido mucho en lo personal. He aprendido muchas cosas de las que antes no me daba cuenta, de mis capacidades y potencialidades. Para decirlo todo: trabajando como guía fue como llegó a mí la ceguera y, aunque sí tengo duelo, ha sido una situación menos difícil de asumir".

Entre sus planes cercanos, la violonchelista espera que la mencionada muestra pueda montarse en otra parte de México y seguir trabajando en ella. "Pero en realidad espero más encontrar trabajo dentro de mi área, en la música, que para mí es un motor vital".

 
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