Usted está aquí: jueves 22 de febrero de 2007 Cultura Antígona y Obra negra

Olga Harmony

Antígona y Obra negra

El conflicto entre lo justo y lo legal, entre actuar cuando es necesario o abstenerse, es lo que mantiene vigentes a estos viejos personajes de Sófocles, Antígona, Creonte e Ismene. Alicia Martínez Alvarez, con su Laboratorio de máscaras, hace un espléndido ejercicio a base de dos muy buenas actrices, Indira Pensado y Jessica Gómez y unos cuantos elementos muy bien manejados, entre los que sobresalen las máscaras que es el sello de esta creadora escénica, en El péndulo del mundo, título tomado de una frase de Marguerite Yourcenar. Por desgracia, las soluciones escénicas y la utilización de los recursos quedan muy por encima de la elaboración dramatúrgica que poco nos acerca a la ambivalencia de las posturas de los actantes de la tragedia, es decir, que no nos permite una reflexión contemporánea del tema y sus aristas. Quizás el dilema de Ismene esté más marcado que el encuentro de Antígona con el tirano Creonte.

En un principio, dos viejas zaparrastrosas, tras jugar un poco con los espectadores, se encargan de narrar todos los antecedentes del ciclo tebano, lo que quizás sea necesario para la mejor comprensión de la situación, pero que resulta un tanto cansino para quienes los conocen. (A lo mejor, resultaría más apto para un público estudiantil). Tras ese preámbulo, las actrices se despojan de ropajes y máscaras y aparecen con dos tenues ropajes como las dos hijas de Edipo, antes de que Indira Pensado -que ha sido Ismene- se convierta en Creonte. El espectáculo se ha vuelto excelente. Juegos con varas, a las que se arrancan variados sonidos y otros objetos vueltos instrumentos, máscaras de bronce para Creonte y Antígona en su enfrentamiento, sonidos y cánticos casi guturales de las actrices, gestos y expresiones corporales diferentes, se unen para dar una escenificación de gran belleza.

Un gran mérito de este Laboratorio es que sus integrantes llevan a cabo diversos cometidos. Así, mientras el vestuario de las hermanas y Creonte se debe a Saúl H. Liera, el de las viejas es diseño de la directora -responsable, como siempre, de las máscaras- y las dos actrices, el diseño sonoro es de Indira Pensado y la iluminación de Jorge Ramírez. Es interesante este ejercicio estilístico muy logrado como suntuoso envoltorio de la nuez de una tragedia que no se nos revela a profundidad.

En otro ámbito, el Centro Universitario de Teatro, bajo la dirección de Antonio Crestani continúa con su muy buena idea de ofrecer a los alumnos que se gradúan toda la magia del teatro, pidiendo a autores, directores y diseñadores egresados del propio CUT y con trayectoria muy firme, el apoyo para que los muchachos accedan casi a la vida laboral con montajes que tengan los mayores recursos posibles. Esta vez correspondió al dramaturgo Flavio González Mello escribir un texto, Obra negra pleno de misterios y posibilidades acerca de una catástrofe ocurrida en un edificio de los llamados ''inteligentes'', catástrofe que va siendo atribuida a causas cada vez más disparatadas, mientras los tiempos y los espacios se contaminan, se sube abajo y se baja arriba, sin salida, con amores y desprecios, con un cuadro negro tras el que se ve un bello paisaje y con personajes y situaciones hilarantes. Ojalá el proyecto de editar los textos de estas escenificaciones se lleve a cabo, para disfrute de más interesados.

En una escenografía diseñada por Gloria Carrasco -responsable también del excelente vestuario-, que consiste en una especie de ciclorama formado por hileras de nylon, Mauricio García Lozano dirige a los jóvenes actores, ya sea casi desnudos y cubiertos por ropaje de plástico transparente como los sobrevivientes o no, en poses estatuarias que marcan cada cambio de escena (a la que ayudan sacando o metiendo algún trasto), ya sea como los visitantes del museo de la parte baja, como los contadores sometidos a un intenso trabajo que luego cambian, como la mujer siempre abandonada en su lecho de plástico con la cortina de nylon o como los demás personajes incidentales y los albañiles del final. Los ritmos contrastantes y la gracia de las situaciones son subrayados con gran sentido lúdico por el director. Los jóvenes actores que encarnan varios personajes son: Vicky Araico Casas, Denise Castillo, Paula Comadurán, Estela Crail Meléndez, Jorge Luna, Luis Maya, Alaciel Molas González, André Magali Ortega, Sofía Padilla Arana, Isaac Ramírez, Isaac Ramírez Díaz, Harold Torres y como actor invitado Octavio Michel. El diseño sonoro es de Raúl Zambrano y la iluminación de Francisco Alvarez.

 
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