Usted está aquí: martes 3 de abril de 2007 Política Mensaje a Marcelo Ebrard

René Drucker Colín

Mensaje a Marcelo Ebrard

Está clarísimo que el jefe de Gobierno de una ciudad como la de México no sólo se enfrenta a enormes problemas que se pueden agrupar bajo el rubro de sustentabilidad de la metrópoli, sino también al entramado que se fue dando a lo largo de varios años de "alcaldes" frecuentemente nebulosos y más que nada corruptos.

Son de aplaudirse las recientes acciones del jefe de Gobierno en Tepito e Iztapalapa, y ojalá continúe con estas estrategias, pues son de interés público. Sin embargo, vale la pena pensar también en atacar un problema que en los hechos afecta no nada más a los que habitamos la ciudad cuando nos desplazamos de algún punto hacia otro todos los días. Me refiero al tránsito.

A los citadinos nos afectan muchas cosas, pero pocas tienen tanto impacto en la vida cotidiana como el tránsito. Un tránsito fluido permite que lleguemos a tiempo al trabajo, a las citas, a las reuniones, etcétera. Un tránsito fluido permite que no se pierda miserablemente el tiempo en transportarse, en lugar de trabajar, y a aquellos que requieren frecuentes traslados de un punto a otro de la ciudad puede hacerle más efectiva su productividad. No es correcto que el traslado de los ciudadanos en la ciudad de México sea tan, pero tan ineficaz. El transporte público es un desastre y está inmerso en el desorden; el tránsito vehicular es un caos absoluto y está sometido a toda clase de caprichos de nosotros mismos. Es el caso de los cientos de escuelas, donde, sin ningún orden ni autoridad que controle, se dejan y recogen niños dentro de la más absoluta falta de respeto a las mínimas normas de civilidad.

Ningún ciudadano respeta las reglas de tránsito, y los diversos letreros, que están puestos en las calles, jamás, pero jamás se respetan. Las docenas de guaruras, insolentes y prepotentes que se ocupan de hacer más "cómoda" la vida de algunos riquillos y de muchos políticos, no muestran el mínimo respeto a los ciudadanos que aquí vivimos y pagamos impuestos para que esto no ocurra. Los ambulantes que sin ningún, pero ningún respeto a los que habitamos aquí se plantan donde se les pega la gana, impidiendo el flujo del tránsito. (Como anécdota, hace unos días, en la calle de Artículo 123, en pleno Centro Histórico, a las 5:30 de la tarde, con un tránsito infernal, un camioncito de redilas estaba vendiendo mangos en dicha calle, parándose y avanzando con lentitud para ver si obtenía clientes. A ésos los deberían haber arrestado.) Los peseros que son una verdadera plaga de individuos que no tienen la más mínima cortesía, interés o respeto a las más elementales reglas de convivencia. Los propios ciudadanos que se paran y estacionan en cualquier lugar y en cualquier momento sin importarles si esto genera algún problema de tránsito. Los restaurantes y negocios que no tienen el mínimo espacio necesario para estacionar a los clientes que llegan en sus vehículos. Los valet parking que se han vuelto una plaga insoportable, pues las reglas de convivencia son las menos atendidas por ellos.

Luego tenemos a los viene, viene y a los franeleros que se han apoderado de las calles, como si fueran suyas, y además están en contubernio con los policías para evitarles multas a quienes se lo merecen. A los camiones repartidores que se paran a cualquier hora y en cualquier lugar a repartir los productos que representan, sin importarles si están o no interrumpiendo el tráfico. ¿Cómo es que no se promueve (si es que no hay ya) una ley que estipule que sólo se podrán repartir productos (los que sean) entre 12:00 y 5:00 de la madrugada?, aunque esto no les guste a los dueños de los negocios. En fin, podríamos seguir enumerando más situaciones que sufrimos los que vivimos aquí en la ciudad.

Estimado Marcelo: todo esto sucede porque en la ciudad de México no se aplica la ley, no hay Policía de Tránsito, y si la hay, está ausente y es inepta, como si no existiera. De hecho, no existe en la práctica, pues no se aplican los castigos contemplados en la Ley de Tránsito.

¿Cuándo se tomarán acciones en contra de todos aquellos que cotidianamente afectan la vida de los que se tienen que trasladar de un lado a otro de la ciudad? Es necesario, pero ya, que el Gobierno de la ciudad de México se faje los pantalones e instruya y vigile a la bola de incompetentes policías de tránsito (si es que los hay) y que se aplique todo el peso de la ley a los infractores que cotidianamente hacen de esta ciudad una pesadilla, ya inaguantable para transportarse. Y haga un llamado a la ciudadanía para que cuando se ejerza la ley no empiece a protestar porque afecta sus intereses muy, pero muy personales.

El tránsito fluido y razonable es asunto de todos, pues nos permitiría vivir más armónicamente.

 
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