Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 29 de abril de 2007 Num: 634

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Recuerdo de papa Hemingway
ALEJANDRO MICHELENA

El universo según Penrose
CARLOS ALFIERI entrevista con ROGER PENROSE

Un fiasco con Hegel
EVODIO ESCALANTE

Guernica
(
carta abierta a George Steer)

RICARDO BADA

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Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGUELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

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ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

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ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR


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Hugo Gutiérrez Vega

VERGÜENZA AJENA

Negroponte y Calderón trabajaron juntos en el ataque a Chávez y, de paso, a Evo Morales. Esto significa que seguirán adelante los dislates de la diplomacia del inefable crítico literario (la última fue la del escritor colombiano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura) Vicente Fox, especialista en José Luis Borgues, geógrafo nicaragüense y autor de cuentos para niños.

Otra vez el entreguismo al imperio, otra vez el ataque a los hermanos latinoameri- canos No sólo a Chávez y a Evo, sino a Lula, quien puso en su sitio, en Davos, al bisoño defensor de la oligarquía latinoamericana y multinacional, y también a Tabaré, Kirchner, la señora Bachelet, Correa y Daniel Ortega. Da pena ajena ver al presidente constitucional de Estados Unidos Mexicanos reducido a su condición de servidor del imperio. Por si quedaba duda de su postura, el siniestro mister Negroponte, a los pocos días del torpe ataque calderoniano, reforzó la diatriba y se lanzó contra Chávez, presidente electo, sin dudas ni recelos, por la mayoría de los venezolanos. Respecto a Evo Morales, tanto Calderón como su amo Negroponte, se equivocaron de pe a pa. Evo no ha nacionalizado nada. Simplemente se ha limitado a establecer, con notable inteligencia, las nuevas reglas del juego con las multinacionales que de dueñas de todo han pasado a ser socias de un gobierno con enorme sensibilidad social. En fin... mientras algo nuevo y, a todas luces mejor para los pueblos, se mueve en América Latina, México sigue pasmado y su diplomacia continua instalada en las torpezas verbales y en el dislate como forma de comunicación.

Pienso en José Gorostiza, Torres Bodet, Isidro Fabela, Manuel Tello, Genaro Estrada, García Robles, Jorge Castañeda el grande (cuidado con el pequeño), Antonio Gómez Robledo, Carrillo Flores, Manuel Tello (aquí tanto el grande como el pequeño son muy valiosos), Bernardo Sepúlveda... y en tantos otros diplomáticos que dieron claridad y coherencia a una de las mejores políticas exteriores del mundo. Recuerde el lector nuestra defensa de Etiopía invadida por los superarditti mussolinianos, en la Liga de las Naciones; nuestra pronta llegada a la nueva Unión Soviética y nuestra ruptura con ella para defender a la Finlandia invadida. Con la España republicana actuamos de manera inmejorable y apoyamos hasta el final a su gobierno legítimo. Hicimos de intermediarios en la compra de aviones para la República, enviamos fusiles y parque, concedimos asilo a cerca de 50 mil republicanos, alojamos a los niños víctimas del pánico de los bombardeos en la institución creada por el general Cárdenas en Morelia. Nuestros ministros y cónsules en Francia protegieron a los refugiados españoles que trasladamos a nuestro país en barcos alquilados. Protegimos al agonizante don Manuel Azaña (Franco quería regresarlo a España para la apoteósica venganza) nacionalizándolo mexicano y envolviéndolo en nuestra bandera para que el gobierno de Petain no le hiciera el capricho al espadón gallego. México fue lugar de refugio de todos los perseguidos del mundo: judíos ucranianos y polacos, letones, estonios y rusos; políticos peruanos, salvadoreños, guatemaltecos (la literatura prodigiosa de ese país vecino se escribió en México), venezolanos, colombianos, nicaragüenses (tuvimos el honor de recibir al general Sandino), cubanos (hasta nuestra ciudad capital llegó la garra de Machado para matar a Julio Antonio Mella). Recibimos a Trotsky y le dimos asilo y una protección que, al final, resultó insuficiente. Apoyamos al presidente constitucional de Chile, Salvador Allende y, derrotada la Unidad Popular por el imperio, la oligarquía local y su matón a sueldo, el horrendo Pinochet, dimos asilo a los que huían de la barbarie de la operación Cóndor. En este aspecto estaban incluidos los argentinos, uruguayos, paraguayos y brasileños que se establecieron en nuestro país y, al igual que los españoles, pagaron con creces el favor recibido.

Notará el lector que he usado el plural para hablar de nuestra política exterior que era de todos y fue motivo de orgullo para todos. Ahora hablamos de la diplomacia de Fox o de Calderón en singular, pues es muy claro que nuestro pueblo generoso y progresista no tiene nada que ver con la torpeza y el entreguismo de la ahora mal llamada política exterior de México.

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