Usted está aquí: martes 10 de julio de 2007 Política Zapatistas protegen la reserva ecológica de Huitepec de la avalancha modernizadora

Nuestro pensamiento es defender este bosque de agua, caminarlo, afirman

Zapatistas protegen la reserva ecológica de Huitepec de la avalancha modernizadora

En los alrededores más de 30 cerros han sido arrasados por trasnacionales

HERMANN BELLINGHAUSEN

Ampliar la imagen Los indígenas bases de apoyo del EZLN construyeron un vivero para cultivar rosas cerca del área natural protegida de Huitepec * Moysés Zúñiga Santiago Los indígenas bases de apoyo del EZLN construyeron un vivero para cultivar rosas cerca del área natural protegida de Huitepec * Moysés Zúñiga Santiago

Huitepec Ocotal, Chiapas, 9 de julio. La "reserva ecológica comunitaria zapatista", establecida en los bosques del cerro Huitepec el pasado 13 de marzo, es vigilada día y noche por "rondas" de campesinos, bases de apoyo del EZLN, para evitar que se dañe el área mejor conservada, con dos limpios manantiales y bosques espesos de verde donde curiosamente no hay pinos, que es lo que abunda acá por los Altos de Chiapas. Más bien crecen robles, coronados de orquídeas y otras bromelias.

No es un sitio cualquiera este "cerro de agua" que sus pobladores también llaman "cerro de niebla", pues cada mañana los parajes y bosques deben separarse de las nubes. Duermen juntos. Recientemente, las presiones sobre los terrenos y sus recursos llegaron a un estado crítico: talamontes, constructores de residencias, robo de especies, saqueo de agua. De las cinco comunidades que habitan el Huitepec, sólo Huitepec Ocotal (segunda sección) ha determinado impedir el paso de la avalancha "modernizadora" de la vecina ciudad de San Cristóbal de las Casas, donde hasta hace poco ni siquiera se sabía de estos parajes de tan generosa naturaleza.

"Nosotros sabemos proteger el bosque. Nuestro pensamiento es defenderlo, caminarlo. No es sólo por el gobierno, como quiera lo vamos a defender. Este cerro es lo único que tenemos para nuestros niños y nosotros", dice un hombre, quien responde a las preguntas del reportero rodeado por una decena de indígenas más, parte de la guardia. Algunos son de aquí, otros de Cancuc y Polhó, que se llegaron al Huitepec a montar la guardia del campamento zapatista, y que se van rotando con centenares, quizá miles de campesinos tzeltales y tzotziles, bases de apoyo zapatistas de los Altos y los valles de Amatenango y Venustiano Carranza.

Las laderas del cerro siguiente pertenecen a San Nicolás, Zinacantán. Empinadas milpas cuidadosamente cultivadas por los campesinos de enfrente, que no pertenecen a la comunidad de pueblos del Huitepec. "Respetan. Vienen y nos dicen que 'por qué los demás no piensan como ustedes, sabemos de siempre que esto es de ustedes, y lo cuidan mejor que ellos'", prosigue el indígena, uno de los responsables del campamento.

"Mi papá nació aquí. Tiene 80 años. Aquí nacieron sus abuelitos, y nosotros. Somos originarios de acá". Así, expresa con sencillez los argumentos que más odia el neoliberalismo rampante, pues resisten desde derechos primordiales sagrados y colectivos.

Algunos comuneros de Las Palmas, Alcanfores y Sección Uno han vendido terrenos a inmobiliarias o compradores privados, no pocas veces extranjeros. Estos terrenos, con vocación y fertilidad agrícola fuera de serie, son codiciados por las trasnacionales del agua, la industria turística, los madereros, las constructoras.

Al otro extremo del valle de Jovel pueden verse los estragos de esta voracidad. Más de 30 cerros están en proceso de destrucción, algunos como Salsipuedes ya desaparecieron. El Huitepec sigue vivo. Vecino de las mejores tierras de Zinacantán, tiene milpas y hortalizas de rábano, cilantro, acelgas, calabaza y brócoli. Los campos de cultivo están separados con frecuencia no por alambradas ni estacas, sino hileras de avapandas moradas, lirios blancos o alcatraces, que aquí llaman "cartucho". Lo que no es bosque es jardín; hasta las milpas.

La humedad es tal que basta rascar la tierra para mojarse los dedos. El único momento en que habla otro indígena es cuando un hombre de suéter gris celebra: "Aquí hay muchos árboles de 'oventé'". Sólo conoce su nombre en tzotzil. Señala uno a 100 metros. Es más grande que los robles. "Su flor tiene un aromita", dice con deleite, rozándose las yemas de los dedos.

El gobierno estatal decidió declarar área natural protegida este mismo bosque de 102 hectáreas, superponiendo a la reserva (creada con el respaldo la junta de buen gobierno de Oventic) un decreto que entrega la "reserva" al municipio oficial de San Cristóbal. Fue propuesta del ex gobernador Pablo Salazar Mendiguchía, en reacción al anuncio zapatista de que se crearía esta reserva comunitaria, y la heredó el gobierno de Juan Sabines hijo. Los intereses son muy grandes. La Coca Cola ya puso una inmensa embotelladora al pie de Alcanfores. El Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo avala los reclamos y la resistencia de los indígenas, pero bísnes is bísnes.

La reserva zapatista colinda con otra, privada, a cargo de Pronatura. "Ellos ven la protección como negocio. Si vinieran aquí como llegaron allá, iban a hacer una gran travesura, traer cantidad de turistas y ensuciar los manantiales". Por lo pronto hace un par de semanas ya impidieron que presuntos empleados del ayuntamiento coleto sembraran pinos, que ni siquiera son naturales de estas partes del "cerro de agua".

 
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