Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 3 de junio de 2007 Num: 639

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Presencia de Carlos
EDUARDO MILÁN

Sin Ruth y sin Valia
NIKÓLAOS KALAS

Carta abierta a don
Paco Amighetti

RICARDO BADA

Sonata para un hombre bueno
JOSÉ MARÍA PÉREZ GAY

Nosotros te ayudamos
TOMÁS URIARTE

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Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
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Bemol Sostenido
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LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Cabezalcubo
JORGE MOCH

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Mentiras Transparentes
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Noticias del Imperio

El espacio poético, de acuerdo a Gaston Bachelard, es la revelación del espacio íntimo: un crecimiento de lo interior que manifiesta la geografía de lo positivo y lo negativo, del Ser y el no Ser, la dialéctica de los opuestos que de una u otra forma nos constituyen y nos compelen al movimiento, a la puesta en marcha de nuestra inclinación natural hacia la imagen y la metáfora.

Pero en esta antinomia se fundan también, según Bachelard, los peligros de la mecanización. El poeta, sobreconsciente de la claridad con que el espacio poético revela sus referentes, enarbola los recursos del lenguaje con una destemplanza anticipada. De allí a la esquematización, el trecho es más que corto y seductor. Es un peligro.

Habría que ver en Noticias del Imperio, puesta en escena de Mauricio Jiménez basada en la novela de Fernando del Paso, un ejemplo lúcido de cómo el espacio poético se revela justamente en esta zona difusa que separa, apenas, ese adentro y ese afuera al que alude Bachelard. Presentado en el Centro Cultural La Estación, que funciona en lo que fuera la antigua estación de ferrocarriles de la ciudad de Querétaro, el montaje delimita el espacio de la ficción teatral en los intersticios que nos deja el choque perceptivo entre las múltiples referencias del espacio físico real (una bellísima restauración de una central ferroviaria de principios de siglo, con toda la carga de significado que implica el evocar la cultura del viaje en tierra, una época ida, un México decididamente pretérito) y el discurso resultado de adaptar para la escena una novela señera que, a su vez, abreva de un pasaje decisivo de nuestra historia. Ya en el choque de estos espacios múltiples, Jiménez, los actores Ana Berta Cruces y Ricardo Leal, y el escenógrafo e iluminador Fernando Flores anclan una ficción que, aunque compleja en su concepción, se despliega con absoluta naturalidad.


Escena de la obra.
Foto: A. A. Farķas

La novela de Del Paso, bien se sabe, retrata a la emperatriz Carlota mediante los recursos del lenguaje, en una reflexión polifónica sobre la Historia, la historiografía y la enfermedad mental, pero sobre todo sobre las muchas contradicciones sobre las cuales este país erige su pasado y habita su presente. Acaso el director mexicano que más se ha ocupado de poner en crisis las nociones básicas de lo que entendemos por nación, Mauricio Jiménez emprende un proyecto escénico que muestra los distintivos de su estilo de puesta en escena y que, tras algunas irregularidades, lo vincula con sus mejores momentos como director. Preponderantemente, la adaptación escénica de Jiménez y su equipo de trabajo ha pasado por revestir de teatralidad el discurso (o una parte del discurso) central de la novela de Del Paso, y para ello se han empleado recursos elementales que, utilizados entrañablemente, devuelven al teatro su condición paradójica de ilusión y verdad. En la sábana blanca que se despliega como océano, en el hielo seco que nos distancia de la escena, hay una habitación tan firme de la ficción que la ilusión, evidente, deviene veracidad escénica. Vemos la maquinaria del engaño, pero nos importa poco en función de lo que se nos relata y de cómo se nos relata. Porque si algo caracteriza esta enésima versión teatral sobre la vida de Carlota y Maximiliano es la sobriedad y la sencillez de su poética y la pertinencia de su actualización. "Qué hacemos acá, Maximiliano, hemos venido desde tan lejos para matar mexicanos", dice Carlota en cierto pasaje. Quién no encuentra un símil en la ola de ejecuciones que ocupan los encabezados de la prensa nacional de estos tiempos y a la que parece que nos hemos acostumbrado sin chistar.

Cruces incorpora a Carlota y Leal a una galería que orbita, desde luego, en torno a la emperatriz. En Ana Berta hay que resaltar, salvo por un par de momentos, la capacidad para mantener un nivel de energía considerable y para no caer, salvo por otro par de momentos, en la ilustración impostada de un icono. En Ricardo se destaca la movilidad y la ligereza para salir y entrar del relato con naturalidad absoluta, para ser Juárez, Maximiliano y un guardavías sin que apenas nos demos cuenta. O mejor dicho: para hacerlo a la vista de todos y recordándonos que el teatro ha sido en algunos de sus mejores momentos la oferta sublimada de un sistema de ilusiones. Noticias del Imperio, en suma, es el testimonio vivo de la validez de una teatralidad esencial y por ende sumamente necesaria.